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VNCULO A LA PÁGINA CORRESPONDIENTE
NORBERTO PANONNE OBRAS SELECTAS 2010.2020 BIBLIOTECA DIGITAL AVE VIAJERA
EL HOMBRE DE LA BOLSA Cada vez que llegaba la hora de almorzar, Myriam,
no podía lograr que el pequeño Tobías, comiera. Alguien, algún consejero de esos que nunca faltan, le dijo: -Dile que si no come vas a tener que llamar al
"Hombre de la bolsa". -¿Te
parece que dará resultado? -Creo
que si, además, ¿qué puedes perder..? Y Myriam siguió con el consejo. De ese modo, cada vez que Tobías no quería comer, le decía: -¡Si no comes, llamo al "Hombre de
la bolsa"! y el pobre Tobías imaginaba que un hombre malo y feo vendría a buscarlo. Se ponía llorar
y... comía. Hasta
que un día, el niño se cansó de ser amenazado y le dijo a su madre que no comería. La madre se asomó a la ventana y llamó
entonces al "Hombre de la bolsa". -¡Hombre de la bolsa, hombre de la bolsaaaa! Y apareció un hombre alto y grande con una bolsa gigante, de esas que se
usan para consorcio. Tobías,
exaltado y excitado por la curiosidad, salió a verlo. El hombre preguntó: -¿Quién me llama? Y Tobías respondió: -Mi mamá. -¿Cuál es tu mamá? -Esta, dijo el niño señalando a
su madre. Entonces,
fue así que el grandote, la metió en la bolsa y se la llevó... Norberto Pannone ©2007 Del libro "Entre la realidad y la ficción",
Ed. "de las tres lagunas", Junín (B), Argentina
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ANDRAJO DE SOL
Un andrajo de sol... Sólo un mendrugo de luz queda flotando en agónico cielo ya sin brillo. Se está yendo la tarde, como opaco trazo de poeta pecando sin palabras, ni destino. Abatido al final de otra tormenta. Allí, hacia el Este van los negros nubarrones del estío y en frágil sangría tempestea un eólico soplo que resbala por la suela gastada del olvido. Agónico heraldo hacia el Oriente. Viejo y atónito rumor estremecido que escapa con su miedo pavorido del canto de los pájaros que esperan. Hay silencios de truenos que han partido cabalgando en el rayo del descuido. Final del pendenciero refucilo que vela la foto del suspiro. Me cuelgo en los colores curvilíneos y con la séptima cuerda del arcoíris penitente, me suicido; sin lazo, sin soga, ni correas; casta travesura de otro niño que deshonra con hambre su quimera. 2020 Norberto Pannone
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A rag of sunshine ...
Only a crumb of light remains floating in an agonizing sky, already dull. The afternoon is fading like the opaque trace of a poet sinning without words or destiny. Downed at the end of another storm. There, to the East go the black summer storm clouds, while, in a fragile blooding, the wind tempests an aeolian blow that slides along the worn sole of oblivion. Agonic herald to the East. Old stunned shuddering rumor that escapes with its terrified fear from the song of the waiting birds. Silences of thunders have departed, riding on the ray of neglect. It Is the ending of the rowdy lightning that veils the photo of the sigh. I hang on the curvy colours and with the seventh string of the penitent rainbow, I commit suicide; no loop, no rope, no straps; chaste mischief from another child who hungrily dishonors his chimera.
Translator: Marián Muiños
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El Suicida Se marchó
sin saludarme. Se fue por el ojal del plexo profanado mostrando la burla de una risa, El Peregrino- Había
salido sigilosamente. Caminaba muy despacio, sin hacer ruido, como se lo permitían sus gastados zapatos. La Visión Aquella antípoda de cielo
redondo. Aquel nadir opuesto al zenit; siempre rodando, en
el cristal barato del espejo....
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El Tío Jacinto Y entonces,
ocurrió el caos: el tío Jacinto se fue achicandomás y más, hasta convertirse en un hermoso y atlético espermatozoide. La
nave, por supuesto, se volatilizó unos segundos después. Luego: la nada absoluta.
... en el cristal barato del espejo. Se perdió de vista al bajar la escalera del subte de Loria hacia Congreso. La Niña y el hombre Viejo mastín,héroe
de pretéritos inicios. Tu gris pelambre,opacada por el tiempo, palidece. El Poeta y el Arte En Las
distintas formas de mirar las cosas de la vida, un poeta entiende que+ el mástil de un barco, una horca y una cruz se fabrican con diferente madera. ¿Dónde irán
? Dónde irán los retumbos de la voces. Dónde irán
LA BUSQUEDA
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EL TÍO JACINTO
Y entonces, ocurrió el caos: el tío Jacinto se fue achicando más
y más, hasta convertirse en un hermoso y atlético espermatozoide. La nave, por supuesto, se volatilizó
unos segundos después. Luego: la nada absoluta.
Norberto Pannone, del libro "Historias para leer en serio" Ed. "De los Cuatro Vientos",
Buenos Aires, Argentina El tío
Jacinto era el tipo más raro que conocí. Dicen que aprendió a leer antes de hablar. Según la abuela,
había cursado la escuela primaria con grandes dificultades y en el nivel secundario solo concurrió hasta segundo
año, tras los cuales, fue expulsado por distraído. A vago, haragán y mentiroso no había nadie
que por lo menos lo igualara, ya que ganarle, era imposible.
Se
casó con la tía Domitíla, hermana de mi viejo y se quedó en la familia como un regalo caido del
cielo argentino. Recuerdo que su aspecto personal era sucio y desgarbado, lento al andar y de pocas palabras. Cuando encontraba
algún trabajo no duraba más de dos o tres meses a lo sumo. Al final, siempre lo despedían, decía
él, que era por falta de comprensión y de respeto. La
tía Domitíla debió haberle querido mucho, pues, aparte de darle una bandada de hijos, nunca dejó
de trabajar para mantener la casa. El tipo, autodidacta, leía, leía y releía en sus días de ocio
todo libro, diccionario, enciclopedia, folletos y panfletos que encontrara por allí. Un día apareció
con un montón de sucios y gastados libros de física que había podido agenciarse gracias a la depuración
y limpieza que hicieron en la biblioteca del barrio.
"Chola", la vecina de al lado, era la bibliotecaria y no tuvo la mejor idea que regalárselos. Desde entonces,
dedicaba sus largas horas del día a juntar y juntar cuanto libro de física se cruzará en su camino, atesorándolos
en el galponcito del fondo, el cual, debió ser ampliado dada la inmensa cantidad que llegó a juntar. El tío Jacinto, no sólo amontonaba libros, sino que, por la noche,
los leía con avidez desde los títulos de las portadas hasta el año de edición y el nombre de la
editorial que figuraban en la hoja final sin saltearse ni siquiera los números de las páginas. Creo que fue
entonces cuando se recibió de Autodidacta. No
había cosa que él no supiera. Todas las leyes, teorías e hipótesis que existían estaban
guardadas y comprendidas a la perfección en su cabeza y si alguna nueva fórmula o teoría aparecía
en algún libro nuevo, descontado era, que el tío sabía el resultado final con sólo echarle un
vistazo. Creo que para él no había secretos, acertijos ni mecanismos que no pudiera solucionar: desde una simple
cerradura hasta el más enigmático reactor nuclear. Todo le resultaba sencillo. Recuerdo que mi viejo le había
puesto el apodo de "El Profesor" y las chusmas del barrio murmuraban al paso de mi pobre tía Domitíla,
-"Ahí va la mujer del loco". -"¡Pobre mujer, qué cruz le tocó con ese inútil
del marido!". Cierto día, el tío
Jacinto recibió una carta sellada por la Embajada de España donde se le comunicaba que, según diligencias
notariales de aquél país, había resultado acreedor de una inmensa fortuna, herencia surgida tras la muerte
de su único tío abuelo, que residía en Andalucía. Demás está decir que, el tío
Jacinto viajó de inmediato, contratando su pasaje en la agencia "Longueira y Longueira", con líneas
aéreas Iberia y, por supuesto, con un crédito otorgado por el Banco de Galicia. La despedida, comenzó con un jugoso ágape al mediodía en
El Tronío de la calle Corrientes, y, por la noche, un gran baile en el salón de la Sociedad Española
de Socorros Mutuos, amenizado por los "Churumbeles de España" que ejecutaron jotas y pasodobles durante toda
la velada. No faltando la actuación de "Angelillo" y "El niño de Utrera". El pasar económico de la familia mejoró entonces notablemente,
a tal punto, que la tía Domitíla dejo de fregar casas por el vecindario. Ahora, las vecinas, al paso de la tía,
daban vuelta la cara hablando de otras cosas y en raras ocasiones, la saludaban. Típica reacción de la idiosincrasia
nacional. Consultando un tratado de astronomía,
el tío, había logrado averiguar la velocidad exacta de la rotación de la tierra sobre su eje según
el grado de latitud en que se hallaba. Calculó que era cerca de unos novecientos y pico de Kms por hora, no olvidándose
de la inclinación del eje y la traslación. Todo esto, más su extenso conocimiento de las leyes Universales
y Mecánicas de Kepler y las Leyes de la Gravitación Universal de Newton, lo llevaron, en un principio, a elaborar
un plan de trabajo que lo transportaría al descubrimiento más asombroso de la raza humana. De allí en adelante, el tío se dedicó absolutamente a la
física, entrando en un estado de abstracción total. Por las tardes se lo veía embelesado en la contemplación
del sol en su desplazamiento, hasta verlo perderse en el horizonte. La mayor parte del tiempo desplegaba en el patio de la
casa unos extraños aparatos, los cuales, como es de suponerse, apuntaban al sol. Había perdido todo diálogo y contacto con su familia. Ya no dormía en
la vieja y despintada habitación con la tía. Recibía un plato de comida una vez al día en absoluto
silencio y que muchas veces ni tocaba. En su taller-biblioteca casi no se podía entrar por el desorden de papeles y
cacharros que cubrían el piso de cemento. Si alguien de la familia intentaba hablarle, él se abstenía
de responder. En los días subsiguientes hizo
un poco de lugar en el caos que reinaba en su taller y con gran esfuerzo colocó sobre una especie de banco de trabajo
un viejo motor Ford 8 que consiguió a muy bajo costo en desarmadero de la calle Warnes. Después de varios días
de ensayos en los que le adicionó algunos extraños elementos, el viejo motor estaba marchando a una potencia
inusitada y con una ausencia total de ruidos y explosiones. Lo había hecho marchar con el único y más
económicos de los combustibles: El Agua. Por una desviación osmótica del líquido elemento, había
logrado liberar una energía poderosísima. Ocho
meses vivió el tío Jacinto entre formulas y herramientas construyendo una capsula con las formas de un huevo
de gallina. Había que observarla muy detenidamente para saber cuál era la parte delantera y cuál la parte
trasera. En una de las puntas que se supone era la de adelante, un pequeño ojo de buey de grueso cristal hacía
las veces de mirilla, todo lo demás era liso, sin costuras ni remaches y de un brillo tal como el del acero inoxidable.
Su familia, cansada de tanta locura, terminó acostumbrándose y ya casi nadie preguntaba por él.
Una mañana, el tío se despertó a las cinco y esperó pacientemente sentado en el interior
de su artefacto la aparición del sol sobre el horizonte. Apenas los primeros rayos despuntaban la mañana, con
el motor a toda potencia, accionó el disparador despegando raudamente en dirección a la aurora. Cuando alcanzó
la velocidad de rotación de la tierra, pero a la inversa, se produjo el milagro: el sol se detuvo en el espacio y se
mantuvo constante e inalterable el amanecer. El motor vibraba a la perfección, pero ya no se oía el roce del
aire en la aerodinámica de la nave. El tío
había logrado, viajando a la misma velocidad, pero en sentido inverso a la rotación de la tierra: detener el
tiempo de la manera más simple y sencilla que podría habérsele ocurrido al más sabio de los sabios. Gozó de su triunfo en la soledad y el silencio del habitáculo y
desandando el trayecto, volvió a su viejo y desprolijo galponcito de chapas. Nadie había notado su breve ausencia. Esa noche tuvo palpitaciones debido a la emoción que sentía y que
no podía controlar. No pegó un ojo. Ni siquiera se adormeció. El día siguiente fue domingo quince, el mes no tiene importancia, esperó del
mismo modo que el día anterior la presencia del sol en el horizonte y se elevó aumentando esta vez un poco más
la velocidad, pero muy discretamente en comparación a la del día anterior. Con cierta inquietud vio que el sol,
en vez de surcar el espacio de Este a Oeste, tendía a retroceder. En un arranque de locura o curiosidad, aumentó
temerariamente la velocidad: el movimiento del sol aumentaba. Luego, retrocedió en el procedimiento y volvió
a la casa donde descubrió en total estado de excitación, que era sábado catorce. En descontrolada euforia,
acabó de convencerse que podía retroceder evidentemente en el tiempo y en el espacio. Había logrado desentrañar
en poco tiempo, el arcano que a los grandes físicos de la historia de la humanidad les estaba llevando siglos de estudios
y pruebas sin ningún éxito aparente. Había logrado perpetrar y desentrañar una de las utopías
más recónditas de la humanidad. Con
desmedido entusiasmo, y sin esperar al día siguiente, subió a su pequeña máquina y dobló
la velocidad normal de anti-rotación terrestre. El tío vibraba de satisfacción al verse cada vez más
joven. A medida que transcurrían los minutos veía retroceder el calendario de su vida. Cuando hubieron pasado algunos instantes, sintió que el miedo descendía
como un hilo de agua helada por la espalda, el frío se le deslizó hasta la punta del coxis. Decidió parar
y no pudo. Oprimió repetidas veces con angustia y desesperación el interruptor que regulaba la velocidad y este
no respondió. -Tal vez había olvidado de lubricarlo. -Se dijo a modo de consuelo. Y entonces, ocurrió el caos: el tío Jacinto se fue achicando más
y más, hasta convertirse en un hermoso y atlético espermatozoide. La nave, por supuesto, se volatilizó
unos segundos después. Luego: la nada absoluta.
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EL PEREGRINO (Un cuento de: Norberto Pannone) Había salido sigilosamente. Caminaba muy
despacio, sin hacer ruido, como se lo permitían sus gastados zapatos. Antes de dejar la casa, arrojó una última mirada a
su jardín, acarició con pena los rosales y oró para que un alma buena cuidara de sus plantas. Después,
salió al paso, sin mirar hacia atrás. Porque dicen que, el que mira hacia atrás, no podrá jamás
huir de sus recuerdos. Siempre
había vivido solo. Entonces, ¿A qué tanto sigilo al salir? Quizás, para no despertar los fantasmas
de sus vivencias en el lugar estaba seguro que, si ellos se despertaban, no le hubiesen permitido partir... ¡Pero ahora
era libre! Tenía todos los caminos por recorrer y todo el resto de su vida para el pasaje de su viaje de ida. Caminó hasta el atardecer y lo encontró
la noche en un lugar apartado, donde se alzaba un pequeño bosquecillo de enhiestos pinares. Ahí pasaré
la noche -se dijo-, encaminándose hacia el lugar. Al llegar, se recostó en el tronco de un alto pino. Un grillo
cantaba su monótona canción y la luna se abría paso entre las nubes que pretendían ocultarla.
No muy lejos, una lechuza emitió su craqueo haciendo estremecer al hombre, mas, a pesar de sus miedos se sintió
feliz por su libertad; de poder andar a su antojo, de tener los caminos a su entera disposición... Con estos pensamientos,
se quedó dormido. Cuando despertó se sintió extraño... Algo le faltaba pero no sabía muy bien que era.
De pronto, al ir a meter su mano izquierda en el bolsillo de su saco, descubrió que ya no la tenía... Entonces,
observó que aquella mano andaba pintando las hojas secas de las hierbas del bosque con la segura intención de
hacerlas volver a la vida; regaban con rocío el cuerpo de una mariposa muerta y tomaban con dulzura la patita rota
de un grillo, ayudándolo a caminar. Así, feliz, siguió su camino. ¡Ya había una mano que
cuidaría del bosque! Marchó todo un día y esa noche llegó a un pueblito que no conocía. Se dirigió
a la iglesia y pidió al sacerdote que lo dejara dormir en el templo. "La casa de Dios es de todos los que la necesitan,
hijo" -Le dijo el cura. Y el hombre pasó la noche allí. Al otro día se sintió nuevamente extraño, sabía
que algo le faltaba pero no se daba cuenta que era. El sacerdote le trajo una taza de té con algunas gotas de leche
y él intentó asirla con la mano derecha, pero ya no la tenía... El párroco se disculpó
y le dijo: -"Hijo mío, yo te daré de beber como cuando eras un niño y no podías hacerlo solo..." Luego del desayuno, el hombre saludó y
se fue para seguir recorriendo los caminos. A partir de entonces, la mano derecha del hombre se quedó en la iglesia
tocando la campana para llamar a los fieles, ocupándose también en mantener hermosa y limpia la iglesia. El hombre sin manos caminó y caminó
durante todo el día. Por la noche, se detuvo a la vera de un camino. Allí se sentó y se dispuso a descansar...
Sin darse cuenta se quedó dormido. Lo despertaron los gritos y llantos de unos campesinos que llevaban en brazos a
un niño de unos diez años... -"¿Qué ocurre? -Preguntó el hombre. -"Es el niño"
-le respondió una voz. "Estaba jugando y se lastimó un ojo con la punta de un alambre de púas. Se
le ha vaciado y lo ha perdido" El hombre miró al niño con dolor y expresó su deseo en vos baja:
"¡Si yo pudiese darle uno de mis ojos"! Milagrosamente, el niño recuperó el ojo que le faltaba...
Sus padres lloraban de alegría... Mientras el hombre, ahora tuerto, observaba con su único ojo como se alejaban
aquellos que, hasta un momento antes, desgarraran su corazón con sus lamentos. Sin manos y con un solo ojo, el hombre se alegró porque aún
sus piernas sanas y fuertes le ayudaban a seguir marchando. Caminó y caminó hasta el anochecer. Esta vez, realmente
se hallaba muy fatigado. Apenas se hubo sentado, se quedó profundamente dormido. Con las primeras horas del amanecer, dos leñadores que se
dirigían al bosque en busca de leña, lo hallaron recostado sobre su lado izquierdo y, al tocarlo, lo sintieron
rígido y frío -"¡Está muerto!" -Dijo uno de ellos -"¡Pobre, tal vez se murió
de hambre y de frío!" -Respondió el otro. Y ambos fueron a hacer la denuncia policial. El cuerpo fue retirado y todos pudieron ver que
le faltaba un ojo y las dos manos. El Cura del pueblo dijo que rogaría una misa para que su alma pudiera descansar en paz. -"Demasiado
habrá sufrido el pobre en su vida al faltarle sus manos y su ojo derecho..." -Dijo el sacerdote. Ese día, mientras el religioso oficiaba
la misa, las campanas de la iglesia comenzaron a repicar locamente; un grillo cantaba sin parar; un niño de diez años
vino a ver al hombre muerto y las mariposas blancas revoloteaban por el aire y sobre el césped reverdecido de los campos. De pronto, ante el asombro de todos, aparecieron
en el cuerpo las manos intactas y el ojo que le faltaba... Desde el atrio, se oía un coro de ángeles invisibles, entonando un salmo
de agradecimiento a Dios. Norberto
Pannone ©2006, Buenos Aires, Argentina
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OLVIDO Amo
las infinitas tildes que sobre el olvido puse. Remembranza necia, avatar en un trópico neutral; acto sideral de la memoria que guarda el perfume del septiembre y sutura la herida cuando sangra derramando la lejía del olvido. Fruto de la parra sin simiente, ciega mariposa entre las sombras. Sobre las
hojas del cuaderno puse, detalles de las horas de mi ausencia por el
árido país de la memoria; simulando en sus renglones indecentes las grotescas llanuras de mi tiempo. Amo la lujuria
del olvido, única pasión que no deshonra. Amo la lámpara sin llama y el libro que exhibo sin sus hojas. Amo el aroma del descuido, el himen de la mujer
que quise y el beso virginal de aquellas horas. Soy un osado verdugo de abandonos sin temor a la justicia del recuerdo. Amo las infinitas tildes, que alguna vez, le sustraje
a mis apuntes... ©NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino del libro: "Por los soles y lunas de abril", ed.2002. Derechos reservados.
NORBERTO PANNONENacido
en Junín, Pcia de Buenos Aires el 13 abril de 1943. MiAutor, compositor y cantante.* Biografía LA NIÑA Y EL HOMBRE Viejo mastín,héroe de pretéritos inicios. Tu gris pelambre,opacada por
el tiempo, palidece. Hacedor
del frío,patrón de los silencios. Mendigo aún,por lo que falta. Ansioso por el resto. Detuviste tu paso indeclinable,
ante lo nuevo. Dilapidaste
estíos y la fragmenta primavera, en cauteloso añil tildó tu cielo. No sé si fue mejor...O infame. No sé cómo ni dónde.No
importa... Algo
pasó por allí,efímero y cruel, despertando tus ansias en la herida absurdade tu tiempo la certeza de amar...labró
un destierro.
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EL POETA Y EL ARTE En Las distintas formas de mirar
las cosas de la vida, un poeta entiende que; el mástil de un barco, una horca y una cruz se fabrican con diferente
madera. Entiende la diferencia entre una piedra del muro de una Iglesia y una piedra del muro de una prisión. Oye "las
voces de las piedras", Muchos de nuestros poetas argentinos hablaron de la "Voz" mineral: Jaime Dávalos,
Manuel J. Castilla, Leguizamón, Yupanqui, Sábato y tantos otros. El Poeta entiende y conoce el idioma de las viejas paredes; de
los túmulos; de las ruinas de los ríos y los bosques, de la montaña y la llanura. Comprende el canto
de los pájaros y el sonido del viento; el murmullo de la lluvia y la fragancia de una flor. Descubre el sentido del
dolor y la alegría, de la vida y la muerte. Oye las voces del silencio y deduce la diferencia psicológica de
las mismas. Comprende que los mutismos pueden ser diferentes. Con tenacidad, busca desarrollar esa comprensión poética del
mundo para fortalecerse y reforzarse, porque sólo a través de ella entrará en contacto con el universo
verdaderamente real. Debemos
estar convencidos que en el mundo existente detrás de los fenómenos que nos parecen semejantes, se ocultan a
menudo portentos tan diferentes que, sólo fuera de nuestra frecuente ceguera, se podrían explicar, dando por
el suelo con nuestra simple percepción de las semejanzas. No parece ser tan simple entonces, ni es lógico, que
todos podamos ver en la misma gota de agua, la idéntica reflexión de la luz, un significado semejante o experimentemos
la misma sensación emocional. Todo arte consiste en entender y representar diferencias huidizas. El mundo fenoménico es meramente
sustancial para un artista (como lo son los colores para el pintor y los sonidos para el músico) pues, ese mundo contribuye
a alimentar su inspiración. No nos cabe duda que: desde la nada, nada existe. Aunque algunos filósofos afirman
que: "si "nada" es lo opuesto de "todo", tiene que existir, aunque mas no sea, como concepto" En el fenómeno de la percepción
de los contenidos de las cosas (noúmeno) existe un "aparato" sutil al que llamamos "alma de artista".
Un artista debe ser un clarividente, un dotado por el espíritu divino de Dios, si se es creyente, o por la naturaleza
misma, si su fe no existe. Debe ver aquello que los demás no ven y, con su magia, debe poseer la habilidad y/o el don
de hacer que los demás vean lo que no ven por si mismos. El arte ve más y a mayor distancia de lo que ve el común de
las personas que sólo andan a tientas y en consecuencia, no logran advertir las diferencias entre las cosas que no
se expresan física o químicamente. El arte sirve de soporte a los sentidos. Ve mucho más que el aparato más
perfecto; escucha el sonido del universo; palpa la tersura del aire; huele toda la sal de los océanos y saborea (metafóricamente
hablando) hasta las partículas del perfume mineral. Percibe las infinitas facetas incorpóreas del cristal, y en una de
esas fases, encuentra al hombre.
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Norberto Pannone
Norberto Pannone-Presidente de Asolapo Argentina
EL BLOG DE ASOLAPO ARGENTINA ENERO 2021
EL SEÑOR ARMANDO Esa mañana me habían llamado por teléfono
para la entrevista con el señor Armando. Y allí estaba, a la espera de ser atendido por él. Su secretaria me había hecho sentar en un comodísimo
sillón, señalándome algunas revistas a fin de que atemperara la espera. Transcurridos escasos diez minutos, la empleada abrió la puerta de
un despacho y dijo ceremoniosamente: -El
señor Armando lo aguarda. Me
levanté de un salto y entré. La mujer salió cerrando la puerta con exagerada delicadeza. Un hombre, de alrededor de cuarenta años
me tendió la mano y luego me indicó un sillón para que me sentara. Hojeó unos papeles
que estaban sobre el escritorio y me dijo: -Tengo
aquí toda la información sobre su vida. ¿Está seguro que quiere el puesto vacante? -¡Nunca he deseado algo con tanta impaciencia!
Respondí. -Bien, dijo. Sígame... Lo seguí por un pasillo muy largo y estrecho,
al final del mismo, entramos a un cuarto pequeño, ¡y allí estaba! Se trataba de un habitáculo,
al parecer, de acero inoxidable, similar a una cápsula espacial. En su interior había una butaca. Me invitó
a entrar al compartimento y me instó a sentarme. Me senté y el señor Armando, me ayudó con el
cinturón de seguridad. -¡Buena
suerte! Me dijo el señor Armando cerrando herméticamente la puerta de aquel insólito artefacto. La máquina comenzó a girar alcanzando una
velocidad ciertamente asombrosa. No sé cuánto tiempo pasó, finalmente, el artilugio detuvo sus giros.
Después de algunos momentos pude abrir la puerta desde el interior y salí. Me hallaba en medio de una plaza desierta. Caminé una cuadra y me
encontré en pleno centro de la ciudad, creo que estaba justo en la esquina de Sáenz Peña y San Martín.
Detuve a un hombre que transitaba por la acera y le pregunté: -¿Sabría usted decirme dónde están las oficinas del señor Armando? -Ahí enfrente. Me dijo con cierta molestia. Crucé la calle y entré al lugar. Me atendió la secretaria del señor Armando
y me dijo que debería esperar unos cinco minutos. Aproveché para terminar de leer el artículo de una
revista especializada en psiquiatría que había tenido que interrumpir en la visita anterior. Cumplido dicho plazo, la secretaria me hizo saber que
el señor Armando me esperaba. Entré
al despacho que me indicó la señorita y allí estaba el señor Armando. Me dio la mano de forma muy cordial y se puso a examinar un informe que
tenía en su escritorio que, seguramente, era una fábula de mi propia vida, o lo que muchos llaman: "Currículum
vitae". Me preguntó de manera
contundente y sin preámbulo alguno: -¿ si de verdad, deseaba el puesto que había quedado vacante!?- Le
dije que sí. Sonrió y me condujo por un pasillo largo y estrecho hasta la cápsula. El Sr. Armando aseguró
el cinturón de la butaca, cerró la puerta y el cacharro comenzó a girar despiadadamente hasta que se
detuvo. Abrí la portezuela y salí al mundo exterior. Me hallaba en una calle asfaltada que parecía desierta. Esperé a que alguien pasara
por allí y cuando acertó a pasar un joven, le pregunté por las oficinas del señor Armando: -Aquí, a la vuelta. Me respondió. Di vuelta a la esquina y, en efecto, allí estaban
las oficinas del señor Armando. Entré
y la secretaria me saludó con una sonrisa: -¡Buenos días señor Armando! El elegido para el puesto lo está esperando. ¿Lo hago
pasar a su despacho? -Sí, por
favor. Le contesté. Un hombre
de unos veinticinco años se asomó detrás de ella y ésta, lo hizo pasar. Le extendí la mano sonriente y le indiqué
un asiento. Recorrí atentamente las hojas del informe que estaba sobre el escritorio y le pregunté imprevistamente
si de verdad deseaba el puesto. Precipitadamente, como si fuese un decreto, me dijo que sí. Entonces, le dije que me siguiera. Recorrimos el largo y estrecho pasillo hasta llegar a la cápsula. Una vez allí,
hice que entrara y se sentara en la butaca de la misma, ayudándole a colocarse el cinturón de seguridad. Cerré la puerta y el ingenio comenzó a
girar. ©Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina De su libro "Cuentos invernales" ed. 2010
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LA BÚSQUEDA
Una mañana fría
del mes de junio, el viejo sabio bajó de la montaña. Habían pasado muchos años desde aquel día
en que decidió buscar la sabiduría en el silencio y la soledad de las alturas. Se había convertido en
un asceta, de escaso y largo cabello, muy flaco y con una barba que llegaba hasta el vientre, casi sin ropas, desafiaba al
invierno de bajas temperaturas. Su cuerpo flaco aún le transportaba, su andar tenía el paso firme y seguro.
Su voluntad era ahora inquebrantable. La libertad y la naturaleza habían hecho lo suyo. Era un ser casi extraordinario, un aura de brillante luminosidad le rodeaba completamente
y un semblante de paz infinita rodeaba su rostro acrecentando el límpido brillo de sus ojos. Pero los años habían
pasado y, sintiendo la necesidad de dar algo de sí para el mundo, decidió que, antes de morir, debía
bajar hasta el pueblo para dejar algo de sus frutos espirituales. No olvidaba sus tiempos de niño ni su origen. Desbordaba
lealtad hacia el lugar. Su amor era infinitamente sano ahora. Tenía la certeza de que su palabra sería interpretada
con respeto y gratitud. Serían cerca de las
once de la mañana cuando llegó a las primeras casas de la población. Mucho tiempo había pasado
desde la última vez que había estado allí. En aquel entonces, sólo unas pocas casas pergeñaban
el pueblo. Ahora, se había convertido en una ciudad grande y moderna. Su grotesca figura vestida de escasas pieles se dibujaba bajo el débil sol de junio.
Algunos transeúntes le miraron con recelo y desconfianza, mas, él no se inmutó y siguió su marcha,
lenta y segura. A medida que avanzaba el silencio era cada vez más profundo. Los rostros de las personas con las que
se cruzaba aparecían tristes y sombríos. No había sonidos ni diálogos que escuchar. La gente caminaba
como escondiéndose y parecían asustados por alguna cosa intangible pero de maligno designio. Quiso hablar con
una mujer de rostro lloroso pero ésta, inclinando su cabeza hacia el piso, apuró sus pasos en clara actitud
de retirada. Le llamó mucho la atención que no hubiese niños jugando en las inmediaciones; también
notó la ausencia de perros u otros animales que suelen moverse por las calles de las poblaciones. Preocupado, siguió su viaje en busca de alguien que pudiese hablar alguna
cosa, algún saludo, contestar alguna pregunta o directamente, preguntarle algo. En una esquina encontró a un
policía y se acercó con la intención de preguntar qué era lo que pasaba en aquel pueblo de tan
sombrío y triste aspecto. El policía le escuchó y, sin dirigirle una mirada siquiera, señaló
el edificio de la Municipalidad, del otro lado de la plaza. El viejo, atravesó sin más, aquel predio sin flores,
de amarillento césped y de pocos árboles. El verde había trocado su vitalidad en un marrón terroso
y árido. Le extrañó no ver palomas por las veredas ni en la fachada del edificio. Sabía que, en
aquellos lugares, las palomas dibujaban la vida cotidiana. Le costó algún trabajo y un par de explicaciones ante la mesa de entrada
para que accedieran de mala gana a que el intendente le recibiera, aceptaron su pedido dado a que dijo traer un importantísimo
mensaje para la comunidad y que era un asunto de vida o muerte.Pasados
unos pocos minutos, fue introducido por un secretario al despacho y lo recibió el mismísimo Intendente, de muy
mala gana y con el feo talante de todos los habitantes con que se había cruzado en la mañana. -¡Qué busca aquí! Le increpó el intendente. - ¡Me dicen
que lo trae un asunto de vida o muerte!, agregó. -Sí, es que... lo he decidido después de entrar
al pueblo... -¿Sí? ¡Entonces no debe ser lo suficientemente importante! -Yo estuve aquí
cuando niño... -¿Y? -Luego me fui muchos años a la montaña. Como sé que la vida
no es eterna, sentí la necesidad de traer alguna cosa para el bien de la comunidad. -¿Por ejemplo?
-No sé, algo útil...
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-¿Y qué piensa? -¿Puedo hacer
una pregunta? -Si. -¿Por qué toda la gente está triste, no hay alegría, no veo que dialoguen,
no veo una sonrisa, una actitud de amistad...? No veo niños jugando en las plazas. Hay mucho silencio aquí. A esta pregunta, el Intendente pareció perder su arrogancia y bajó la cabeza en actitud de desaliento. -Es que, hace algunos años, se nos ha perdido la Felicidad y no la podemos encontrar. -¿Y cómo
la han buscado? -Fuimos de puerta en puerta preguntando por ella, y nada. Nadie la conoce. Trajimos al mejor investigador
del país y le encomendamos que la buscara. También fue de puerta en puerta no dejando lugar sin llamar. Le dimos
un tiempo suficiente para que pudiese realizar su tarea a conciencia. Pasado ese tiempo, una tarde volvió vencido confesando
su fracaso. ¡No había podido encontrar a la Felicidad! -¡La gente se desesperó y ahora todo el pueblo
vive en absoluta tristeza y congoja! -Señor... Con todo respeto... -Sí. -Esa no era la solución.
Hallar la Felicidad no era lo importante, por eso fracasaron. -¡Y qué piensa usted que era lo importante!,
exclamó el Intendente, irritado. -Lo importante, no era hallar a la Felicidad. ¡Lo importante era saber
en cuantos lugares No Estaba! Ley de causa y efecto! El
viejo sabio, satisfecho de haber dejado algo de sí en el pueblo, partió con las últimas luces del atardecer
rumbo a su montaña. Nadie ha vuelto a saber de él. Desde ese día, los perros y las palomas comenzaron
a verse por las calles y las risas de los niños ahogaron los silencios de las tardes. ©NORBERTO PANNONE, ©2014 Del libro "El ojo de la Tormenta"
Ed. Buenos Aires, Argentina, ISBN2015 norbertopannone@gmail.com
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Norberto Pannone Continúa
Norberto Pannone-Presidente de Asolapo Argentina
EL SUICIDA Oleo de Edouard Manet Se marchó sin saludarme. Se
fue por el ojal del plexo profanado mostrando la burla de una risa, noble gesto a la parca agradecida. Atravesó el espejo clavando
las espinas de la vida en el muro vacío de los miedos; absurda y cárdena su herida. Se marchó sin saludarme, deshonrando
al silencio, sin el grito. Y me dejó la mirada del suicida tamizada del plomo de los tiempos. Se fue sin saludar siquiera; sin
muestra de dolor, ni suplicante; deslucida la pólvora agridulce cual grieta de espanto en la pechera. ©2017Norberto Pannone,
Junín, Buenos Aires, Argentina. De su libro: “Estampas de miedo”. 2017
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LA VISIÓN Aquella antípoda de cielo redondo. Aquel nadir opuesto al zenit; siempre
rodando, prisión de fieras, mansión del aire, posada de la iniquidad, espejo
del ego, retrato de toda malicia. El mundo donde estamos, donde hay un niño envejeciendo y un viejo que retorna siempre. Bajo ese cielo redondo he visto al orbe, mundo de tal extremo inmundo. Profanos
que aplauden al final en grosera locura, aniquilando sin penitencia a la virtud. Aquí, dónde el relato reina y la mentira gobierna continentes: he visto al hombre que sin piedad destruye al hombre que creó perpetuo. Rosa de los vientos muertos, Jazmín de huecas Hespérides, ninfas del ocaso; hijas impolutas
de un Hesíodo eterno padre de la noche. las vi danzar por el átomo
de uranio donde El Todo sigue siendo El Todo. Jinete sobre el hombre fatigado, vanidad de Hiroshima y Nagasaki. El hombre camina sin zapatos con
las plantas sucias de sangre, con los músculos
desiertos y la sustancia desnuda de milenios. ©NORBERTO PANNONE, del libro "Poemas de invierno" Copyright
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.en el cristal barato del espejo.... Se perdió de vista al
bajar la escalera del
subte de Loria hacia Congreso. Sentado en un rincón del coche,inclinó la testa suavemente
El Lunes En
el cristal barato del espejo, la pereza del lunes reflejó la culpa del bostezo. Se olvidó de las ganas de afeitarse y
apenas se mojó los pelos que, de a poco, tendían
a "piantarse". Lunes de bronca y vencimientos, de la crueldad del "Quini" adverso. Semana de quiniela ausente donde
por "mufa", no "chapó" ni un peso. Lunes
de mate tibio y apurado. Lunes de urgencias y de olvidos. Lunes de hollín y del "sesenta" que no paró porque pasó atrasado. Ayer, el domingo fue tan largo... Domingo
en soledad y vino agrio, de ausencias que dejó
la muerte vagando en el humo del cigarro. Ninguno de los hijos vino porque
todos andaban "ocupados" Por la tarde, el
gato del vecino maulló por el balcón
un rato... Lunes de "Clarín" vociferado. Lunes, donde algunos periodistas, adulan a políticos por radio. Lunes
de asombro ante el impune delincuente. Se perdió de vista al bajar la escalera del subte de Loria hacia Congreso. Sentado
en un rincón del coche, inclinó la testa
suavemente. Pareció que al traqueteo se
durmiese. Ante el aviso de alguna pasajera, Un "cana"que andaba uniformado llamó con apuro una ambulancia para
que el "SAME", al muerto condujese. NORBERTO
PANNONE, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
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A DISTANCIA ES SINÓNIMO DE AUSENCIAS.
EL TIEMPO TE REGRESA SIEMPRE Y EL RECUERDO TE ABRAZA CON MI VASO DE VINO! FELICES FIESTAS! ALZO MI COPA Norberto Pannone © 2003
Alzo mi copa. En mi vino de gris galopa
el verso. Busco la región de lo sublime y colisiono con el límite fatal de la poesía. El cristal se rompe derramando la vid. Mi
sueño permanece aún austero Me requiebran de
ausencias tus recuerdos,...y bebo.
ALCE LA MEUA COPA * Alce la meua copa. En el meu vi sense
matís galopa el verso .Cerca
la regió del sublim .Colisiona el límite fatal
de la poesia i el cristall es trenca,escampant els
ceps .El meu somni encara segueix
auster .Em llago tegend'absèncie
sels teus records....i bec. Raise my cup** ...Wine of grey The verse gallops. In search of the sublime I am..colliding with the edge of the poem, the cristal breaks pouring the vine. Mi dream remains although austere... Remembrances
of you Fill me with absences.. ¡
I drink...! *Traducción
al Catalán de Pere Bessó (Valencia, 1951). Profesor de Literatura, traductor, crítico, poeta, español. ** Traducción al Inglés de Joseph
Berolo, Naciones Unidas de las Letras.
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Glosario
*Piantarse: Irse de un lugar, partir *Quini:
Juego, lotería *Mufa: Mala
suerte, poca fortuna en el juego *Chapó:
Tomó, cogió, tuvo suerte, ganó *SAME: Servicio médico y de ambulancias de la ciudad de Buenos Aires *Loria y Congreso: Estaciones del Subte *Clarín: diario matutino *Sesenta: ómnibus urbano
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DÓNDE IRÁN? Dónde irán los
retumbos de la voces. Dónde
irán los
perfumes sigilosos del olvido. Camino del alba, luna mía, andarán desluciendo los rocíos en la etapa sedentaria de mi vino. Cuando
la noche amasa el pan de la mañana, la memoria y el verso se desgranan abrazados al insomnio del ladrido. Luna y ríoy el misterio sideral que me contiene. La
luz, no huye como el total afecto del amigo. No se consume totalmente en la global planicie que circunda sin abrigo. La penumbra se va,pretendiendo
robarse hasta el vestigio de
otro día de preludio parecido. Norberto Pannone
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Norberto Pannone
OPINIONES Dr. Raul Omar Pino-Ichazo T. Bolivia Memoria labrada en su característica mnemotecnica con
invención. Enhorabuena Querido Norberto, Tienes una imaginación grandiosa y qué bien escribes Ernesto Kahan Israel} Excelente cuento. Me arrogo el derecho de compartirlo en mi pág. literaria "Amigos
de las letras" Abrazo den alas de la paz!! Liana Friedrich,
Argentina Excelente cuento. Me remontó a mis años de estudiante,
los 60's, cuando por las tardes después de clases, me sentaba con mis amigos de " gallada ", los "
concargallos ", en una banca del parque de Guadalupe de la ciudad de Cartago, Valle , Colombia a botar corriente. Allí
les contaba acerca de mis viajes a la luna y de mis aventuras con los y las selenitas. Pasábamos ratos muy agradables
Que tengan una lunática tarde Germán A Gutiérrez.Colombia
Manuel Reyes Dávila Puerto Rico Magnifica historia.La inclusion de referencias a las teorias de espacio
tiempo la hacen casi, casi creible.Muy, muy bien. , Adrián Néstor Escudero LA NIÑA
DEL HOMBRE y EL SUICIDA (Poemas), y EL TIO JACINTO (Narrativa), son tres de las tantas joyitas literarias que atesora este
maestro del oficio literario llamado NORBERTO PANNONE, argentino miembro de UNILETRAS-SJ SIGLO XXI y Presidente de ASOLAPO-ARGENTINA.+Agradezco
con actitud venerativa a tan alto exponente de la literatura argentina y mejor persona, estas muestras de su invaluable producción
literaria y culturalY gracias a ti maestro Joseph, por dar a conocer algunas de sus obras, y penetrar en algunas de
sus múltiples facetas como demiurgo del Verbo.Fuerte abrazo para ambos.¡Ora et labora! ¡Paz y Unión
in Domino!Adrián N. Escudero (Santa Fe, ArgentinaPresidente Colegiado UNILETRAS-SJ SIGLO XXI (Colombia)
Octubre
14,2017 ASOLAPO ARGENTINA, PRESENTE EN TODAS LAS MANIFESTACIONES DEL ARTE* Blog actual
ZULMA NICOLINI ROLLANO, Gualeguaychú, E. Ríos, Argentina SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España YOLANDA ELSA SOLÍS MOLINA,
NALÓ, Barcelona, España CARLOS ASCENCIO BARILLAS. El Salvador ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, Santa Fe, Argentina ÁNGEL MEDINA, Málaga,
España
SERIES VIRTUALES ASOLAPO
OBRAS PICTÓRICAS de ELSA
YOLANDA SOLÍS MOLINA, Barcelona, España Mayo 9.2015
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