Leer a
ANA CECILIA BLUM, Es sentir su corazón palpitar en cada letra, en cada verso, en cada estremecimiento de su pluma,
y experimentar temor de llevar esos latidos a una página web sin perder un nanosegundo de su preciosa existencia.
Ejerce su lira una fuerza sensorial tal,que si bien sacude todos los sentidos materiales,también se convierte en
experiencia existencial que estremece las fibras más íntimas del ser espiritual hasta hacerlo entrar en órbita
llevado por la fuerza gravitacional de sus sentimientos-* ----"LEVÁNTATE Y ANDA...,Convéncete/ estás sola con tus carcomas/, nada cambia, ni siquiera los
altos / decibeles de tu grito...,SUPERVIVENCIA / Cualquier trabajito que compre y fermente// el ser en las noches
bohemias, POETICUS/ Escribo, porque todo en mí es un desencuentro:/los terminales se mudan, las calles cambian
de nombre/y nunca atino estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas./Escribo, porque aunque duele,
no duele tanto./Escribo, para llenar los cántaros/limpiar los espejos,/empuñar los espacios,caminar los laberintos./ Escribo,
para no morirme de pena/por eso escribo...""¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos
como el adorno de un dios? le hubiese preguntado Vicente
Huidobro en su Canto I, Altazor. "Yo, que canté sobre las blanquísimas
criptas de tus bardos.Yo, que cuidé del moho los ojos tu masa cotidiana. Yo,
que anduve recogiendo entre mis voces a tus vástagos." Hubiera contestado desde su CIUDAD. Bienvenida al Mundo de Uniletras.Joseph Berolo.
Ana Cecilia Blum
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Ana Cecilia Blum
Ana Cecilia Blum. (Ecuador, 1972). Poeta
y ensayista. Estudió Letras Hispánicas en Estados Unidos y Ciencias Políticas en Ecuador. Autora de los
poemarios: Descanso sobre mi sombra, 1995; Donde duerme el sueño, 2005; La que se fue, 2008;
La voz habitada (Co-autora), 2008; Libre de espanto, 2012; Todos los éxodos (Antología
Personal), 2012; Poetas de la Mitad del Mundo, Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas
(Co-Antóloga), 2013; Áncoras, 2015; Donde habitan las palabras, 2017. Ha sido invitada a leer
su poesía en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, dentro del marco del encuentro literario La
Pluma y la Palabra en Washington D.C.; ha participado en varios festivales literarios en América y Europa.
Actualmente es editora de la gaceta literaria Metaforología. Es una sobreviviente de poliomielitis.
EL TRAJE Este traje que llevo no me lleva. Me cargo sola sin
atavíos textiles.
No soy sus hilos, sus trazos o las tijeras
que lo hicieron. Este traje es piel que no reconozco, es pellejo que cubre. Adentro hay otra, ajena
a sus costuras.
Este traje no es mi cielo.
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ME LEVANTO
Oficio la liturgia de la llama
en un renglón viene hacia mí
la vida, acaso también la muerte
luces gotean sin fatiga bebo de mi voz la boca es un incendio y un poema se incrusta en el tronco del secuoya que sobrevive al fuego de la ira.
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ADENTRO Se buscaba por dentro. Se buscaba. ~ Juan Ruiz Peña
Ruidos de mí salen a traspasar el alba, ese andén de la penumbra que no sabe ser noche o día, indeciso
en la primera luz de la ruptura.
Sendero de huida hacia el crepúsculo
enredado entre las hebras
de un corazón meciéndose de
miedo.
Buscarse en los zapatos
que no volvieron a mirar,
en la mano que fecundó el adiós.
Hurgarse como hurgar tierra y encontrar los gusanos que una estación antes habían sido hojas de fronda, coloridas, ahora solo el odio repetido, hallazgo de enfado que viene de la infancia.
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LA NOCHE ES EL ESPEJO
Y en el espejo está el relato, un andar las arcillas de todo lo que fuimos todo lo que no fuimos por intención por desidia. Vamos hacia los filones del pasado, costumbre sombría de los pasos cuando es de madrugada y el desvelo un alevoso. Es la noche, su dominio, ases guardados en la manga oscura, barajas
en los cristales refractarios,
hasta que uno vuelve
a encontrarse, fundirse con la repetición del sol y sus disfraces.
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RITUALES Recoger botellas de vino en la mañana y esperar en su vacío las respuestas.
Apuntar más de un verso en las pupilas de mi gato, el ritmo en sus pasos de pantera. Retornar al río hijastro del deshielo, a la tarde detrás de las lomas coloradas.
Hundir los dedos en la nieve, perder el tacto de los días. Voltear hacia el desierto desempolvar al dinosaurio dejar que sobreviva de mis huesos. Caminar la yerba seca de los filos, lo perdido en las orillas.
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SER DE AIRE Torbellinos entran y salen de esta casa-cuerpo a cualquier hora. Vórtices
me arrastran a otros
mares. Corrientes
colman mis alforjas de otra arena.
De vendavales se hace mi trayecto. De tornados mi memoria. Todos los huracanes del mundo llevo adentro.
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EL NOMBRE Repetir un nombre. Un nombre como
una piedra en la espalda, una
piedra enorme que no
cae al suelo.
Un nombre como una mancha en el pecho, una mancha persistente que no se altera. ¡Ah! un nombre, absurda urgencia de asirse a un nombre aun cuando
se va muriendo.
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COLISIÓN
Subir las escaleras, abrir la puerta y encontrarse con el mar, la luna llena, el firmamento. No.
No se encuentra lo que se quiere.
Se encuentra otra cosa.
El rocío eterno de la soledad servido
en vajillas o colgando de las paredes.
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CIUDAD «Yo te amo ciudad... aunque soy en tu olvido
una isla invisible...»
(Gastón Baquero)
Me diste un rostro ciudad. Me amasaste de la sombra. Me hiciste verso de calle en los fogones del asfalto. Ninguno de mis pasos atiza hoy tus bordes, ciudad, ya no soy el pan bueno de tus manos, ese crío fiel que ofrecías a los parques, las estrellas,
las esquinas. Mi nombre es ahora tronco abierto irreparable, ciudad, prolija en chupar desde la amnesia
los huesos del peregrino,
ligera en atravesar con sus colmillos
a quien no ancla. Yo, que canté sobre las blanquísimas criptas
de tus bardos. Yo, que cuidé del moho los ojos tu masa cotidiana. Yo, que anduve recogiendo entre mis voces
a tus vástagos.
Quisiera ser otra vez la casita colorida que cuelga de las peñas,
la balsa de acuáticos jacintos
sobre el manso río,
el manglar que se estira resuelto
en los pantanos. Y solo soy en tu boca los despojos del apóstata, ciudad, en tus registros un poema ya borrado
y solo soy en tu olvido una isla invisible
que te mira y te extraña desde lo acre de todas las distancias, esas que
en el zócalo del ausente son
siempre agujas tan cercanas. (Poema homenaje a Gastón Baquero en el centenario de su
nacimiento para el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos celebrado en Salamanca en octubre del 2014)
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LA CARTA El café está listo humeante, otro día zozobra de pies sobre el mármol frío. Uno se niega a los afanes de incendiario, decide mojar los cerillos, vender a descuento la bencina, abrir la ventana y dejar que la mañana cure los malos pensamientos. Los esfuerzos son vanos para qué engañarse, pronto se devuelve a uno mismo -el ser de siempre- el que termina buscando el fuego con la pluma en la mano escribiéndole esa carta a Ella invitándola a vacacionar en los pantanos. El café humea, se sostiene la taza como la última esperanza, pero una taza de café en la mañana es otro día,
otro año que resbala en occidente,
la insistencia en las rutas del retorno,
el terror a la reiteración de los
espejos, este cansancio
hacia la vida.
Francamente todo habla en la taza de café por la mañana,
se empuña el esfero con la sangre,
se rinde al acoso de los dioses,
se decide finalmente
poner firma poner sello
y enviar esa carta.
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LA CANCIÓN
DEL CAMINANTE
Ascienden las urgencias del éxodo, los sueños del caminante, soles sobre el hombro, lunas en la boca abierta. Olvidar esta máquina que jamás podrá recorrer las florecillas de la tundra, o descubrir lo que el puma de montaña
al olfatear el viento,
¿acaso osará descifrar las
profecías ancestrales del
búfalo blanco?
Me esperan los bríos verdes de húmedos bosques.
El temblor azul de ríos y de mares.
Los tórridos valles de la muerte.
El ojo tieso de los lagos congelados.
Saguaros como soldados erectos
atacando el ocaso. Hay tierras que terminan donde empieza la jornada. Hoy lo entiendo. Soy ahora el caminante,
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NOSTÁLGICA
Son las seis de la tarde y no hay nadie a quién decirle
venga para tomarnos una taza de chocolate
con rosquitas.
El portal está escrito con los relatos
del bisabuelo, cuentos
de aparecidos que iluminaron la infancia. Las
sombras crecen en las jorobas de la noche, los coyotes muerden el tesón del viento. Un tren en la distancia, yo soy ese tren, descendiendo las crestas de cañones.
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EL JUBILADO Esa mañana, cuando la luz se metía
entre las bancas, a través de los
álamos en el parquecito
de Santa Fe frente a
la Basílica de San Francisco, el jubilado me dijo que
a veces uno no desea morir -sólo
a veces-.
Cuando el esqueleto se despierta sin quejas
y en la terraza el sol entiende la piel de
la vejez.
Cuando el menú del día está
sabroso, la pensión
llega a tiempo, completa, y
la casa no insiste en caerse a pedazos. Cuando
la memoria recuerda solamente lo bueno, lo bueno; los hijos vienen de visita, los nietos cuelgan de la alegría, abren la nevera y se comen hasta la soledad. Cuando uno reposa contento, encantado en las tintas de un buen libro, o en los andamios de una gran película,
y entonces no hay apuro para encontrarse
con Dios.
Cuando el día está bonito,
sí, bonito y no
importa si el gobierno entero se va al carajo. Eso,
me dijo el jubilado, en
el parquecito de Santa Fe frente
a la Basílica de San Francisco, que a veces uno no desea morir -sólo a veces-.
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LA CASA RENTERA
Hay un lisiado rentando el piso alto de la casa,
un lisiado que se emborracha por las noches
lamenta sus piernas débiles y sus
manos chuecas.
Yo lo ignoro, mientras pague las pesetas justas para comprar las caretas, poco me importa su llanto. Salgo, camino estirada, presumo: botas de tacones altos -para disimular la pierna corta- un abrigo largo -para esconder el declive de
las vértebras- guantes
negros -para cubrir los dedos secos-
Casi modelando voy por la calle,
con un maquillaje perfecto,
un pelo perfecto, a simple vista todo en mí es perfecto.
Pero adentro, de regreso, en la casa, un fastidioso lisiado habita y es, un inquilino perpetuo.
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DESPUÉS DEL VERANO
Agosto: los arces -resignados- empiezan a perder sus verdes. Septiembre: del verde ha nacido el fuego. Desfile de rojos en las ramas. Octubre: el viento se viste de hojas secas -camisa y pantalones de hojarasca-. Noviembre: en la desnudez del bosque el frío establece sus moradas. Diciembre: la muerte es blanca.
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EL INDIGENTE ALLÁ AFUERA
Aquel hombre le exige un milagro a la noche mientras lleva su casa a cuestas en un carrito de supermercado. Largo, descuidado, sucio, con el mismo suéter verde desde hace un siglo, verde-desteñido, verde-quebrado, verde-triste.
Hasta acá puedo olerlo. Hiede a desconsuelo, a calle pa' arriba y pa' abajo, a centavo tirado en el piso, a noche sin techo, a basura vieja de país rico. Maldice una botella, luego la besa. Se escucha una carcajada, después un gemido.
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DESPUÉS DEL OCASO
Cuídate de la noche, no te le acerques demasiado es capaz de capturar tu aliento en su cueva de roca negra. Cuídate de la noche, nunca la mires de frente sus mil ojos con pupilas de asterisco quieren encantar cada uno de tus pasos. Cuídate de la noche, ella va a enamorarte y tú vas a sufrir porque no podrás entender su corazón blanco que: se achica, se agranda, se redondea, se esconde, se eclipsa.
Cuídate de la noche...
EL TIEMPO
NOS HIZO DIFERENTES
Ya todo es ajeno, yo misma soy otra. Cada cosa tan pequeña, nada es como el recuerdo. La casa familiar es
solo una casita.
Mi cuarto: cuatro esquinas que se juntan. El jardín: minúscula geometría de tierra seca. No siento nada mío: ni al barrio con su bulla de acero, ni el aleteo de los viejos libros, tampoco la música de Long-Play que me dejó el abuelo.
Mi vida antigua se ha borrado, sílabas que no retuvieron las paredes.
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El 19 de enero de 2018, 20:18, teresita valcheff <teresitavalcheff@yahoo.com.ar> escribió: Siento una gran alegría de que nuestra UNILETRAS
reciba en su seno de madre que abraza con amor a tantos escritores del mundo, a Ana Cecilia Blum, poeta mayor y ensayista
de nuestro país hermano, Ecuador que a no dudarlo, nos enriquecerá a todos con su saber y las hondas vibraciones
de su lira. Bienvenida!
El 20 de enero de 2018, 5:28, Maria Miraglia
escribió: Bienvenida
Ana Cecilia a Naciones Unidas de las Letras. Un abrazo poético de Italia. Maria Miraglia
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LEJOS DE LO URBANO
Adentro, en el bosque junto a los lagos, sobre la arena, despiertas a media noche bajo el conjuro de la vía láctea,
ves la marea empinada de los astros
abrazando tu cuerpo,
cortando el silencio de tu sueño,
salvando tu existencia.
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LEVÁNTATE
Y ANDA
Convéncete
estás sola con tus
carcomas, nada
cambia, ni siquiera los
altos decibeles de tu grito. Nadie vive en tus males, nadie para cosechar tus atrofias, nadie para cargar tus olas secas. Invoca a Lázaro, renuncia al abrazo de las áncoras.
SUPERVIVENCIA (Para escribir) Cualquier trabajito que apenas espante el hambre y nos deje para comprar libros, música, ajenjo
y el tiempo para salir a
vagar con la metáfora y la libertad para contemplar el ancho camino de la
/ hipérbole.
Cualquier trabajito que compre
y fermente el
ser en las noches bohemias, conducta
necesaria que exige el poema para madurarse.
DE "LIBRE
DE ESPANTO" (2012)
POETICUS Escribo, porque no puedo pelear batallas con mis manos y el lápiz -a veces- apunta mejor que la escopeta.
Escribo, porque el verbo escribir suena a única certeza,
y es ruta sin distancias, y es cuerpo sin
virus.
Escribo, porque la hoja en blanco es un gato
feral y debo recogerlo,
alimentarlo, darle guarida, amarlo.
Escribo, porque los adjetivos acechan y cuando
matan, también
dan vida; porque el lugar común no me asusta y lo que se ha dicho mil veces, igual salpica su encanto. Escribo, porque todo en mí es un desencuentro: los terminales se mudan, las calles cambian
de nombre, y nunca atino
estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas. Escribo, porque aunque duele, no duele tanto. Escribo, para llenar los cántaros, limpiar los espejos, empuñar los espacios, caminar los laberintos. Escribo, para no morirme de pena. Por eso escribo...
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CONFESIÓN
(El periodista pregunta "¿Cuándo
escribe la poeta?" y Ella responde) La
Poeta escribe cuando
el mar insiste vivir en la boca, los
gritos precisan multiplicarse en el espejo, la penumbra camina desnuda en la morada. Escribe cuando habla con sus gatos, sus plantas, sus libros, sus películas. Escribe cuando besa, cuando ama, ríe, sueña, trisca, imagina, dormita. La poeta escribe cuando escribe. Todo el tiempo. En papel o en aire.
LA ETERNIDAD DE LA TINTA Todo lo diluye la tinta: la zozobra, el futuro, el otro que habita adentro. La tinta te eleva, te suaviza te hace pluma de pajarito pelusita de gato en el aire de la mañana realidad sin sentencia manos que conversan espantos que se extinguen.
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DE "DONDE HABITAN LAS PALABRAS"
(2017)
LA CANCIÓN DEL DESTINO Lo que cuenta el poeta a las piedras está lleno de eternidad.
Y ésta es la canción
del Destino, que tampoco olvidan las estrellas. León Felipe El poeta vivirá en la memoria de las piedras jamás en la del hombre, porque aquello que el hombre recuerda tarde o temprano olvida y lo que olvida no retorna a la tierra muere en el viento. El poeta buscará las piedras, en ellas harán hueco las gotas de sus versos, en ellas hará estampa la grafía de su aliento.
La persistencia del poema es el anhelo, ni el nombre, ni la pinta, ni la fama,
solo el canto que se entrega al universo.
Así, lo que el poeta quiera decir se lo dirá a las piedras,
estas hablarán con los árboles,
en el fruto el árbol guardará
las palabras, los pájaros
picarán del fruto y
se encargarán de esparcir la semilla, la semilla caída en la tierra será principio estelar a través de los milenios. La memoria de las piedras jamás es vencida por el tiempo,
y ésta es la canción del
Destino.
El destino del poeta.
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LA PARTIDA Pronto dejaremos esta casa, las lilas que nacieron sin sembrarlas, el tomate que plantó la abuela cuando estuvo de visita, y los robles viejos de hojas pequeñitas. Nos marcharemos -ya poco falta-, el hogar será el inmueble solamente, una cosa en venta, una cosa en el mercado. Cuartos vacíos sin aromas sin libros sin cenas sin oficios. El hogar será el ladrillo del olvido.
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DE "ÁNCORAS" (2015)
ANCLA EL PRETÉRITO Frecuentar las sillas que dejamos, los pájaros encuentran allí la tarde. Saber si en el patio nos espera el juguete, los árboles que trepamos y esos frutos que no quisieron madurar.
Buscar el columpio en la distancia de otros soles,
hallar sus asientos vacíos
de risas de vuelos,
palos vencidos ante el peso de las estaciones. Tantear el agua turbia guardada en el aljibe, atisbar en el fondo las
ruinas de la casona y
descubrir que nada conserva
tus ojos de niño.
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QUE LA CIUDAD TE DEVORE
Inicia el ceremonial de los pies descalzos:
restriégate los ojos,
sacude la cabeza, busca el espejo, luego el café. No hace falta decir que es otro día, las calles, la parada del metro, el quiosco de las mentas y el diario, las notas de un violín desde la esquina
reclaman tu tránsito.
No te rindas, busca los zapatos, el maletín, la sombrilla, el libro que mitigue la embestida. Concluye
el rito, la ciudad te
espera y tiene hambre.
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TESTIMONIO Ahogar entre líneas el espanto, arrimarme a Los Tenores y beber un Cabernet viejo como el color del arcoíris, entintado como la vida del poeta. Yo
solo soy en la constancia
de los versos.
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POSESIÓN
Nada es nuestro. Siquiera la sombra que se hace de uno mismo con sus infinitos verbos mudos. No son nuestros ni el poema ni la tinta que lo escribe, tampoco la tierra en que se nace en la que se morirá. Sin ofrendar la huella nos vamos diluyendo hasta
convertirnos en vapor
de día frío libado
por el espacio.
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LAS ÁNCORAS DEL PADRE
Ascos en el recuerdo, el abandono como un machete, las cuatro monedas en el piso, los trapos raídos el obsequio. "Se pudrirá en las llamas del infierno"
sentencia la abuela,
agarrada de su bastón y su escoliosis.
Los fuegos infinitos no me sirven, yo quiero arrancarme los genes en esta vida, devolvérselos.
Tenga: aquí está su mitad. Despegarme del paladar el apellido y del rostro el atavismo de los gestos. Evadir hasta la más mínima semblanza. Que
me pesa su estirpe. Que
me libro ahora. Que ya
no estos fierros.
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BOHEMIA Las noches en el vino. Alas extendidas en la música de fondo. Ojos abiertos hasta el alba. La boca en silencio o en palabras. La bohemia nos salva.
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EN EL ESPEJO Hay pruebas -manchitas- de todos los soles que crecieron en la espalda y en el pecho. Laterales a los labios las líneas testimoniales de risas prolongadas y en la frente el color de los glaciares creciendo del flequillo. Pasa todo ante el espejo: la cola del hijo-gato en la pupila, el súbito reflejo del ser amado.
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LA JORNADA Fieras gigantescas. Filos de acantilado. Falsetes de sirenas. Que llegue yo liviana, en vuelo, en brisa, en
barca de luna, en gota
de cielo.
Que sea yo Penélope y Ulises,
la jornada y la Isla.
Que sea yo el nácar, el coral, el ámbar.
Que sea mi talego la advertencia de los sabios.
El destino no, el camino. Ahora lo comprendo.
Un telar yo soy, un telar yo llevo. (Por
Cavafis y su maravillosa Ítaca)
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MÍSTER MERLOT
Inúndame de levedad. Acuéstate, estírate, riégate.
Contigo no importa de dónde vengo, hacia dónde voy
o de las hojas secas que están hechos
los huesos.
Camino en el silencio del hielo,
nada hiere, nada molesta,
nada acusa, nada quema, nada persigue.
Casi no siento mi cuerpo y me encanta. Todo es etéreo y no arrastro atrofias de acero.
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DEL RETORNO Hay calles que te llaman, vidas que te llaman, metáforas que quieren coagular tu nombre, y una casa, en ruinas, pero tu casa. Ya es hora de ordenar los versos, desempolvar la biblioteca, devolverte a la quietud de la palabra. No temas, que el retorno jamás te quitará los elefantes,
la ballena, el oso pardo,
la montaña, el tornado, los saguaros.
Ellos, serán
siempre en la memoria.
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DE "LA QUE SE FUE" (2008)
LA QUE SE FUE Camina
en otras calles. Sucumbe
en otra lengua.
Lejos de su casa, escoltada por el anonimato,
con la alforja vacía de país
y herencia asiste
al velatorio del espejismo.
Entre los monumentos de la muerte ha olvidado: de qué savia está hecha su sangre, de qué oficio se yerguen sus huesos.
No quiso retornar cuando pudo, es tarde para alcanzar las carabelas. Lo que dejó se lo comió el apetito de la ausencia. Volver al mismo mar es volver al desencuentro.
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LAS NIÑAS BIEN
(Puerto de Manta, playa El Murciélago)
Con la nieve asoman las mañanas junto al mar de Manta cuando el colegio apestaba y nos íbamos a patear las olas entre sorbos de ron. Debajo de las palmeras los quiosquitos fueron cocos inmensos y
las chicas de colegios nocturnos que
allí atendían nos
regalaron el ojo de la
envidia.
Si acaso hubiesen sabido
que detrás de nuestro buen nombre,
detrás de nuestras risitas
y poses de clase, adentro, en las mochilas caras
se agazapaba la miseria.
Allá en el Murciélago hicimos juramentos de olas: largarnos algún día. Ahora, lejos en estos campos de greñas gélidas, recuerdo esas arenas calientes donde el sol se divertía y nosotras nos pasábamos el último cigarrillo...
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RENUENTES Ellos conservan el rumbo de la costumbre. Me han contado que salen a las horas de siempre. Por
las mañanas al trabajo, retornan,
hacen la siesta y se
apuran a buscar atardeceres.
Suben, bajan de los buses, atienden conciertos, cines, recitales. Se sientan en algún café, sacan la pluma, conciben los hijos de las calles. Pobrecitos mis zapatos viejos ellos
aún no entienden que
me he marchado.
EXPECTATIONS
La mala hierba crece en todas partes. A veces el fuego de la razón llega y la extermina pero
hay rituales que nunca
mueren
y entonces la mala hierba vuelve a crecer.
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ROAD TRIPS El viento, viene corriendo entre los árboles. Valles gigantescos, autopistas larguísimas. Rocas fálicas, rocas suaves, rocas brutales, rocas osadas balanceándose en otras rocas. Millas de cielos inmensos, cañones errantes, monolitos de arena roja, alturas graníticas, esculturas suicidas, glaciares milenarios, islas de pinos, jardines silvestres, rutas amadas por el sol. Presencia indómita diminuta, enorme, reverente, peligrosa. La ardilla, el puma, el oso, el ciervo, el búfalo, el propósito del pájaro carpintero. Imperios que ya no existen, ciudades vivas, otras ya muertas. Lugares que nunca antes vimos y que tal vez no volveremos a ver. Cronistas de kilómetros, acampamos sobre la huella del dinosaurio, escalamos nevados
con los ojos, entramos a ese nudo de abedules, sauces, robles que es
el bosque pero que también
es uno mismo y entonces
al tocar la tundra, el
paisaje como siempre, nos hizo tragar
las palabras.
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