Laura Hernández Muñoz
Embajadora de Poetas del Mundo en México.2006
Embajadora de la Paz Universal, Ginebra, Suiza.2006
Escritora afiliada al Registro Creativo de la Asociación Canadiense de Hispanistas.
Presidenta del VI Encuentro Internacional de Escritoras Inés Arredondo 2004
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www.laurahernandezmunoz.com
Día primero:
Hoy murió mi madre. Desde niña me ponía a imaginar lo que pasaría cuando esto sucediera: recreaba en mi mente todas las
tragedias y situaciones y terminaba sumida en llanto. Hoy es diferente. Mi madre se ha ido de veras y ya no puedo regresarla
con el pensamiento que antes rechazaba su partida. Se quedó dormida con el gesto de dignidad que siempre la caracterizó.
Contemplé su rostro ya dormido para siempre, besé su frente amplia entregándole el resto de ternura que me faltó darle y
busqué en su pecho su calor para tibiar mi desamparo. La ví tan descansada y tranquila; no se despidió porque a ella siempre
le gustaba decir: hasta mañana. La esperanza era su constante de vida. Murió sin dar ninguna molestia-- hasta en eso fue prudde
los sueños.
Dos de la madrugada: unos hombres llegan para llevársela. Tomo su mano y la beso, rompiendo a llorar con la desesperanza
de quien se sabe abandonado. Cubren su rostro con la sábana, la depositan en una camilla y en silencio se la llevan. No quise
mirar atrás. Me hallaba junto con todos los presentes en un limbo de ausencia.
Segundo día:
Cinco de la mañana. Mi madre acudió a la cita de su funeral puntual y bien arreglada. Colocaron el féretro en la capilla
ardiente y ahí estábamos una frente a la otra, ahora podría repetirle la tarea de español que hace muchos años me ayudó a
estudiar; con paciencia me hacía repetir aquellas rimas de Bécquer:
" Cerraron sus ojos que aún tenía abiertos, taparon su cara con un blanco lienzo..."
La gente va llegando y en cada abrazo siento que me alejan de ella y con sus palabras de consuelo quitan la poca esperanza
que tengo; la siento como sombras oscuras llenas de buenas intenciones, pero lo que yo quiero es permanecer sola a su lado.
No fue mucho el tiempo que tuve para decirle que la quería. Siempre pensé que sería eterna para darle mi amor. Ahora me queda
un saldo que no podré gastar.
Poco a poco, de la triste escena nada quedó, solo Ella y Yo. Todos partieron, unos sollozando y otros en silencio.. Me dije:
¡Señor, qué solos se quedan los muertos!
Tercer día
La misa fue hermosa pero todo concluyó. Madre: Te fuiste con cuatro desconocidos encargados de incinerar tu cuerpo--
ése de mujer guapa, aseado y vestido con esmero, se ha convertido en polvo que jamás podré sacudir de mi pensamiento.
Cuarto día
Estoy cansada, quiero quedarme en la cama como si fuera tu vientre, el que me arropara; aún no tengo fuerzas para nacer
otra vez, este segundo parto será más doloroso porque ahora no estarán tus brazos para recibirme ni tus pechos para darme
el calor. Déjame ser un permanente feto en tu recuerdo, así no tendré memoria que conozca tu ausencia.Laura