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María de los Ángeles sigue la senda de las grandes poetas, como cuando hace esta oración a la
soledad... Te encuentro doblada entre silabas, me hablas en las notas de una canción, caminas
pegada a mi hombro, avanzas a la par de las manecillas, puedo verte en manos ajenas. Te embulles en los cerrojos
de mi puerta. Puedo tocarte en el aroma de un café... Sí, ella nos habla, nos acaricia con su romanticismo
innato, tan escaso hoy día... "Has llegado con la frescura del otoño en tus bolsillos. Tu mirada dibuja
el lugar donde siempre quise estar... Contigo, vuelven las hortensias a vestirse de sol. Te incluyes en mi odisea
y cantamos juntos una melodía bajo la lluvia". Da gusto imbuirse de su
poesía, nos lleva por los cafetales donde creció, como describe en su poema Tejido de amor... A ella la encontré
de viaje por carreteras y cafetales, con sombrero de iraca y zapatos de cabuya. Me regaló su todo me entregó
su corazón... Nos pone frente al perdón y el olvido con la serenidad que da
la palabra que inspira como en el poema Lo que me queda... María de los Ángeles sigue
la senda de las grandes poetas, como cuando hace esta oración a la soledad... Te encuentro
doblada entre silabas, me hablas en las notas de una canción, caminas pegada a mi hombro, avanzas a la
par de las manecillas, puedo verte en manos ajenas. Te embulles en los cerrojos de mi puerta. Puedo tocarte en el aroma de un
café... Sí, ella nos habla, nos acaricia con su romanticismo innato, tan escaso hoy día... "Has llegado
con la frescura del otoño en tus bolsillos. Tu mirada dibuja el lugar donde siempre quise estar... Contigo, vuelven las hortensias a vestirse de sol. Te incluyes en mi odisea y cantamos juntos una melodía
bajo la lluvia". Da gusto imbuirse de su poesía, nos lleva por los cafetales
donde creció, como describe en su poema Tejido de amor... A ella la encontré de viaje por carreteras y cafetales,
con sombrero de iraca y zapatos de cabuya. Me regaló su todo me entregó su corazón... Nos
pone frente al perdón y el olvido con la serenidad que da la palabra que inspira como en el poema Lo que me queda...
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Soledad
Te encuentro doblada entre silabas, me hablas en las notas de una
canción, caminas
pegada a mi hombro, avanzas a la par de las manecillas, puedo verte en manos ajenas. Te embulles en los cerrojos de mi puerta. Puedo tocarte en el aroma de
un café, abrazarte
en mi almohada. Y
muchas veces, lloras cuando la tarde agoniza y yo estoy tras la ventana. ¿Cuándo te irás? Yo... aún espero el amor.
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