El Tiempo es una Deidad Tranquila Una Jornada ilustrada al interior del Reloj Atómico en el Directorio del
Tiempo Joseph Berolo "Voy
a suicidarme". Iré a Paris y saltaré de la Torre Eifel. Estaré muerto. Saben ustedes una cosa. Si
viajo en un avión supersónico, podría estar muerto tres horas antes, lo cual sería perfecto. O,
esperen un minuto. Si con el cambio de hora, puedo estar vivo por seis horas en Nueva York, pero muerto tres horas en Paris--
podría hacer muchas cosas, y también estar muerto". Woody Allen Viajar en el tiempo ha sido la obsesión del hombre desde su creación.
Cuando el primer engendro humano emergió de las cavernas que habitaba, y pudo contemplar el espacio exterior, aunque
enceguecido por el amanecer del mundo, debió sentir la necesidad de emprender camino de inmediato hacia otro tiempo
y lugar. Eventualmente lo logró. Primero,
con lentitud asombrosa porque el "tiempo es una deidad tranquila" según Sófocles. Nos separan eones
de aquel tiempo bondadoso suyo; nuestro tiempo no es nada amable. Hoy vivimos obsesionados contando los segundos, convirtiéndolos
en milisegundos, comprimiendo en bits and bytes el trabajo, la jornada, los placeres, las sensaciones, el Ser mismo; cada
latido de nuestro corazón, resuena dentro de cápsulas microscópicas encadenadas a chips inteligentes
que determinan el lugar, la hora y el espacio infinitesimal en el que tenemos que actuar. El cruce de la frontera de las comunicaciones primitivas -- desde los juglares
portadores de noticias viejas por rutas de postas a lo largo de los caminos de la edad renacentista, y el eterno andar de
los gitanos de siempre, con su cauda de predicciones cabalísticas, hasta los medios de comunicaciones modernas
dominadas por la Internet y las transmisiones satelitales, todo ha cristalizado el sueño más grande del hombre:
Poder viajar en el tiempo y vivir y morir muchas vidas, muchas suertes, muchas muertes, en verdaderos segundos y con transmisión
real de la información. El tema
que hoy nos ocupa, es cubierto ampliamente por James Cleick en su libro: "Caos, la aceleración de prácticamente
todo". Cleick explora nada menos que la condición humana en el amanecer de este milenio. Hoy, opina Cleick,
"en un mundo sincronizado por el reloj atómico, el tiempo es universal, nuestra existencia está organizada
para funcionar con absoluta precisión dentro del último terreno del tiempo: el verdadero segundo calculado por
un reloj atómico que estandariza y sincroniza" --- maneja "el caminar del mundo". La humanidad ha sucumbido al dominio del Directorio del Tiempo y su Reloj Atómico,
que desde una colina cercana al Rio Potomac en Washington, ensambla cada segundo del tiempo con sus nueve billones de partes
y átomos de cesio. El resultado es el tiempo exacto, el verdadero segundo, por definición, por consenso y decreto.
"Hace cincuenta
años" recuerda nostálgicamente Gernot M. R. Winkler, Administrador del Directorio del Tiempo, " medíamos
todo en décimas de segundos, de día a día". Hoy, dice Winkler: " con más y más
aplicaciones con mayor refinamiento, el reloj atómico, mide nuestro diario quehacer en milisegundos". Hoy,
el nanosegundo define nuestra posición en el orbe y nos coloca exactamente en el lugar e instante preciso donde poder
actuar, vivir y morir; todo dentro del proceso de aceleración impuesto por la tecnología controlada por el Directorio. Recordando a María Mercedes Carranza, la poetisa colombiana que decidió adelantarse
a su tiempo para irse a morir en otro de su escogencia, hemos descubierto, como ella lo hizo, que podemos adelantarnos a nuestro
propio tiempo y habitar en otro sin dejar el nuestro; por esa razón no se despidió, porque cuando murió,
no estaba muerta. Hoy tenemos
la capacidad de navegar el universo con absoluto tino, llevados por nuestro propio Sistema de Posicionamiento Global, GPS,
perfectamente sincronizado con la hora y el lugar de nuestro destino. Podemos estar vivos en nuestro tiempo y morir en otro
sin equivocarnos de hora, lugar o espacio donde hacerlo. Igualmente, hoy vivimos, amamos, odiamos, procreamos, construimos
torres babilónicas y también las convertimos en toneladas de desechos; hoy, sucede, morimos, en un verdadero
segundo de velocidad cósmica, sepultados bajo los escombros de nuestra propia obra; hoy, nos trasladamos casi que corpóreamente,
con absoluta precisión de reloj atómico, de un lugar a otro del universo, y somos parte de todo lo que sucede
en el cosmos. Ese proceso del movimiento humano, "es una forma de éxtasis que la revolución técnica
ha otorgado al hombre," exclama el novelista checo Milan Kundera, sugiriendo por éxtasis un "estado de libertad
y de encarcelamiento simultáneos".
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El tiempo es una deidad tranquila (
El Tiempo NO es una deidad tranquila 2
La sincronización de
todo lo creado y por crear, es un estado de tiempo presente perpetuo. Dentro de esa perpetuidad, vivimos en eterna sucesión
de imágenes visuales-"reality shows" de todo acontecer humano- Simplemente: "Sucede,
está sucediendo, sucedió"--hasta morir, "está llegando, llegó, se fué" en
un "quickie". Bajo estas circunstancias, hemos
perdido la habilidad de poder reflexionar antes de ejecutar, y todo lo que hace el tiempo amable y degustable, se ha convertido
en insípida moción perpetua. Peor aún. La aceleración de nuestro paso por la vida, ha reducido
a iones nuestra capacidad de sentir y ha alargado cuantitativamente el fantasma del miedo. Tenemos miedo de sentir para
no sufrir. Estamos
en otro tiempo y no hay tiempo para estar con nosotros mismos, mucho menos con los demás. Lo que nos estimula, nos
agota. Lo que nos interesa, desaparece antes de poder disfrutarlo. Ya no creemos que exista nada capaz de distraernos; saltamos
de un goce a otro; huimos del dolor, ahogándolo en el "éxtasis". No podemos enfocar nuestro pensamiento
por mucho tiempo en nada ni en nadie; solo podemos ir a brincos sin poder o querer reconocer, muchos menos amar al ser o la
"cosa" que lo causa. Existimos solamente en la nimiedad de un verdadero segundo.
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¡Éxtasis! : "Estado del
alma enteramente embargada por un sentimiento de admiración, alegría...estado caracterizado por cierta unión
mística con Dios, mediante la contemplación y el amor; y por la suspensión del ejercicio de los sentidos".
En el instante en que llegaron a nuestros cerebros todos los "gadgets" de la tecnología sincronizados atómicamente
-- desde el transistor, para no ir más atrás, hasta la web- internet y todos los medios
de comunicaciones modernas en tiempo real de la información, han venido causando casi que contra natura, un estado
de anestesiamiento de los sentidos --éxtasis mortal--mantenido por la velocidad como ingrediente atrofiante del medio
espiritual-sentimental, meditativo del hombre espiritual. La
obsesión de vivir acelederamente -- de computador a computador, de celular a celular, de Video- Conferencia a
Video-Conferencia, de e-mail a e-mail, opinando, demandando, presentando, abrumando, invadiendo, hurgando, penetrando, masturbándose
"realmente" en línea--es definida por el poeta norteamericano W.H. Auden, a quien traduzco aquí libremente:
"Los relojes no pueden dar la hora del día o el momento de rezar y la causa. Porque no tenemos tiempo, hasta
que no sepamos qué tiempo llenar, y sentir, porque el tiempo hoy es otro en donde estar distinto del tiempo en el que
estamos". La sincronización de todo lo creado y por
crear, es un estado de tiempo presente perpetuo. Dentro de esa perpetuidad, vivimos en eterna sucesión de imágenes
visuales-"reality shows" de todo acontecer humano- Simplemente: "Sucede, está
sucediendo, sucedió"--hasta morir, "está llegando, llegó, se fué" en un "quickie". .Bajo
estas circunstancias, hemos perdido la habilidad de poder reflexionar antes de ejecutar, y todo lo que hace el tiempo amable
y degustable, se ha convertido en insípida moción perpetua. Peor aún. La aceleración de nuestro
paso por la vida, ha reducido a iones nuestra capacidad de sentir y ha alargado cuantitativamente el fantasma del miedo. Tenemos
miedo de sentir para no sufrir. Así, al perder o ver reducida nuestra capacidad
de sentir, hemos perdido nuestra razón de Ser. Hoy, nos acostamos, dormimos, nos levantamos, desayunamos y corremos
y parece que no llegamos a ninguna parte. Hoy, hablamos, pensamos, actuamos y morimos, sin darle tiempo al tiempo de sentir.
Estamos anestesiados y aparentemente "curados" para no experimentar el "shock and awe" de la tragedia
humana. Nuestras vidas mili segundarias, se mueven en pavorosa aceleración
atómica hacia el hueco negro creado por el hombre en el infinito de su galaxia; allí, todo y nada existe y nuestra
mente viaja por senderos abismales poseída de ¡quickies!
¡Sexo por
demanda, el mayor de los "quickies" El acto copulativo debe ser instantáneo y de gran envergadura, y no requiere
amar para lograrlo; cuando no se puede sin artificios, ¡VIAGRA! ¡Enchufe y juegue", Igual
....el player, el wasap .. el gigantesco plasma, "CNN".... la diaria
muerte anunciada, el último "hit and run", en la autopista donde se atropellan los dinosaurios modernos
... ¡La muerte en tiempo real! En tiempo real murieron
asesinados los hermanos Kennedy, Martin Luther King, Malcom X; En tiempo real, abalearon a Juan Pablo
de Roma. En tiempo real el Terror desató las Furias- en New York, en tiempo
reaL, se desplomaron las Torres Gemelas- En Washington, el Pentágono, en Pensilvania
llovieron cuerpos despedazados.... en tiempo real, cayó Bagdad, y Kabul, y
llegó el Terrror a Mosul. Alapo, a Europa, a las Américas...
al mundo entero. En tiempo real, nace y muere el hombre actual, en verdaderos segundos. En tiempo real, ya por impacto y choque,
ese hombre no siente- ¡ Está dejando de existir, en tiempo real. Estamos en otro tiempo y no hay tiempo para estar
con nosotros mismos, mucho menos con los demás. Lo que nos estimula, nos agota. Lo que nos interesa, desaparece antes
de poder disfrutarlo. Ya no creemos que exista nada capaz de distraernos; saltamos de un goce a otro; huimos del dolor, ahogándolo
en el "éxtasis". No podemos enfocar nuestro pensamiento por mucho tiempo en nada ni en nadie; solo podemos
ir a brincos sin poder o querer reconocer, muchos menos amar al ser o la "cosa" que lo causa. Existimos solamente
en la nimiedad de un verdadero segundo. Habiendo perdido por exceso de velocidad, la capacidad de sentir y degustar a su acomodo
la carne y la sangre de su esencia, el Homo Sapiens, antes trascendental, se ha convertido en pieza experimental manipulada
por un reloj; allí, dentro de esa esfera atómica, es ahora un componente más de los nueve millones de
partes del Directorio del Tiempo. Ha muerto convertido en herramienta de terceros, antes de su tiempo, ¡Que Viva Homo
Sapiens! Joseph Berolo Copyright 2018
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