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Wilson Amado
 
Bienvenido a la Paz para nuestro tiempo y el tiempo de nuestros hijos y los hijos de sus hijos  a través del cultivo de las Bellas Artes en los jardines de su mente y sus corazones

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Oriundo del municipio de Cimitarra Santander. Desplazado con su familia por la violencia, se radicó en Barbosa Santander, donde creció y cursó estudios de bachiller en el Instituto Integrado de Comercio. A la edad de 16 años, gracias a una tarea de su maestra de lenguaje, se enamoró de la poesía y desde entonces ha escrito más de un centenar de versos, en los que plasma sus vivencias propias y otras de su entorno humano y familiar. Dedicado a la noble y honorable profesión de ser Policía durante 21 de sus 42 años de edad, tuvo la oportunidad de conocer lugares de su amada Colombia, que inspiraron aún más sus escritos y los cuales dejó impresos en su primer poemario "Ikaruz, Sueño de Libertad" publicado en el año 2018.

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Tierno y sentimental es el escenario trazado por la pluma de Wilama. Su mayor logro es el de haber traído a un solo plano las variantes de las cuatro estaciones tanto anímicas como naturales. Vivimos cada una en los trazos de sol, de luna, de hojas otoñales y paisajes invernales, que marcan las etapas del amor en todas las edades de la vida, que no deja indiferente a nadie.
Buenos días amor, se escucha en el amanecer de cada poema de Entre azul y marrón, que nos lleva a ver ese amor florecer en la lejanía, en el albor de los mediodías, retratado en una barca detenida en las azules ondas de un río donde se reflejan los primores de los seres amados y se sienten inquietudes muchas de querer gozarlos, de tenerlos cerca, de ver amanecer con ellos, de cruzar el mar del descontento, de recuperar las fuerzas, de ver llegar el amor y decirle adiós a la tristeza.

No es fácil dejar de pensar en la muerte como el dónde ir a descansar eternamente. El diario partir de algún ser querido o conocido, es rutinario. Ya no se muere. Se parte. "Partió ... se fue", y aceptamos su partida y seguimos. Continuamos el rumbo trazado de antemano, hacia el mañana viendo que agregarle al calendario y entre uno y otro hallazgo, repetir los abrazos y los besos y la dicha de lograr amar del todo.
No. Mañana no es otro día. Mañana es hoy que continúa. sabiendo hoy qué hacer mañana entre un sinfín de posibilidades que se dan a quienes tenemos fe en vivir un largo tiempo y ser felices. La obligación que tenemos es la de manejar una vida de calidad. El mañana es para continuar creando nuevas posibilidades de éxito para nuestros descendientes. La esperanza de llegar a los cien años es alta por estos tiempos, pero en saber llegar está la fórmula, haciendo lo imposible por no aburrir a nadie.

El reloj de la vida...

 
El reloj de la vida se ha estancado,
el tren que lo trasportaba apagó su chimenea.
El azul profundo del cielo escarchado,
puso fin a la historia de una existencia.
No llores más... mi hermosa princesa,
deja que las rosas recuperen su color,
pues de rojo, se volvieron violetas,
cuando al cielo partió, tu progenitor.
Hay tristeza, tristeza abrazadora,
la lozanía de tu rostro se puede opacar,
ya no llores más, mi corazón implora,
agrietado por el dolor que causa la soledad.
Se siente vacío, algo falta en tu pecho...
El reloj de la vida debe continuar...
El negro que enlútese los cuerpos,
no puedes cargarlo, por toda la eternidad.
Triste la tarde, del día que marchó,
pero solo una vela cegó su luz.
Ojos azules que a nadie heredó con ellos,
no puedes enterrarte.

He llorado...

 
He llorado... he llorado tantas lágrimas,
que sería imposible saber,
cuantos mares se llenarían con ellas.
He llorado tanto, por la ausencia que dejó tu partida,
he llorado lágrimas de cristal.
Ha brotado tanto llanto del fondo de mi alma,
que aún no entiendo, por qué no se acaba.
Hay un desierto árido en mi pecho,
que arde entrañablemente,
las pupilas de mis ojos se han quebrantado,
y el oasis traslada mi mente
a unos recuerdos oscuros y vanos.
Dejando desazón ardiente, y sin aliento mis débiles manos.
He llorado tanto, hasta mi corazón ha reclamado,
que mi llanto suspenda, porque el manantial de mis ojos se ha secado.
He llorado tanto mi viejo querido,
que parece inimaginable aceptar que te hayas ido.
Mi llanto vagará por las aguas del río, hasta que mi corazón por ti,
ya no este entristecido.
Déjame ir...La soledad invade las tristes miradas,
el corazón duele de tanto llorar, el aire arrastra hojas grises,
en las tardes sombrías de mi transitar.
Voy rumbo a un encuentro obligado.
No llores más mi ausencia...
Por este camino que voy transitando,
las rosas florecen y no hay tristeza.
Déjame ir... mi tiempo ha terminado.
Fui errante en la vida y era prestada,
pasaron los años y estuve ocupado,
cumpliendo tareas, por Dios encomendadas.
Déjame ir... deja que sea solo un recuerdo.
Mi historia se ha extinguido.
Fui feliz, entre la lluvia y el viento,
y ahora en el cielo soy bienvenido.
Déjame ir... aunque las rosas tornen violetas.
No trunques mi transito al infinito, ya no estoy ante tu presencia,
sino al lado de Dios, con quien recorro este caminito.
Déjame ir... como cuando la noche se oculta,
para dar paso a la mañana siguiente, yo estaré mejor que ahora,
y mi alma junto a ti, estará por siempre.

Sombra de un adiós...
 
Ya no somos los de antes.
El tiempo corre desenfrenado, como broncos errantes,
que pasan briosos, fieros y despistados.
Fui tu amado, fiel a tu piel.
Del cielo por Dios bendecido, y aunque hubo dulces, también hubo hiel,
a través de los años, háyase perdido.
Ya no somos los de antes, insistente me has repetido,
la pasión de los buenos amantes,
en témpanos de hielo las convirtió el frío.
Me miro al espejo, algo temeroso, y aun siento fuego,
quemar en mis venas, arropo el calor que me hace fogoso,
y dentro de mí arde la hoguera.
Tu ausencia siento, mucho antes de partir, y a escondidas llora mi silencio,
mientras culpas al tiempo y también a mí,
que nuestro amor se encuentre desecho.
Ojos fieros veo en tu mirar, partes entre la soledad nocturna,
y el lazo que nos unía, roto ya está,
así como mi corazón, sumido en la angustia.
Ya no somos los de antes, parada en la puerta vuelves a repetir,
volteas la espalda y luego te pierdes,
con la sombra de un adiós hiriente a mi sentir.

Mi verso...
 
 
Aunque mi verso, 
sea dulce, suave o grotesco,
vive en los hombres,
como el cielo vive,
en la mitad del universo.
Cuando mi cuerpo muera,
que en el último rincón llore un verso,
porque la carne se desintegra,
pero el alma se hace libre en el tiempo.
Que mi verso perdure en la historia,
y permanezca escrito en el libro de la vida,
cuando sus páginas perciban la gloria,
de la huella que marcó mi travesía.