UN DOMINGO EN EL RAIZON©
-jajaja, jejeje, jijiji, jaja
jiji.
Aquella mañana, después del gran aguaje que cayó por
la noche, Hilaria rastrillaba las hojas del patio, mientras cantaba casi como en un susurro una vieja canción chorotegana
que hacía mención de las glorias y bondades de una vida pasada aborigen que fue mejor que cualquier otra vida
después de La Conquista; de repente, su cantar fue interrumpido por una risotada que se repetía constantemente,
y que salió del corredor de las hamacas donde
terminaba
todas las mañanas domingueras el presidente apneo de aquella republiqueta feudal centroamericana de nombre Nicaragua.
Doña Lila T salió en
baraustada del aposento a averiguar qué era lo que estaba ocurriendo.
Encontró al presidente destornillándose
de la risa, -jajaja, jejeje, jijiji, jaja jiji.
-¿Y ahora?, le preguntó doña Lila T a su marido, ¿se
puede saber qué Machalá te picó anoche?
-Jajaja, jejeje, jijiji, jaja, jiji, no me preguntés babosadas
Lila T, que me causa más risa tu pregunta, jajaja, jejeje, jijiji, jaja, jiji.
-Ahora sí que te has vuelto loco de remate Enrique,
dijo doña Lila T; llamando a la Hilaria inmediatamente, -Hilaria, Hilariáaaaa
-Qui fuí Patrona, aquístoy
en il patio ricugiendo las hojas puis del palo di chilamati que botó anochi un pipianazo por todus ladus.
-Deje de hacer eso y tráigale
todas las medicinas a don Enrique que hoy amaneció completamente taraila.
-Las bujías Lila T, las bujías jajaja,
jejeje, jijiji, jaja jiji.
-¿Las bujías?, ¿qué bujías? Y ahora, ¿de qué bujías
hablás?, le respondió doña Lila T un poco alterada.
-Las bujías del ratón Montealegre, jajaja,
¿para qué comprar bujías Lila T, si lo que menos hay aquí en Nicaragua es luz?, jajajajaja; y
ahora con este clavo que tiene con los Cenis, Eduardo, le pone un velo de protección a mi gobierno y a los escándalos
de corrupción que se me venían encima, jajajajaja; y luego La Prensa insinúa que hay que cambiar toda
la tubería de la ciudad de Managua por obsoleta, cuando bien saben que lo que menos llega por las tuberías es
agua...
jajaja,
jejeje, jijiji, jaja jiji; y luego el tango de Gardel que les dejó, es el de los mil ochocientos millones de córdobas
que supuestamente quedan en el erario público Lila T, jajajajaja; qué bola de borregos son estos nicaragüenses,
entre más mentiras les decimos más crédulos se vuelven; bien hicieron nuestros antepasados cuando les
echaron sus nobles caciques a los mastines para que los desguazaran, jijiji; bola de vacas taradas, jajajajaja.
Doña Lila T quedó meditando
un ratito y dijo: -Francamente que ya estás de amarrarte Enrique;
tenía razón la gente que nos aconsejó que no aceptáramos al dedazo la candidatura
que te ofreció tu entonces compadre el Dr. Arnoldo Alemán.
-No me mencionés a ese ayote empachado que se
me va a cambiar este estado de alegría con el
que
amanecí el día de hoy, jajaja, jejeje, jiji, jaja, jiji...
-Lita T, jajajajaja.
-¿Y?, ¿se puede saber
de qué te estas riendo ahora?, dijo doña Lila T, ya preocupada.
-Las carreteras, Lila T, jajajajaja, las carreteras las
voy a dejar que son un desastre, jajaja, qué bonitas las dejó Tamalón y miralas ahora, jajajajaja; y
todo gracias al bachiller de cuita ese Ben Hur de Pedro Solórzano que prometió un kilómetro por día
y le dio atole con el dedo a toda esta bola de tamales, jajajajaja; y ahora resulta que me renunció el nuevo ministro
tarugo que puse allí para que le cayera a él todo el clavo y la responsabilidad a la hora de entregar el poder
pues sólo las cuentas claras conservan buenas amistades, jajajajaja.
Doña Lila T se sentó desconsolada en su
taburete favorito donde solía comerse los limones dulces y las naranjas chontaleñas en tiempos de La Purísima
y Navidad, cuando abundaba de todo en Nicaragua y la vida era alegre y dichosa en tiempos de Anastasio Somoza Debayle y la
gente podía andar libremente por el país sin temor a ser asaltado, robado y/o asesinado en plena vía
pública.
Don Enrique volvió a reírse nuevamente, jajaja, jejeje, jijiji, jaja jiji.
¿Y ahora de que te reís
otra vez Enrique, dijo doña Lila T, ya como que un poco medio arrecha.
-Jajajajaja, ¿ya te fijaste como estoy dejando
al país todo dividido?, ya nadie sabe por quien votar y segurito que gana el amante de la hija de la Chayo, jajajajaja;
escuchá Lila T, me está llamando Tomás Borge.
¡Tomás Borge!, ¡si no ha sonado el teléfono
en toda la mañana Enrique, por favor!
-Es que así bauticé al burro que me regaló mi ex compadre tamalón,
jajajajaja.
Doña
Lila T, se levantó descorazonada y dijo: -Ahí te quedás Enrique, yo me voy a jugar a los casinos para
relajarme de tus ridiculeces; Hilaria, decíle al chofer que estacione el carro en la puerta, que salimos para Managua
en una hora.
-Ta
gueno patroncita, agorita mesmo li digo la razón. La Hilaria dió la vuelta, y se dirigió hacia la puerta
con la encomienda.
En el corredor de las hamacas sólo se escuchaban las risotadas de aquel presidente que había
jurado, cuando era candidato ante los convencionales y correligionarios del PLC, y del pueblo de Nicaragua... ¡Que él
sería recordado como el Mejor Presidente de Nicaragua!.. ¡Estupenda falacia!
-Hilariá, Hiláriaaaa,
llamó nuevamente doña Lila T a la nativa chorotegana de Nindirí
-Aquístoy siñora, pa quí soy güena.
aya al corral y échele guate
al burro para que no rebuzne más; porque con la sinfonía que está dando mi marido en el corredor de las
hamacas tengo suficiente, como para pasar amargada el resto de la tarde.
Doña Lila T se montó en su Toyota SUB último
modelo, y se fue a jugar plata a los casinos de la capital, mientras don Enrique finalmente se quedó dormido en la
hamaca de tanto reir sus malandanzas, en aquel país repleto de tristeza, de miseria, de enfermedades y de desesperanza.
Adán Torres
2006