REFLEXIONES
                     SOBRE MI CUMPLEAÑOS
  A
                     propósito de las 77 orbitas que completo como viajero del planeta Tierra, este 31 de diciembre del 2024, alrededor
                     del sol, me he puesto a reflexionar sobre estas fechas, que los seres humanos celebramos, algunos con mucha rumba, otros con
                     mucha modestia y otros en la soledad de su existencia. Al respecto, lo primero que me viene a la mente es, preguntarme ¿cuántos
                     bombones de chocolates aún me quedan en el compartimiento en donde el Dios del Universo dispuso los que me correspondía
                     consumir en mi trasegar por este mundo?. De modo que, si me preguntan ¿cuántos años tengo?, la respuesta
                     indicada es decirles: la verdad, es que no sé cuántos me quedan en la gaveta misteriosa de la vida. Lo único
                     cierto es que hasta la fecha, he degustado de 77 bombones de chocolate.
  Por otro lado, si nos atenemos al envejecimiento que los años le agregan
                     a nuestra naturaleza física y mental, debo decir que, de acuerdo al tiempo cronológico, efectivamente registro
                     77 bombones de chocolates consumidos, pero, según mi condición biológica, el haberlos consumidos y disfrutados
                     con toda la calma del caso, siento que estoy atravesando los 50 años. ¡No se rían, por favor! Física
                     y mentalmente me siento con excelente salud, más creativo, socialmente activo y unas positivas energías para
                     seguir disfrutando los "no sé cuántos bombones de chocolates" que aún se reservan en mi recóndito
                     cajón.
  Bajo esta
                     realidad que es inevitable para todos los seres vivos, lo más acertado es no preocuparme en cuando voy a consumir el
                     ultimo bombón, pues la muerte siempre ha de llegar cuando se cumpla el tiempo. De manera que, mientras tal hecho ocurra,
                     yo procuraré continuar mi viaje ligero de equipaje, seguiré enamorado de la vida sembrando semillas de amor
                     en los arenales, cultivando lluvias, elevando con mi voz suplicas al cielo; escribiendo memorias, curando mis nostalgias en
                     el abrazo cariñoso de mi familia y de amigos de siempre y disfrutando de mi deleite predilecto: la música, esa
                     que me reta y cuyo ritmo al apoderarse de mi sangre, hace que mi cuerpo se torne más liviano, mis penas se vayan para
                     el carajo y baile hasta caer exhausto de la dicha. Pero no importa, si he de morir de esta manera, ¡Que sea bailando
                     salsa!
  No obstante, estas
                     reflexiones, en esta fecha que coincide con la despedida del año 2024, a pesar que mis afanes ya se quedaron rezagados,
                     no dejan de fastidiarme algunas cosas que no armonizan en mi tierra y en el mundo, como ese genocidio de los palestinos en
                     Gaza y la absurda guerra entre Rusia y Ucrania. Pero la prudencia me susurra "Hace mucho frio allá afuera".
                       Entonces como tabla salvavidas, me
                     refugio en la poesía, una forma sublime de educar el alma.
  A todo mi jardín florecido de familia y de amistades les deseo para el
                     año 2025 que Dios les siga iluminando en sus caminos, desplieguen sus alas y encuentren en el amor, la única
                     manera de vivir eternamente.
  Serafín
                     Velásquez Acosta
  Montería
                     diciembre 31 de 2024-