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AUDIO DE PEDRO ANTONIO VARGAS ACTOR Y DECLAMADOR
COLOMBIANO
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Mui noble i mui leal" Villa de Thzaquillo Portal
CONTENIDO.
(eBOOK Disponible por solicitud al editor)
Memorias de un Lasallista
La Eterna Fundación
de Bogotá La Villa Legendaria Bogotá...¡Corazón de Guayaba! Esta Tierra es Mía Bogotá Trasnochadora - a ritmo Siglo XXI Retrato Bogotá es Colombia La Fundación de Bogotá.En pos de la verdadera historia La Luz de Bogotá se Prende aquí... Bogotá,
ciudad, "La más
cosmopolita y amplia de Colombia" EL REGRESO DEL FRIO Mensajes Cecilia Lamprea de Guzman, Edda Cavarico, German
Carrillo,Teresita Valcheff, Gladys Semillan Villanueva Cecilia Fernández de Pallini, Presidente Academia de Historia de Bogotá
Confidencia
de bogotano. Queridos compañeros de viaje . He pensado mucho en nuestra amistad virtual...hoy celebrando 483
años de historia de nuestro viejo Santa Fe de Bogotá. ..Te pienso en las esquinas aún
coloniales., te pienso en las vueltas de los cerros, en las mañanas sabaneras puras y transparentes, en las estrellas
de Navidad que cuelga la Alcaldía en los cerros de oriente, esas altas lomas cubiertas de neblina que se
precipitan a la carrera Séptima queriendo correr hacia los humedales del Bogotá y navegar hacia el Tequendama
y perderse en el misterio de la geografía colombiana. Barcas son que te llevan mis quereres. Nuestro
Bogotá, bien lo sabes porque la habitas con tus recuerdos - está requetemoza, joven, fresca, sabrosa, se deja
querer, tiene un no sé qué de princesa heredera de sueños, va con todos los "fierros" de
la mocedad y los afila con la experiencia de sus años; dicen que es mala, remala, malísima --- si se le busca
el lado flaco...pero como yo solo quiero quererla, la manejo con cariño, le salgo al paso, le tiendo mi capa de halagos
para que pase los charcos- es que le tengo mucha confianza, porque la conozco, y sé que se esconde bajo los ropajes
de su modernidad para no dejarse ver los trapos viejos - ¡Ah! Como cuando no quería pasar de la carrera
30 ni llegar más allá del Aeropuerto de Techo, y era tozuda, dogmática y cristiana, y firme en sus convicciones,
Hoy, cuando mi antigua Bogotá se fue para el otro lado de las montañas, y quiere anexar Usme con la Caro, me
dan ganas de hacer una fiesta de duendes para que asusten a los de ahora y les digan que aún existe y no se olviden
de pegarle a la nueva una tocadita de la vieja...Seguiré otro día contándote lo rico que la estoy pasando,
recordandote qe hoy cumple años mi amada Bogotá... que está venciendo a la fuerza sus malos instintos,
que le va ganando al Coronavirus, y que se prepara para abrir de par en par las puertas de sus encantos y volver a ser
la villa alegre aquella de otros tiempos. Espero no causarte nostalgia alguna con este mensaje tan
de mi alma de bogotano... y si lo hago que sea de la buena, la que se cura pensando en volver, aunque sea eso solamente, ¡Pensando!
Joseph Berolo Agosto 5,2021
483 años
de una capital que siempre se levanta El cumpleaños que conmemora hoy Bogotá es especial.Se
da en un momento clave en su historia, en el que intenta recuperarse de los estragos de la pandemia y las protestas. Como
en otros hitos, es la oportunidad de plantear nuevas dinámicas en temas como movilidad, entorno urbano, espacio público
y área metropolitana. Felipe García Altamar Periodista,
Mui noble i mui leal" Villa de Thzaquillo Portal
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La Eterna Fundación de Bogotá La Villa Legendaria La "Mui noble i mui leal" Villa de Thzaquillo, Ciudad de los Reyes
de Bacatá, léase Bogotá, dicen los historiadores - y lo aprendimos de pipiolos, en Henao y Arrubla, cuando
estudiar historia patria era tan mandatorio como era aprenderse de memoria el catecismo del Padre Astete-fue fundada dos veces:
la primera, el 6 de Agosto de 1538, y la segunda, el 29 de abril de 1539. Bogotá, cumple 481 años de existencia- 8 meses y 23 días más o menos de
diferencia entre una y otra de las fechas descritas- aunque no fue sino hasta el 5 de julio de 1540 cuando naciera a la vida
jurídica al recibir de su Majestad, El Emperador, y por Real Cédula dada en la Villa de Madrid, el nombre de
Ciudad de Santafe- Hoy, renovado el cachaquismo que me aqueja, añorando el asueto de fin de año, estoy de nuevo
aquí, de regreso a Bogotá, pese al designio de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, de llamarla Santafe. La Villa, aquel asentamiento primitivo de doce
chozas de paja y una pequeña iglesia, fue bautizada con el nombre Santafe, por su fundador, Don Gonzalo Jiménez
de Quesada, en homenaje al campamento desde donde los ejércitos de los Reyes Católicos lanzaran el último
ataque durante el sitio de Granada y expulsaran de la Peninsula Ibérica a los monarcas moros. Creo que si Don Gonzalo,
pudiese ver su obra, no haría otra cosa que alzarse, algo irritado, de la cripta donde reposa en la Catedral Primada
de Bogotá- levantada según se dice, en el mismo lugar donde fuese erigida la primer capilla de la Villa- y reclamar
de nuevo sus derechos como Adelantado y defensor que fuese y a porfía de aquella cuna, origen de tantas calamidades,
conflictos y prodigios. Resulta
que Bogotá fue fundada en medio del despojo de sus riquezas y las ambiciones militaristas de sus fundadores. Regresemos
a esa hora. Quesada maneja militarmente el humilde caserio apostólico recién establecido al pie de la Sabana
de los Dioses; la Villa, con un destino capitalino ya trazado en los concilios de los conquistadores andinos, se ha convertido
en cabecera de playa del colonianismo español. Tiene que defenderse de otro conquistador, el alemán Nicolás
de Federman que avanza con sus hombres hacia la Villa desde un lugar llamado Pasca; tras de Federman se esconden los inversionistas
tudescos de la Casa de Wesler, un emporio financiero europeo, también en plan de conquista, no menos avasalladora,
la económica: El Dorado imaginado por todos los aventureros del mundo conocido, desde Marco Polo, y definitivamente
comprobado en especie por Don Cristóbal Colón, está allí, envuelto en la neblina de los cerros
de la sabana y cuelga de las gargantas de las princesas indias, adorna el pecho de los nobles caciques, y cubre de dorado
brillo los altares de los dioses chibchas. Por otros lados se acercan provenientes del Perú, las fuerzas de Don Francisco Pizarro, encabezadas
por el capitán don Sebastián de Benalcázar, poderoso señor fundador de Quito, Popayán y
Cali. Conquistadores estos, Adelantados de otros dominios, cuya única ambición es la de ser, uno de ellos, el
primero en encontrar su propio Dorado. En
entonces cuando Quesada, rodeado de caciques y con gran despliegue militar y numerosos guerreros, marcha al encuentro de Federman
en un lugar llamado Bosa, al sur de la Villa. Allí, se enfrentan los caudillos; allí hablan y acuerdan y beben
chicha juntos, y disfrutan de los encantos de las nativas; fue así, entre totumazos y en currutaco o desguarambilado
porte, y un regalito de ¡ diez mil pesos oro!, que el muy apuesto y aguerrido alemán reconoce al Adelantado sus
derechos, y se marcha a buscar mejor suerte y gran destino por los lados de una región asombrosa y próspera
que un día sería llamada Antioquia. Igual alivio concede Belalcázar ante los regalos de esmeraldas y de sal que le entrega Quesada.
En febrero de 1539 entran a Santafé esos tres grandes y magníficos ejemplares de la conquista española;
todo sucede de acuerdo con los reclamos de Quesada; todo es fiesta, y cacerías de zorras y justas de caballería
en las verdes praderas de la sabana; como trasfondo, prospera nueva vida bajo los pinos y los sauces a orillas del Bacatá;
se llena la planicie de aires de conquistas amorosas, y surten la sabana, de buenas nuevas, los deslices de conquistadores
varoniles y muy chirriados, en tiernos himeneos con las opulentas nativas, el verdadero seno maternal, tantas veces violado,
de toda nuestra raza. Así fue
fundada nuestra Bogotá. No solamente con chozas e iglesia, y plaza de armas, sino con todo lo que puede sembrarse en
una tierra noble y rica como es nuestra "Villa". Como en 1538, sigue siendo sabanera, de rica tierra negra, húmeda,
cautivante. Nuestro Bogotá- tibia entraña y rincón muy amado, pese al frío feroz de sus mañanas
y la estéril semblanza de los páramos y serranías aledañas- viene preñada desde su cuna,
de aventura y porvenires; ella viene de siempre, camina hacia siempre, ebria de futuro, enamorada de lo bueno, invadida por
todo lo malo, pero preocupada eternamente sobre cómo renovarse, defenderse, y crecer, y fundarse una y otra vez. Joseph
Berolo
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Bogotá...¡Corazón
de Guayaba! Hablando de Bogotá, viene
al dedo aquella poesía del vate inmortal, Don Ricardo Carrasquilla, titulada "Mis Viajes" que dice así:
-"Dime hasta dónde has viajado, porque tu aire es de extranjero- Por el Norte a Chapinero, por el oeste a
Fontibón, y por los otros dos puntos, al oriente y medio día; estuve en la Peña un día y en Tunjuelo
una ocasión." Tal era el alarde que se daban los
bogotanos allá por los años cuarentas, cuando viajar, no tanto a las Europas, caso aparte, sino a "tierra
caliente", a veranear en lugares exóticos como Cachipay, Villeta, Las Mesitas, Tocaima o Girardot, y,
!Oh Proeza! a la Costa, por la peligrosa vía de los Saltos de Honda y de Guarumo, convertía a los veraneantes
del interior en extranjeros y sus andanzas en tema poético; dice así la pereirana Albalucía Angel en
su libro "Oh Gloria Inmarcesible", refiriéndose a los turistas que arrimaban al Caño de las Palomas
- "un lugar en la Arenosa al que jamás de los jamases vino un cachaco a poner punto". Hoy, nosotros los cachacos y en general, todo colombiano, desde los de la Candelaria en Bogotá
hasta Punta Gallinas en la Guajira, no presumimos de nuestros constantes viajes por todos los palomares del mundo; es
que hoy, viajamos tanto y tan frecuentemente, que de lo que si presume es de haberse quedado en casita el último fin
de semana. Pero si es grato, a veces, retroceder y recordar las circumstancias
de nuestros viajes, y los sitios de partida y de llegada. Uno de ellos fue Techo, nuestro aeropuerto internacional en 1950.
Techo era un lugar bucólico, un ameno rincón campestre, lejano del centro de la ciudad, cuya entrada adornaba
una glorieta llamada de las Estatuas; aún rodean hoy el lugar y halagan la vista, las tales estatuas desnudas ordenadas
en el ‘46 por el Ayuntamiento capitular a disgusto de la Curia, para que levantasen sobre sus duras pero bien trazadas
curvas de cemento armado, las banderas de los paises asistentes a la Conferencia Panamericana del '48. Dicho sea de paso, las tales estatuas amanecieron cubiertas una mañana del '49, con sendas prendas
interiores, sin que se sepa aún quien o quienes fueron los autores de aquel hecho, que de insólito no tenía
nada. ¿Cómo podía faltar un gesto tan propio, en ciudad tan casta y tan piadosa como Bogotá,
la que según el dicho, rezaba así el AveMaría : "Dios te salve, María, prima y señora
mía"? En regreso nostálgico a Techo, hoy podemos
afirmar, sin recato alguno, que el lugar fue la pequeña gran puerta de salida de los viajeros de la época, entre
ellos, quien esto escribe. Techo fué y sigue siendo el punto de enlace de esa histórica década de nuestra
vida viajera y la de nuestra amable aunque gris y somnolienta ciudad, con la década revolucionaria de los sesentas
y con el presente, en otro siglo. Hablando de viajes, érase
una vez un hombre que habiendo partido de Techo en 1950, regresa veinticinco años más tarde. A su regreso,
se encuentra, no en el susodicho terminal ni ante sus controvertidas vestales, aún desnudas pero ignoradas, sino
en el nuevo Aeropuerto Internacional de El Dorado; allí se le oyó decir a quienes lo esperaban:
" Bogotá: He vuelto a ti como si nunca me hubiese alejado de tu lado; hoy, una ausencia de casi tres décadas
cobra para mi el significado proverbial de regreso del hijo pródigo; hoy lloro de alegría al contemplar mi linda
sabana, mi añorado tablero de retazos multicolores sembrado de golosinas; hoy siento bien adentro tu calor y recupero
todo lo que creí perdido, "cuando lejos, muy lejos de aquí...." Mas tarde, ya en su casa paterna, rodeado de padres, hermanos y amigos, diría: "Con cuanta
nostalgia vivi esos años de ausencia; siempre recordando la noble estampa de mi ciudad, su sabor sencillo de pan de
yuca, almojabanas, masato de arroz y jugo de curuba-tan diferente al sabor de las hamburguesas y los perros calientes. Hoy,
papá, mamá, hermanos, amigos míos aquí presentes, hoy vuelvo a saborear mi ciudad que se me antoja
es un gran roscón con corazón de guayaba. Y todo fue libaciones y reir y llorar. de alegría. De aquella hora del regreso de nuestro viajero ,a hoy, 2018 480 años
de la fundación original de su "roscón", su ciudad, nuestra ciudad, sigue fundándose. Bogotá
sigue teniendo corazón de guayaba y amasa su roscón todos los días, y todos los días que
amanece, nos sabe más mejor. Joseph Berolo
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Esta Tierra es Mía Finalizaba la década de
los cincuenta cuando una perrita llamada Laica colocada en órbita por la otrora llamada Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, se dio el lujo de circunnavegar este planeta maravilloso llamado Tierra y contemplar con sus
ojos diminutos de astronauta canino el lejano surrealismo de la curvatura terrestre trazado por la vaga silueta de los continentes
entre la colcha infinita de las nubes. Si
Laika hubiese podido hablar le habría sido difícil explicar su asombro ante las proporciones del panorama terrestre
observado desde la órbita relativamente baja que le fue asignada. Meses después, el ruso Gagarin, alcanzaría
por vez primera el espacio exterior y daría comienzo a la hoy ya prácticamente rutinaria jornada humana por
los espacios. Adquirida así una visión
espacial del globo terráqueo, el hombre contemporáneo, puede hoy, desde la sala de su casa, o a bordo de poderosas
naves espaciales, sentir el efecto prodigioso de las amplitudes tridimensionales del universo, su esencia, su contenido galáctico,
forma y transformación. De allí que el enfoque científico del elemento Tierra sea inevitable como inevitable
su sentir poético y religioso dentro de la perspectiva universal, cuando al verlo desde el espacio, aparece convertido
en un minúsculo objeto perdido entre todas las galaxias, aun así, prodigioso en su potencial y único
en sus posibilidades. de conservar la vida, exquisitamente pintado por el Creador en gloriosas pinceladas acuamarinas, como
novia presta para su desposorio con el universo entero. Dentro de lo científico, cabe hablar de sus componentes, del efecto industrial sobre la pureza de su ambiente,
de cómo asolamos su superficie, minando, socavando, removiendo, empujando, transformando y bregando por reemplazar
a Dios creyéndonos capaces de hacer mejor las cosas. De la arcilla, de la piedra, del mármol, de la arena y
de las playas, de los sedimentos volcánicos, de los arrecifes y el mágico ambiente submarino de los parques
de coral, de las enormes montañas, de las inmensas llanuras, de las sabanas, de las pampas, los desiertos, de los bosques
y sembradíos, de los valles, de los riachuelos y de los ríos, los lagos y los mares, de nuestro propio jardín
interior, parque comunal hacia la gran ciudad, de todo hacemos uso como cosa propia inacabable. Y la Tierra corresponde. Pero se queja y muy probablemente muera sin ser escuchada.
Son tantos sus lamentos. Están allí, en el crujir de sus entrañas sacudidas, me atrevo a pensar, por
el peso megatónico de las portentosas construcciones del hombre y su constante trasegar con los elementos. La tierra
se queja. Lo ha venido haciendo desde el tumultuoso comienzo del universo. Pero en aquel entonces milenario, su queja era
la de su formación. Hoy lo es, de su destrucción. Su atmósfera acuchillada por la contaminación espacial puede dejar de protegernos hasta morir
absorbidos por el espectro del holocausto solar. La erosión de las playas nos roba centímetro a centímetro
el espacio veraniego y la seguridad de construir un balcón al horizonte en algún lugar platónico hecho
de nosotros, de mar, de aire y de permanencia. Los huracanes nacen de repente en los desiertos abismales de las costas africanas;
como dragones infernales marchan desbocados hacia las costas de América arrasándolo todo. El más manso
de los elementos, el agua pura, corre putrefacta y desbocada más allá de las cloacas, inundando los valles,
el campo, las veredas, los pueblos y las ciudades, revienta en los deshielos la camisa de fuerza de las represas y los canales
que la aprisionan y esclavizan la voluntad del hombre. Los grandes bosques milenarios se consumen en el pavor de las llamas
precipitadas por el hombre mismo, y se incendian las noches con el fatídico resplandor de su furia incontrolable. Aun así, es una Tierra milagrosa. Domada y sometida
a nuestro antojo resucita segundo a segundo. Donde muere una flor, nace otra, y brotan las delicias de la uva y de la fresa,
el durazno y la manzana al toque sencillo y amoroso de la brega campesina. Una semilla enraíza en el sitio más
inesperado, un árbol crece sobre rocas, al pie de un abismo, y con sus raíces amarra la tierra que se derrumba
y la sostiene con la fuerza de su savia germinal. Así desde de la Creación. Así viajamos hacia un futuro estelar. Lo hacemos en la fantasía
del mañana que se realiza con cada vuelo espacial; en los elegidos pobladores de la primera estación lunar o
marciana. Sin embargo, para el común de los mortales, la Tierra, la que pisamos sabiendo que jamás nos desprenderemos
de ella, es la única nave espacial que poseemos, y un día, sepultados en sus entrañas. Si mañana se me diera la oportunidad de vivir en
otra esfera, la rechazaría porque se me hace imposible, amanecer sin tener que enfrentarme a la lucha por salvar esta
heredad maravillosa, que por bella que aparezca ante los ojos de los astronautas, no les es tan cercana ni evidente como lo
es para quienes la vivimos y amamos sin otra ambición que la de recuperarla para nuestros herederos y los suyos integrada
al concierto universal de naciones. Joseph Berolo
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Retrato En 1948, cuatrocientos diez años después
de su fundación, escribe Don Julio Barriga Alarcón, en su libro: Reminiscencias Del Bogotá de Ayer y
de Antier, "nuestra ciudad, era una cuyo encanto a todos cautivaba; por las calles, las gentes tranquillas ambulaban
sin temor a empujones, ni a los buses, ni a los taxis, ni a ladrones". Éramos románticos, me permito agregar.
Semejante encanto no podía durar mucho tiempo. A la una de la tarde del 9 de abril de 1948, Bogotá lloraba a cántaros; yo también
lloraba al contemplarla desde mi pupitre en el salón de 4to de Bachillerato del Instituto de la Salle, consumiéndose
entre las llamas del Bogotazo, la trágica revuelta popular que habría de transformar para siempre su semblanza
de ciudad patriarcal, renacentista, en la urbe que hoy conocemos. Bogotá, la antigua, como los nobles claustros lasallistas,
se convertiría aquella tarde y durante tres días, en una enorme pila de escombros calcinados envueltos en la
pertinaz neblina sabanera y el negro manto del duelo nacional. Seis años antes, conmocionada por el atrevido y fallido cuartelazo llamado de Pasto, por haber sido
perpetrado en dicha ciudad, Bogotá recibía bajo estado de sitio al entonces Sr. Presidente de Colombia, Dr.
Alfonso López Pumarejo, recién ‘desamarrado" de la silla a la que permaneció atado durante
24 horas por un coronel ingenuo, quien sin tropa ni seguidores pretendía lo imposible: un inocente golpe de estado.
Sin embargo, los hechos subsiguientes confirmarían que el fracasado golpe de Pasto, fue el primer tremor del terremoto
social que sacudiría a la nación seis años más tarde y tendría como epicentro su propia
capital. Paradójicamente, Bogotá
renacería del pavoroso sismo para seguir "pujando y sudando", en un impresionante afán convulsionado
y transformista de búsqueda de El Dorado. la ciudad es una urbe en proceso de renovación sin par en el continente.
Bogotá crece, al fin, aunque desordenadamente, y es universal en el buen comer, vestir, proceder y superarse. De todo ese proceso, el más distinguido es el de
su prodigioso renacer como la Atenas latinoamericana que fuese a comienzos del siglo pasado. Bogotá, atrae todas las
artes; y para ello abre- no solo sus grandes salas de concierto, galerías y museos, teatros y medias tortas-sino sus
propias calles, plazas y plazoletas, para celebrar periódicamente grandes ferias nacionales e internacionales de música,
libros, poesía, pintura, comedia y hasta de mimos, payasos y charlatanes. Bogotá renace en función de
las Artes, escribiendo, cantando y bailando: Bogotá es onírica. Duerme largo y parejo y le gusta madrugar y
marcha pese a sus perennes amaneceres paramosos. Bogotá no deja de ir y de venir en cumplimiento de su papel de deus
ex máchina, el personaje mitológico del teatro griego capaz de resolver todo drama y desenredar cualquier ovillo. Hablando de personajes, los alcaldes, mayores y menores
de Bogotá, son los mejores actores malabaristas, y los más folclóricos, del teatro político provincial;
todos quieren rehacerla y pintarla en su turno, de rojo o azul; en sus manos, un andén angosto, colonial, conveniente
otrora para apretar la novia y cuchichear pegadito, se transforma en amplio bulevar nada propio para el amañe; por
su causa, buena en este caso, abundan las ciclovías pero también crece a la par el "stress" de los
conductores encadenados a los semáforos. Por orden del Ayuntamiento, conocimos los bogotanos el horror de la mutilación
de nuestros mejores rincones residenciales: las infames orejas y mordeduras impuestas a nuestra gran manzana bogotana. Sin
embargo y en honor a la verdad, de semejante enredo, y como consuelo, ya comienzan a extenderse hacia todas las esquinas de
la sabana y del país, libres de trancones, las autopistas, y a funcionar, los elevados puentes antigordianos que pretenden
acercarse por las noches a las estrellas que, en Bogotá, cuelgan muy bajito del cielo; durante el día, a los
bogotanos los atropella, por soñadores, la catarata vehicular del apurado instante de llegada de su majestad Don Pico-y-Placa. Al fin y al cabo, la ciudad es un pañuelo que se
dobla y desdobla a gusto y disgusto por cada uno de sus habitantes; a Bogotá la deconstruyen y desfundan los desganados
de progreso, y lo hacen de mil maneras, las más notorias: decapitar los teléfonos públicos y vaciar por
las acequias el civismo capitalino junto con las canastas de la basura que el distrito trata de sembrar en cada esquina para
que se ‘CONSERVE SU CIUDAD LIMPIA". La
moderna ciudad ama su presente y busca con igual amor su pasado; y cuando lo encuentra, lo reconstruye y mantiene con gran
respeto y fidelidad. Hoy los vecindarios de la Candelaria, el Camarín del Carmen y San Agustín, devueltos piadosamente
a su estado colonial, son tesoros de la humanidad; la ciudad desentierra las vías de hierro de los tranvías
en la vuelta de San Francisco, y pretende reconstruir un tranvía recién hallado en una casona en Soacha, y quiere
que vuelva a rodar por sus calles. En plena Plaza de Bolívar, espera desde 1900, un carruaje con cochero de levita
y rocinante de rojo penacho y cola trenzada; luce viejo, muy viejo, el cochero, aunque remozado está el coche, que,
si le pedimos, bromeando, que nos lleve al Hotel Granada o al Regina, las cinco estrellas de comienzos del Siglo XX, nos lleva.
Allí, el río San Francisco corre nuevamente al descubierto, con renovada frescura, por entre su antiguo cauce
de piedra y de musgo. Igualmente, la ciudad rememora en todos sus metederos, los antiguamente llamados "mentideros arrancaplumas"
de la Calle Real de Santafé. Como hoy, en un Café Valdez, los cotorreadores de la época, iban allí
a rajar de sus contemporáneos, y, "a ver qué pescaban". Bogotá vive y nace y renace de su pasado cachifo, a veces reducido a un comino; es
ciudad cocacola, cuca, infiltrada por galanes de todos los pelajes y chafarotes perseguidos por chapoles que es lo mismo que
decir, por aguacates. Bogotá, la filimisquera y fosfa quinceañera de mi juventud, sigue plagada de maquetas
y de modorra institucional, cortejada por toda clase de jumentos políticos; pero sigue siendo regia, que en bogotano
quiere decir: magnífica, grande, bonita. Hablando
de lo regio, descubrí, rondando hace un tiempo por la Avenida Jiménez, "colinchado" en el recuerdo
a un Tranvía Municipal de Bogotá, T.M.D.B, léase, "Treinta Minutos de Bamboleo", lo último
en guaracha en cuanto a transporte se refiere: El Transmilenio. ¡Cuán dichoso fuera, aunque en apuros fuese,
si renaciera a sus andanzas aquel chino simpático del pre 9 de abril del ‘48, parodia de general republicano
camino a Sibaté, cargado de medallas de latón y alfandoque, y armado con espada de cartulina engomada, que se
la pasaba persiguiendo, cómo un Bobo, los Tranvías, y solo se trepaba a uno cuando paraba para emprender carrera
nueva cuando se moviera. ¡Qué
tiempos Señor Don Simón! De ellos hace un siglo, y la historia no acaba. Hoy, aquí en Miami- algo más
viejo, algo más cansado, veterano de muchas guerras-en vísperas del regreso definitivo a mi "propia casa"
en suelo bogotano, recuerdo un poema mío que termina así: "...y me quedé dormido bajo un balcón
cercano al viejo claustro lasallista, como cuando era niño y caminaba calle once abajo hacia la suerte juguetona del
parque Centenario, saboreando colombinas en la esquina del Florero ¡.No me despertéis!...duermo el sueño
de jamás haber partido y es mi reino el mundo colombiano" Joseph Berolo
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Bogotá Trasnochadora - a ritmo Siglo XXI Bogotá estuvo de fiesta anoche, 12 de junio del 2004. Trasnochadora la llamaron; cada barrio convertido
en un rincón de jolgorio provinciano- al estilo Circasia en el Quindío, recuerdo- porque fue ayer no más
que su encanto me robó el corazón - los bogotanos, se soltaron bebiendo sencillos con cara de doble, escucharon
misa antes de la parranda, y se sintieron portadores de mensajes trasnochados y repentistas. Bogotá trasnochadora! ¡Colombia Trasnochadora! De ello tuve
la oportunidad de hablar con Lucho, a su paso por Belmira, mi pueblo en la ciudad. ¿Quién no habla con Lucho?
¿Quién no le dice lo que le dije, y quién como Lucho, para contestar "¡Claro que Si ...y Para
Ya! " Del dicho al hecho. Se promulgó por edicto, entre muchas otras ordenanzas, que los andenes de la 140, algo
crudos en ciertos sectores, tenían que completarse para las 6 de la mañana del día de la noche de la
trasnochada. Si esto sucedió o no, ¿quién es para inquietarse por nimiedades? La noche del 12 fue hecha
para vivirla despreocupadamente, con lúdico alboroto, inclusive para correr con gran soltura y desparpajo tras el precioso
manojo de las bellas, como Bogotá- ¿Cómo no ir tras la silueta fina de nuestras beldades, su desnudo
talle, su mirada coqueta, y esa pose suya, estudiada, d3 caminar ondulante emanador de temperaturas tropicales para un nocturno
de gélidos temblores- aura de futuras reinas de Bogotá, de Colombia, del Universo? Es tanto el atractivo que
despiden nuestras mujeres, que, en ocasiones, da lo mismo, si por seguirlas y coquetearles, se cumple o no con otros deberes
o nos demoramos un tantico en hacerlo. Es por ello que a Bogotá se la ve hoy por hoy, actuar con mayor cordura, poco desatino, gran lujuria creativa
y moderado proceder. Puede decirse que la patria toda avanza envuelta en una muy artesonada fiesta de talento, estilo y de
muy variada escuela. Sentir a Bogotá, la de anoche, la trasnochadora, fue sentir la patria vibrar en nuevo y ardiente
despertar al medio día del 2004. Bogotá lo hace con fiestas propias para no quedarse atrás de las nacionales
de San Pedro, las equinas de Montería y Sincelejo, las candentes de La Chapolera en el Quindío, las de humor
y sabor en Calarcá y Montenegro, las del Jipao y las incontables fiestas lugareñas, todas de verde corazón
exprimido en torrentes de copas sin fondo para el encuentro del paladar con la parranda. Igual amanecen la Tienda de la
Capota de Armenia, en donde comenzó este 11 de junio el sonoro repartir de nuestra música a todos los puntos
cardinales, y el bambuco montañero a los corredores playeros del Caribe y del Pacífico, y de todas partes de
la patria, la cumbia y el vallenato, al pálido y aparentemente indiferente escenario de nuestra Bogotá, aterida
por los fríos de su tradicional invierno. Pese
a ello, Bogotá es una ciudad caliente en su desempeño como símbolo del progreso de la nación entera.
Basta con citar el TM, (sobra decir Transmilenio) que ya extiende sus ramales al resto de la urbe, con afán, casi que
mortal, que lo ha caracterizado y marcado desde sus comienzos. Los alimentadores ya llevan a los citadinos hasta los terminales
de buses interdepartamentales, y se clonan en metro-cables colgados de los cerros de Medellín. Pereira, copiando lo
bueno, inicia su TM por estos días; Cali hace otro tanto con su MIO. Así
vi anoche a Bogotá, despierta a deshora, trasnochadora, impregnada de un cierto encanto bucólico como los pueblos
andinos, los de collares de palmas y cafetos y guaduas, quimbayas, boyacenses, tolimenses‚ costeños, sinuanos,
guajiros, siempre de juerga, insómnicos, siesteros, los que se "calientan" al rojo vivo en los "puentes"
con el ir y venir de los bogotanos buscando "quemarse". Sin afán por llegar a alguna parte, como la gente
del campo, los bogotanos que no salen de puente, hacen de las ciclovias su autopista, y realizan caminatas. y se abrazan con
todo el que pasa como si fueran viejos amigos, vecinos de cuadra, y sus hijos fuesen a la misma escuela y todos rezaran en
la misma parroquia o asistieran a misa en un centro comercial, o en un parque cualquiera, en alguna esquina, amenizada por
mariachis trinando a cuerda entera, no Salves ni Aleluyas, sino ritmos profanos nada parecidos a los ritos solemnes con música
gregoriana de otros tiempos. Por qué no deducir entonces, que si anoche Bogotá trasnochó-patrocinada por Fenalco,
en beneficio de los comerciantes de la metrópoli, y lo hizo en grande, con fuegos artificiales y orquestas caleñas,
no fue para seguir trasnochando hasta llegar a un amanecer de andenes y puentes recién inaugurados, no de piedra y
cemento y bolardos, sino de concordia, tendidos a lado y lado de la más deseada de todas las avenidas de la Patria:
la Avenida de la Paz. Y ¡Para Ya! Una trasnochada permanente en espera de la tan anhelada Paz - que para dormir tendremos
la eternidad. Joseph Berolo
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Bogotá es Colombia Hablando
de Dorados y de fundaciones, opino que nuestra ciudad de Bogotá ha sido fundada, no dos, sino muchas veces más,
y que otras tantas fundaciones la esperan; es que Bogotá no deja de crecer y rehacerse y coquetear voluptuosamente
con su destino de ciudad capital, forjado diariamente en un impresionante e interminable cambio de renovación política,
social, cultural y urbana. Es precisamente en ese "revolcón” en el que estamos involucrados todos los colombianos;
lo estamos porque Bogotá es Colombia. En ella hacen presencia todas las gentes de todas las ciudades, pueblos y veredas
de la patria, y su clamor, a cuál más de angustiado y esperanzado, la conmina a un renacer constante y a crecer
preñada de lamentaciones y acosada sin tregua por las expectativas propias y ajenas. En Bogotá-toda escaramuza que se libre en los cerros vecinos de la Calera o Cáqueza;
toda emboscada urbana y desafuero que ocurra en la propia Avenida Caracas, en el cercano Sumapaz, o en las apartadas regiones
de las amazonas colombiano; todo secuestro; toda fiesta o duelo, y, sobre todo, toda guerra, esa guerra nuestra que nos alcanza
a todos estemos donde estemos-todo tiene eco. La pequeña villa de Santafé del Adelantado Quesada, es hoy por
hoy, una villa globalizada en donde repercute y se confunde en un solo escenario de aparente armonía, todo lo bueno,
todo lo IN del mundo moderno y todas las calamidades del mismo. En Bogotá nada está OUT. Allí se reanima, gobernando, el espíritu de nuestros fundadores y libertadores;
allí se hacen y deshacen todas las tradiciones populares y bajo su égida se amparan o se desenmascaran en un
grandilocuente desmande de tutelas, toda clase de conspiraciones y de conspiradores. Podemos decir, sin exagerar, que Bogotá
es una dama muy vieja y muy nueva, muy maja y muy coqueta y presuntuosa, que se arregla y desarregla a toda hora con asombrosa
propiedad y constancia y encanto. De ello da prueba
Don José María Cordobés Moure en su obra Reminiscencias de Santafé de Bogotá, cuando narra
los festejos del 20 de Julio de 1872: "No quedó pared sin enlucir, puerta ni ventana sin pintar, ni calle sin
desyerbar y barrer; en una palabra, la población parecía una tasita de oro porque se
trataba de dar prueba tangible del grado de civilización que hemos alcanzado después de sesenta y dos años
de mayoría de edad". A solo siete años del segundo centenario de su independencia, y 465 años de
fundada, Bogotá aún puja por seguir siendo esa tasita de oro. Grandes contingentes de desesperados golpean el borde de la dichosa tasita, buscando
pan y abrigo; otros tantos, llegan a las embajadas
extranjeras en busca de visa para poder huir de las pesadillas locales a las pesadillas extranjeras. Bogotá, es una
ciudad de desplazados, emplazados, invasores e invadidos. Para todo y para todos hay campo en Bogotá, y derechos, y
justicia. Sin embargo, al otorgar esos derechos y ejercer esa justicia, la ciudad peca muchas veces, de sordera.; igual se
arrepiente, pero siempre vuelve a pecar. En Bogotá,
según el dicho" la Justicia cojea, pero llega"; es parte de su andar, como también lo es el buen proceder
y legislar a su regio saber y acomodo. Al fin y al cabo, Bogotá es la cuna de la libertad y de las leyes colombianas;
lo es también de las ciencias todas y crisol poderoso y muy moderno de avanzadas inquietudes cibernéticas; es,
inclusive, un poderoso imán que atrae desgraciadamente las causas más tristes. A su portal
Dorado, llegan los mercenarios provenientes de lejanos y caducos centros de contienda, a venderle ideas ---non sanctas.¿
Es por ello, que Bogotá, al igual que el resto de la
nación, vive rezando día al paso de los inacabables funerales de las víctimas de nuestra ya legendaria
guerra. Mientras suenan las campanas en todas las iglesias del país, desde la Catedral Primada en
la Plaza de Bolívar hasta Nuestra Señora de las Lajas en nuestra más remota frontera sureña, la
justicia marcha, cojeando la más de las veces, pero marcha, y entre muchos juicios notables, extradita a los parias
que manchan su nombre- Así, Bogotá, muere y nace y muere y se funda una y otra vez con esa voluntad suya, tan
férrea y obstinada de noble y heroica madre de la libertad. Dicho lo dicho-confiando en abrir el tema, que es tan extenso, a los historiadores de nuestro ayer y los del presente,
cuando el hoy sea historia, y se hable menos o casi de nada sobre nuestro doloroso cauce actual, reanudo el tema de la eterna
fundación de Bogotá.Joseph Berolo
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2018 Usted es nuestro visitante No.,
Bienvenidos a la Paz para nuestro tiempo y el tiempo de nuestros hijos y los hijos de sus hijos
a través del cultivo de las Bellas Artes en los jardines de su mente y sus corazones . El mundo de la Poesía
convertida en hechos conductores de Paz y Armonia universal.
"Pido humildemente a Dios que nos ilumine, a la Virgen del Campo, Patrona de Bogotá,
que nos acompañe y a todos los académicos su consagración en la presentación de estudios históricos
que serán editados en nuesto Boletín" Cecilia Fernández de Pallini, Presidente Academia de Historia de Bogotá - Museo del Chicó.
Agosto 1o, 2018.
Bogotá, ciudad, "La más cosmopolita y amplia de Colombia" Bogotá, mi ciudad, grande y hermosa, a más de dosmil metros levantada, donde el Dios de Colombia, Omnipotente, sentó su planta y extendió su mano. Yo te canto feliz, ¡ ciudad abierta! En ti, el mundo inmenso, concentrado, cabe, se encuentra, ¡vive! se ennoblece y entusiasma. ¡Oh, Bogotá cosmopolita: eres de todos. Para nadie, extraña. Brindas tu abrigo y amorosa mano al nativo, al turista y al hermano. Circundada por montes enlazados los reflejos de múltiples luciérnagas te rescatan recuerdos del arcano... Finos halos de luces atraviesan tus perfiles y recuerdos milenarios. Te miro silenciosa en la noche, sin brillo de luceros, como un piélago de estrellas en tu plano. Cecilia Lamprea de Guzmán De su libro de Poemas Vuelos del alma (2010)
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LA FUNDACIÓN DE BOGOTÁ, EN POS DE LA VERDADERA HISTORIA Luis María Murillo Sarmiento MD
Entre el relato cotidiano y la avidez por los detalles y hechos precisos, propios de quienes llevamos la
pasión de Heródoto en las venas, hay un mar de curiosidad y desazón, que no se aquieta sin la colocación
precisa de las piezas. La fundación de la "mui noble, muy leal y ciudad más antigua del Nuevo
Reino" -, la Bogotá que palpita en nuestros corazones, puede ser la sencilla historia de un seis de agosto, de
doce chozas y tres conquistadores, que a todo bogotano le enseñan en la escuela. Pero puede ser, también, una
historia más profusa, con versiones y detalles vagos o imprecisos, en la que debo acudir a conjeturas tras analizar
hechos que pareciendo los mismos no coinciden. El acta de fundación
nadie la encuentra, los archivos del cabildo ya no existen, hasta lo que quedaba en el Archivo Municipal se lo llevó
el incendio que consumió las Galerías de Arrubla en 19002. Además se perdió cuanto escribió
Jiménez de Quesada. Seguramente en su "Relación de la conquistas del Nuevo Reino de Granada" y en
su "Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino" estaban los detalles que me hacen falta para hacerme
a una historia irrebatible. En ausencia de documentos
oficiales y de una fuente directa de los hechos toca conocerlos a través de los cronistas. No fueron de la fundación
testigos presenciales, pero recogieron una tradición reciente en su momento. Se heredaron unos a otros las noticias
y si lo que afirman no es auténtico ya la historia lo tiene como cierto. Han sido los más estimados, y
fuente de mis indagaciones, Fray Antonio Medrano (-1572), Juan de Castellanos (1522-1607), Fray Pedro de Aguado (1538-1609),
Juan Rodríguez Freyle (1566-1642), Fray Pedro Simón (1574-1628) y Lucas Fernández de Piedrahita (1624-1688). En relación con nuestra historia vale la pena tomar en cuenta
ciertas consideraciones que demuestran que aquellos solamente pudieron conocer los acontecimientos por terceros: Para la fundación
de Santafé, Castellanos era un adolescente que aún no llegaba a las tierras descubiertas por Jiménez
de Quesada, Pedro de Aguado era de brazos, Rodríguez Freyle, Pedro Simón y Fernández de Piedrahita aún
no habían nacido. En cuanto a Antonio Medrano buena parte de su vida de es un misterio, fecha y lugar de nacimiento,
por ejemplo, son desconocidos. Sin embargo, antecedió a los demás cronistas en el Nuevo Reino de Granada, participó
en las conquistas y acompañó a Jiménez de Quesada. Probablemente conoció de boca del fundador
la verdadera historia. El Archivo General de Indias3 no aporta más que lo que afirman los cronistas. El historiador
Juan Friede, ucraniano del siglo XX, nacionalizado en Colombia, en "Descubrimiento del Nuevo Reino de Granada y fundación
de Bogotá" aborda los misterios de la fundación tras detallado análisis de los documentos relacionados
encontrados en el archivo mencionado. La realidad,
más que la verdad, suele ser una tradición que damos por sentada. Cuando es difícil soportarla en pruebas
fehacientes, recurrimos a los testimonios, y en muchos casos, como en este de la fundación de Bogotá, el testimonio
es el mismo, pero salta de autor en autor, de texto en texto y de siglo en siglo, irremediablemente. Vemos por ejemplo que José
Manuel Groot (1800-1878) en su "Historia y cuadros de costumbres" retoma a Lucas Fernández de Piedrahita,
y este se vale de Juan Castellanos, del "Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino" de Jiménez
de Quesada, y de los escritos de Pedro de Aguado y Antonio Medrano para escribir la "Historia general de las Conquistas
del Nuevo Reino de Granada4".Aguado retomó
la historia escrita por Medrano cuya publicación truncó su muerte. La completó y perfeccionó,
dice Pedro Simón. Nació así su "Recopilación Historial", obra cuya autoría, en
cabeza de Aguado, debe razonable y justamente atribuirse a los dos religiosos y cronistas. Rodríguez Freyle cuenta la historia de la fundación en "El Carnero",
obra que de por sí tuvo por título original el de "Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada
de las Indias Occidentales del mar Océano y fundación de la ciudad de Santafé de Bogotá, primera
de este reino donde se fundó la Real Audiencia y Cancillería, siendo la cabeza, se hizo arzobispado".Prosiguiendo en esta sucesión de trascripciones, los textos
de Aguado fueron fuente para los de Fray Pedro Simón, quien particularmente reprodujo los de Juan de Castellanos, a
quien le cabe el título de cronista más copiado. En una época en la que probablemente poco se hablaba
de copias y de plagios, la obra de Castellanos, "Elegías de varones ilustres de Indias6", escrita en verso,
es ingeniosa y única. Dan fe de ello sus más de cien mil endecasílabos. Fray Pedro de Aguado,
tomado por el más antiguo de los cronistas del Nuevo Reino -sospecho que puede ser Medrano-, era como Medrano religioso
franciscano, llegó a finales de 1561 al Nuevo Mundo -23 años después de fundada Bogotá- y en agosto
de 1573 era provincial del convento de San Francisco en Santafé. De Juan de Castellanos se sabe que pasó por
Santafé en 1551 y en 1560, y que murió en Tunja en 1607, parroquia a la que sirvió durante 45 años.
Fray Pedro Simón llegó al Nuevo Reino en 1604. Los otros dos cronistas son neogranadinos, nacieron en Santafé
de Bogotá 28 y 86 años, respectivamente, después de fundada: Juan Rodríguez Freyle en 1566 y el
obispo Fernández de Piedrahita en 1624.Y volviendo a la fundación
de Bogotá, ¿en dónde comienza la ciudad, entonces? ¿En el Chorro de Quevedo? ¿En la Plaza
de las Yerbas? ¿En la Plaza Mayor, hoy de Bolívar? Ordenando los hechos y haciendo la correlación debida creo que la sucesión es como sigue: Llega el fundador al primer pueblo muisca el 12 de marzo de 1537.
Es Bacatá, el mayor de los dominios de los muiscas. En sus feudos está Chía, pueblo en el que pasa esa
Semana Santa. Marcha a Suba, en donde permanece quince días. Desde sus cerros, con su vista, domina la Sabana. El valle
del cacique Bogotá, que es el que observa, lo inspira a darle el nombre de otro grabado en sus recuerdos. Valle de
los Alcázares, lo nombra. Muchos sucesos acontecen. Hay expediciones, enfrentamientos, ambiciones, titubeos hasta
la pacificación del territorio7. Tras ello, en búsqueda de un nuevo sitio para asentar la tropa, Pedro Fernández
de Valenzuela, enviado por Jiménez, encuentra el lugar en Thybzaquillo (Teusaquillo), sitio de recreo y mirador del
zipa. Allí se instalan. El sitio será luego la plaza del Chorro de Quevedo8 -o sus inmediaciones-, hoy oriente
la de carrera segunda y norte de la calle trece. Es apenas el asentamiento militar, la instalación de un campamento.
Un nombre le da al futuro pueblo: lo llama Nuestra Señora de la Esperanza; Santa María de la Esperanza, afirmarán
algunos. Pero Bogotá aún no se ha fundado. Así que descartemos como lugar fundacional el Chorro de Quevedo. Gonzalo Jiménez de Quesada ha de marchar a España a dar cuenta de su descubrimiento,
pero considera que antes debe dejar "asentada y poblada alguna ranchería á modo de pueblo, en donde quedasen
avecindados los españoles que dejaba" -escribe Fray Pedro Simón en "Noticias Historiales"-, para
que las tierras del cacique Bogotá las dejasen libres a los indios. Ordenó explorar el territorio y encontrar
el mejor sitio para asentar las casas. Lo escogieron en esa aldea llamada Teusaquillo. Jiménez en presencia de indios,
capitanes y soldados se apeó del caballo y dijo -según Simón-: "que tomaba posesión de aquel
sitio y tierra en nombre del invictísimo Emperador Carlos Quinto para fundar allí una ciudad en su mismo nombre
[...] desnudó la espada diciendo: que saliese si había alguien que lo contradijese á aquella fundación.
[...] No habiendo quien saliese á la defensa, envainó la espada y mando al escribano del ejército hiciese
instrumento público que diese testimonio de aquello con testigos". El sitio corresponde a lo luego se conocerá como Plaza de las Yerbas, y siglos después como Parque
de Santander. En los días siguientes se
erige una ermita y doce casas de paja en recuerdo de los doce apóstoles, dice Pedro Simón, aunque Juan de Castellanos
afirma que las doce tribus de Israel las inspiraron. El Día de la Transfiguración del Señor, 6 de agosto
de 1538, se funda la ciudad, si bien alguna posibilidad dejan los historiadores de que haya sido en 1537, dado que las crónicas
señalan que fue cinco meses después del arribo de Jiménez de Quesada a territorio muisca -¿por
qué no pensar entonces que su llegada se produjo en marzo de 1538?-. Lo que no deja duda es que el fraile dominico,
Domingo de las Casas, probablemente primo o hermano de fray Bartolomé, el "Protector de Indios", dijo la
primera misa y que la ciudad recibió su nuevo nombre: Santafé. La ermita de paja, primera iglesia de la ciudad, fue reedificada y tomó el nombre
de capilla del Humilladero. En 1877 la demolieron. La que hoy vemos en la Plaza del Chorro de Quevedo, apenas la recuerda,
no es la misma, como algunos piensan, ni es contemporánea, ni ocupa el mismo sitio. Se llama San Miguel del Príncipe
y escasamente en 1969 la erigieron.Seis meses después
de aquel histórico día de la Transfiguración, en febrero de 1539, el arribo de dos conquistadores, uno
del sur, español y victorioso, Sebastián de Belalcázar, fundador de Guayaquil, Quito, Cali y Popayán;
y otro de oriente, alemán y maltrecho, Nicolás de Federmán, inquietan a Jiménez de Quesada. El
encuentro es amistoso. Sin ánimo bélico zanja Jiménez toda diferencia con los recién llegados.
Les ofrece castellanos de oro y otros privilegios, y acuerda con ellos que la Corona decida quién debe gobernar lo
conquistado. Seducido por la reflexión
de Belalcázar, de los tres, el que más pueblos ha erigido, don Gonzalo se hace a la idea de también él
fundar ciudades, y toma por tarea la una segunda fundación de Santafé, pero con la formalidad jurídica.
La del 6 de agosto había pasado por alto los requisitos exigidos por las autoridades españolas, como demarcación
de cuadras y de calles, repartición de solares y designación de autoridades. Jiménez en esta oportunidad
señala calles, plazas y solares, ubica la iglesia, y designa alcaldes, regidores y alguacil mayor10. Y lleva a cabo
el 27 de abril de 153911 la fundación jurídica, en terrenos de lo que será la Plaza Mayor, hoy de Bolívar.
Asisten a ella los tres conquistadores. Se mantiene el nombre: Santafé, en homenaje a la Santafé de Granada,
de la que Jiménez fue vecino12. Y Nuevo Reino de Granada llama a la tierra conquistada. Santafé de Bogotá
por largo fue abreviado en cinco letras, "Stafe", en muchos documentos coloniales -En julio de 1539 los tres conquistadores, en Cartagena, se embarcaron para España. Entre las dos plazas fundacionales, hoy el Parque de Santander y la Plaza de Bolívar,
se desarrolló la ciudad en los años postreros de la Conquista y los siguientes de la Colonia. El emperador Carlos V reconoció, mediante cédula real, el 27 de julio de 1540,
a Santafé como ciudad, y ocho años después le otorgó el título de "muy noble, muy
leal y ciudad más antigua del Nuevo Reino", y le confirió un escudo con un águila negra "coronada
de oro que en cada mano tenga una granada colorada y por orla unos ramos con granadas de oro en campo azul, según va
pintado e figurado" Al regocijarnos, en esta
efeméride, con esta ciudad que a la vez que nos da dicha, nos angustia y nos desvela, retomemos los versos de Juan
de Castellanos, para con ellos cantarle a la Sabana: ¡Tierra
buena, tierra buena! ¡Tierra que pone fin a nuestra
pena! Tierra de oro, tierra bastecida, Tierra para hacer perpetua casa, Tierra con abundancia de comida, Tierra de
grandes pueblos, tierra rasa, Tierra donde se ve tierra
vestida, Y a sus tiempos no sabe mal la brasa: Tierra de bendición, clara y serena, ¡Tierra que pone fin a nuestra pena! 1. Título dado a la Santafé de Bogotá por rey Carlos I de España y emperador Carlos V
del Sacro Imperio Romano Germánico. 2. Edificio que albergaba un centro comercial y la sede municipal de Bogotá.
Hoy su sitio lo ocupa el Palacio Liévano. 3. El Archivo General de Indias de Sevilla creado en 1785, centraliza
los documentos relacionados con la administración de las colonias españolas. 4. En los capítulos
segundo y cuarto del sexto libro se refiere a la fundación de Bogotá. 5. El cronista mezcla, a mi parecer,
sucesos de las dos fundaciones y da por fundada la ciudad el 6 de agosto de 1539. Puede ser un error de trascripción.
La que se tiene por fundada en esa fecha es la ciudad de Tunja, y Rodríguez Freyle la ubica un año después,
el 6 de agosto de 1540. 6. La obra, que nació después de 1568, se refiere a la fundación de Bogotá
en su cuarta parte: "Historia del Nuevo Reino de Granada". 7. En los capítulos sexto y séptimo
del libro tercero de la primera parte de la "Recopilación historial" de Fray Pedro de Aguado el itinerario
se narra con detalle. 8. Llamada así desde 1832 cuando el padre Quevedo adquirió el terreno e instaló
la fuente. 9. Capítulo XXXVI de la "Segunda noticia historial" en la segunda parte de "Noticias
historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales" de fray Pedro Simón. 10. Capítulo
VII de la "Tercera noticia historial" en la segunda parte de "Noticias historiales de las conquistas de Tierra
firme en las Indias Occidentales" de fray Pedro Simón. 11. El mes lo consigan varias crónicas, pero
del día -27- solo da fe el capitán Honorato Vicente Bernal, testigo directo y acompañante de Nicolás
de Federmán, según señala Juan Friede en el capítulo VII de "Descubrimiento del Nuevo Reino
de Granada y fundación de Bogotá" 12. En Santafé de Granada vivió, más no
hay pruebas concluyentes de que allí haya nacido.
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EL REGRESO DEL FRIO Cuando por fin llegué del viaje caminé por los caminos de la partida hacia el mismo lugar que habitó la fiebre del huir lejana poblada
deste frío negro de la noche trasegada
por todos los olvidos. No hallé la hora nueva mas
la sorda dentellada del tiempo consumido en la hoguera engañosa de suelos extranjeros. Solo hallé mi propia tierra hueca de petardos, la
cosecha de muertos míos y de todos, la pared
erguida de todas las tristezas sobre la tumba de
los sueños que soñara y el sabor
perenne de los que atrás dejara. Las formas que tuvieron
escultura, marchitas yacen bajo Las Furias - al asomo de la risa cantarina de los nuevos manantiales de las eras se pliega el rictus amargo de los viejos que miran mudos mi planta aventurera como
si no existiera, ausente en vida como ellos. Ni la calle angosta
existe de alfareros toledanos, ni el alto balcón de los amores callados, vigilantes, ni
la plaza de abrigos taciturnos ni la fuente que
lloraba la pena de olvido de la estatua, ni el atrio aquel de Santa Inés para el raigambre humano dominguero.
Nada queda y todo queda y el dolor se ahonda detenido ante la puerta de lo que fuera aquella estancia nuestra de abrigos y quimeras- solo escucha la comparsa de nuevas mascaradas. Ya
no la fiesta propia ni
fisgonear por entre cortinas rotas el
cumpleaños de la hermana ni
poder llegar de tarde y
encontrar la puerta abierta, la
cena puesta y el abrigado lecho, o
lanzar guijarros cautos a
la ventana fraterna, trepar
por la pared de atrás, tener
de amigo al perro guardián o
dormir sin pena bajo la entrada para
un alba de excusas borrachas; ya
no existe nada de todo aquello fiel, la
casa fue vendida al primer
llegado de otra tierra, el
hogar aquel bendito de otra hora lo
habita suerte despiadada. Doblé la esquina esquivando lo cierto, me fui de largo sin saber a donde, caminando lento mis memorias hacia las amplias avenidas nuevas- por las frías madrugadas escolares pasaban las sombras enruanadas, los coches negros del Taxi Real y los tranvías largos en mustia procesión de espejos retratando la muerte de los años. Solo
el mapa del antojo, sobre
la fría desnudez de la Plaza Mayor dormía el Prócer su soledad de piedra a la sombra del viejo capitolio. Todo estaba allí y nada estaba, solo yo quedaba inmóvil bajo la eterna majestad de la Basílica Primada. Nadie a quien llamar de tanta gente nueva que vociferante pasa sin que a nadie pueda del ayer hablar- los antiguos dónde están?- de semejante embrujo solo la mirada extraña, indiferente cruza... Si fue bien cierto que de lejos nos hablamos tanto nada pudo de la ausencia derrotar la suerte de perderlo todo... Y asi un día y otro día, otra fecha y otro año, cien aniversarios....el Adiós, las nuevas, lo viejo, todo fue -y el retrato aquel de antaño no cambió. En
su marco de oro los recuerdos, la
madre siempre joven, el
padre siempre adusto, los
hermanos, pequeños se quedaron- tuvieron hijos nos dijeron. Se cruzaron con besos los senderos y un manantial de te quieros recargó las líneas que de tanto ruego creímos poblados los abismos de amores presentes duraderos.
Un día se nos fueron los amados, los olvidados, los ignorados, los nunca conocidos, y
no lo supimos... a destiempo doblaron las campanas en la torre de los cielos y fueron tardes negras enlutadas sin aquellos qué
se fueron, que se fueron... Madre, padre,
abuelos, todos los hermanos...los amigos, los grandes caudillos, aún se escucha su voz en los abismos- sin poder en paz dormir, su espera
larga es... de nuestra ausencia pende la última mañana. Se nos fue también la patria
aquella de mimos terrenales... donde reinó la aurora cunde pavor de tempestades. Cuando por fin llegué del viaje caminé por los caminos de la partida hacia el mismo lugar que habitó la fiebre del huir lejana poblada deste frío ahora negro de la noche trasegada por todos los olvidos... ...Y me quedé
dormido bajo un balcón cercano al viejo claustro lasalliano como cuando era niño y caminaba calle once abajo hacia la suerte juguetona del parque centenario saboreando
colombinas en la esquina del Florero...
¡No me despertéis! Duermoel sueño de jamás
haber partido y es mi reino el mundo colombiano. Joseph Berolo Bogotá, Agosto 7, 2004
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A Bogotá
Gladys Semillan Villanueva Argentina Pedí que me acompañaran, queria transitar de noche
tu gran plaza deseaba escuchar mis pasos en esas piedras que seguro estaban
muy vigiladas por otros pasos de antaño,seguros, firmes, aquellos que la trajinaronen el 1538y reafirmaron en el 1539. Quise ser una más entre ellos, confundirme en la noche que iba cayendo, atisbar las palomas
que aún revoloteaban en incierto vuelo buscando un cable,un cobijo donde acurrucar el sueño. Iba vestida de nube y la humedad de la noche,hacía
juego con los pimpollosde rosas que compré para aromar el sendero. Los murmullos del pasado rondabansin miramientos,
trepando por las paredes,haciendo un extraño concierto de voces de los valientes, sus niños y sus mujeres. Y es el cielo que
se expande que les muestra el camino y es el orgullo y la fe, que desde el campanario se esparcen, y
ya no hay límites, ni montañas, ni cerrallostodo están en vuelo, se avanzadesde esta
Bogotá que despierta alborozada. Me confundo entre ellos que son almas que con frescura de besos de sus bocas un un himno ensayan.
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La Luz de Bogotá se Prende aquí...
Jeremías se dirigió hacia una esquina
de la pequeña sala de su apartamento en el condado de La Guardia, Queens, NY. Allí conservaba un antiguo globo
del mundo, adquirido de Readers Digest, llamado spot globe por su cualidad de tener un punto de luz movible para señalar algún
sitio del mundo. El tal llamado spot, marcaba siempre una ciudad en el corazón de Sur América. Los ojos de Jeremías se posaron un breve instante en ese punto iluminado
y sus labios, pronunciaron en nostálgico susurro: ‘'Hasta mañana mi Bogotá'. Afuera, la quietud
de la noche comenzaba tardía a esa hora en la que aún resonaba el eco de la celebración del Centenario
de la Estatua de la Libertad.
Jeremías había permanecido lejos de las multitudes que celebraban el cumpleaños
de la augusta Dama, renovada y soberana sobre su magnífico pedestal, besada por las aguas del Hudson en su última
jornada hacia el infinito gris marino, más allá de los arrogantes rascacielos neoyorquinos. En su corazón, Jeremías celebraba
su propia Libertad en compañía de su inseparable amiga, Soledad- recordaba la hora aquella cuando partió
de su patria a bordo de un mito aventurero. Ya los años no contaban, solo la voluptuosidad de la vida, en armonía
con el paso del viento, mesurada existencia otoñal. Detenido en un rincón de la inmensa geografía
de su mundo caminante, Jeremías disfrutaba de esa edad mental que a todos nos llega, de saborear sin afán las
horas y reafirmar sin alarde la razón de nuestra existencia. Jeremías regresa así diariamente a la patria
añorada en ese acto ritual suyo, de prender la luz de Bogotá. En espera a que su ciudad se duerma, Hasta Mañana, le dice al arroparla. Joseph Berolo La Guardia, New York . 28
de octubre de 1986
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Uno de los viejos anhelos
de los habitantes de la capital, el de tener una institución que rescatara todo el patrimonio histórico de la
ciudad, se hizo realidad el 5 de Febrero de 1988 cuando el entonces alcalde de Bogotá, Julio César Sánchez,
expidió un decreto en el cual se ordenaba organizar la Academia de Historia de Bogotá. Entre las consideraciones
para volver realidad esta iniciativa, se destacaba el deseo de rescatar y conservar para conocimiento de las actuales y las
futuras generaciones, toda la herencia cultural y proteger el acervo histórico. Entre los miembros fundadores estuvieron,
Alvaro López ardo, Elvira Cuervo de Jaramillo, Jaime Durán Pombo, Jaime Posada, entre otros .Con motivo de la
celebración de los 30 años de su fundación, este 6 de Agosto 2018, Naciones Unidas de las Letras Semillas
de Juventud Siglo XXI, se propone a través de este portal publicar y difundir la historia de nuestra ciudad desde el
punto de vista cultural histórico, con la publicación de obras literarias, poesía, novela , narrativa
breve, cuento, que den testimonio de nuestro patrimonio intelectual como legado para las actuales generaciones y sus descendientes.
Los Fantasmas del Tequendama- o EL HIJO DE MATILDE, de Joseph Berolo recrea su argumento, a partir del asalto guerrillero
perpetrado en la madrugada del 6 de Abril de 1929 a un pueblo indefenso llamado Palmarito, situado en el Valle de las Palmas,
al oriente de la capital de Colombia, retratando el rostro íntimo del fantasma de la guerra fratricida que ha herido y sangrado
de muerte a Colombia desde comienzos del siglo XX.
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