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Dicen que la Guerra Acabó. 1a. parte.

Amanece
Hoy por Hoy
de la noche larga y tenebrosa...

Al amanecer de l Enero 1o. 2003, Ave Viajera se preparaba para alzar vuelo desde una colina cubierta por la neblina que normalmente arropa a esa hora la Sabana de Bogotá. El sol naciente coqueteaba con las nubes bajas, dormidas, en retirada, y las montañas de los Andes sabaneros que abrazan la enorme ciudad capital, comenzaban a crecer sobre la lisa superficie verdinegra del moribundo ambiente nocturno, y a henchirse de curvas agitadas por los circuitos viales tendidos bajo enormes edificios suspendidos como del cielo mismo. La ciudad en amanecer brotaba pujante de sus despeñaderos, y el aliciente de la vida urbana en marcha, se mecía entre sus faldas arrugadas, colgadas en el enorme perchero del cerro de Monserrate.

Ave Viajera 2003 nunca alzó vuelo. La detuvo la Guerra. Hoy, regresa, aún en lucha por sobrevivir. No ha llegado para editorializar sobre el tema que la condujo a terrenos tan lejanos como Bagdad, aunque sí recordará desde esta nueva edición y muchas otras en el futuro, en prosa y poesía, propia y ajena, el drama humano que detuvo su vuelo, pero que nunca pudo impedir que regresara al aire.

Aprendimos y seguimos aprendiendo mucho de la guerra. Ave Viajera, en espera del regreso de su hija Vivianne , especial compañera de viaje, en misión por los peligrosos senderos de arena del desierto iraquiano, aprendió y y sigue aprendiendo a tener Paciencia y mucha Fe, aún en los momentos más intensos de peligro y de tragedia vividos durante las primeras semana del combate en Bagdad; y conoce de sobra el feroz latigazo de la impotencia ante la distancia y el tiempo: no poder cubrir la primera, ni poder alcanzar el segundo.

SIEMPRE SIGUE LA RUTA INTERIOR DE Vivianne, QUIEN bajo el calor horrendo del desierto, INSISTE EN amar lo bueno de la vida, AÚN entre incontables calamidades y EL permanente terror escondido detrás de cada duna. Ella sabe también de Paciencia y Fe pese a lo aturdidor e inacabable de la causa que aún la retiene, hasta hoy y...¿hasta cuándo?... en algún lugar que ni siquiera puede delatar.

Así, entre combate y combate, aprendimos a llegar hasta hoy. Eso sí, a medias, maltrechos POR EL PESO DE SU AUSENCIA, mas no sin haber intentado y logrado llegar -muchas veces en viaje lento y tímido- hasta la ventana de cada uno de nuestros lectores. Y para no desesperar en la sala de espera del desierto, cumplimos entre bambalinas con nuestro gran proyecto: POR DEMANDA. Y por estricta demanda que nos hicimos a nosotros mismos, hemos regresado.

Y, ¿qué poder decir de nuestros Compañeros de Viaje? Sin ellos, hoy no sería hoy, sino un funeral ya cumplido. El reconocimiento siempre llega tarde. Nosotros estamos llegando, casi tarde a ese reconocimiento. Pero estamos llegando, y ésta parece ser la etapa final de este horrendo verano. Creemos estar a las puertas del encuentro con la "Viajera de los Senderos de Arena", y por ende, al encuentro con todos y cada uno de de nuestros compañeros de viaje para agradecerles su presencia, sus palabras, sus e-mails, su constante "sudar y pujar" con poemas, ensayos, mensajes, llamadas, recibidos todo durante estos CINCO meses infernales que hemos tenido que vivir desde el comienzo de la guerra. 3.18.03.

Gracias. Dios los bendiga a todos ustedes, compañeros de andanzas, y a todos nos devuelva la Paz con el regreso -desde donde quiera que estén: en guerra, secuestrados, desaparecidos, enfermos, perdidos- a sus hogares de nuestros hijos, hijas, padres, hermanos, hermanas y amigos, amigas, conocidos y desconocidos. Su regreso es lo único que nos permite y permitirá vivir .

Joseph Berolo Ramos-- Editor

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