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EL POETA DE LA MONTAÑA Por Carlos Garrido Chalén
Jaime Martínez Salguero, Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua, Correspondiente de la Real Española, es uno de los poetas y escritores de más significación de las letras hispanoamericanas. A su diversidad temática llega la lluvia, que para él es “una palmera que llora/ la pena del mendigo” (Lluvia) y esa Cordillera suya “bosque de granito/ cultivado/ por la mano de la eternidad.. donde se iza/ el pendón del infinito” (Montañas tutelares). Jaime Martínez Salguero, es un poeta de entraña que honra a l literatura Continental.”Incandescentes sonidos se precipitan – dice – a las llanuras de mi alma;/ crepitan con la ruda voz de los inicios,/ se refugian en las grietas,/ las rebasan,/ fluyen/ ardiendo luciérnagas líquidas,/ se detienen, se introducen en la cápsulas de l vida/ y germinan en l semilla del sol amanecido.. El crepúsculo entona la cantata/ mirada de infinitos,/ luego,/ lentamente,/ los va apagando/ como el sacristán ahoga los cirios, en el templo/ luego de la divina ceremonia”(Un día). A su sensibilidad de escriba, de buscador de luces dinamitadas por el alma, llega “el verdor perfumado del bosque,/ cual manantial de profundas sugerencias” (Voz insonora), que lo hace mirar “cómo resuena el pífano/ de los roquedales/ construyendo montañas interiores/ en el alma de los hombres..” y explicarse por qué ”tiembla la peña por dentro,/ y por fuera es muestra imperturbable,/ pues la vibración de la vida/ únicamente se escucha con el alma” (Pífano de roquedales). Para Jaime Martínez Salguero, Académico Correspondiente de las Academias Filipina y norteamericana de la Lengua Española, su patria es “un racimo de montañas /desprendidas del cielo…”,”la canción que se balconea/ en los dulces labios /de la chapaca donosa”, “que entona la cueca/ y pulsa la tarca”, “el campa pechador de monte/ y el singuero/ que sigue la huella del dolor allá en la selva”; “el quiriquincho escondido en la arena/ que baila la morenada de los esplendores” (Patria Mía). Será por eso que con deleite, le canta también a “la dormidamúsica de la nieve” de ese Illimani (“Achachila surgida del perfume de la tierra”) “que hace resonar, a veces/ la ronca voz del viento/ y otyras, interpretando el largo y majestuoso/arpegio del silencio” (Illimani). A la poesía de Jaime Martínez Salguero, un poeta que maneja con mucha lucidez también la narrativa, llegan los sonidos y colores, la cadencia y majestad de “las broncas voces de un renovado mensaje/ que viene a romperse astillada de luces” que configura el mar de sus sueños ancestrales.”¿Qué eres mar – se pregunta – y allí nomás él mismo se contesta: Quizá, sirena que me atraes/con la fuerza del misterio” (Mar). Por eso es que sabe que cuando “el viento estepario/se esconde cuando llegan los cazadores de plegarias/ en busca del aroma deDios,/ lo encuentran/ y lo levantan, como pendón de triunfo…ávida de teñirse con el arrebol de las entregas” (Viento estepario). Para quien “Ser hombre… es ser perfume de esperanza/ en el nervio del dolor” (Otoño), resulta fácil seguramente, ser la voz de “ese evangelio de piedra sellada que es el Altiplano, en donde cabalga el tiempo en corceles de viento/ y el hombre levanta un monumento de granito/ que un día se ha de derruir/ como arena en la clepsidra de la eternidad” (Altiplano). “Aquí donde “las enormes campanas de los cerros/ repican con el badajo del silencio/ los más puros sones de la paz/ y el cristal del aire refulge endurecido, en la mancha azul de la laguna” (Puna). Y es que en ese “oscilar de calígenes/ que cubren las testas graníticas… singulares almas vagabundas/ que circulan el claror del agua/ en busca de la huella/ que dejaron sobre esta ribera,/ cuando el alba estaba aun/ desnuda de colores…” vive con terca fascinación – en el enjambre de su propia contextura poética – “el galopar de invisibles cascos de leyenda / que resuena en el aire, para penetrar hasta la raíz de la arcilla” y la mañana (Sonatas de huracán), seguramente que en busca de la vida. Bien por Jaime, por la poesía de América, por nosotros sus lectores; y por su país, Bolivia, que ya lo reconoce por su canto hermoso (y victorioso). |
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