Tempestad Cuando vengan las lluvias torrenciales, con sus estruendos, con sus rugidos. Cuando vengan las aguas turbulentas arrasando el valle y toda vida se vea ensombrecida, hazles saber que las tierras devastadas, no fueron tierras anónimas. ¡Enfrenta la tempestad! Que no oiga sonidos de ahogo, sino gritos de guerra. Que se quede con la certeza de que hubo algo distinguible entre el barro revuelto y los trozos indistintos del fulminado valle. Cuando los cielos se ensombrezcan de ceniza, plomo u arena. Cuando vengan los muros de fuego, hazle
saber que hubo un aniquilado aquí y no
solo tierra quemada. ¡Enfrenta la tempestad! Que sepa que aquel día no sólo aulló el viento. Cuando venga el frío, y muera el calor del mundo. Cuando el hielo todo lo devore, hazle
saber que no todo que se congeló con igual facilidad. ¡Enfrenta
la tempestad! Que se sorprenda la historia de
que ahí hace años hubo un día calor. Cuando venga la sequedad y
se vuelva toda la vida imposible en un gran desierto marciano, cuando sean los árboles más polvo que planta, y los amores más alucinación que sentimiento. Hazle saber que el color ocre de las tierras baldías no creció con facilidad, dile que ahí hubo un día un color llamado verde. ¡Enfrenta la tempestad! Que esté al tanto de que entre los fines a secas, hubo una muerte, con nombre propio. ¡Enfrenta la tempestad! Con
todo lo que tengas cada gota de sangre en
las venas y cada decibel de la voz. Que sepan
la tempestad y sus cielos negros.
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