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Jamás podremos estar seguros de poder cruzar el puente que nos llevará hacia la otra orilla,  sin la guía salvadora de Doña Sara. Solo su luz eterna podrá librarnos de la oscuridad en que nos ha dejado. Mi corazón en sombras está de regreso a vuestro lado para vivir y compartir nuevamente las penas y alegrías de mi vida de puertorriqueño adoptado, que en vuestro hogar encontró la paz y el amor que solo mi propio hogar pudo brindarme. Paz y fe es lo único que podemos buscar y conservar en esta hora dolorosa.Joseph Berolo. Chia, Cundinamasrca Colombia. Junio 19,2018

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LOS DIOSES SIN ADIOSES
(A Mi MADRE)

 

 

“Los dioses no tuvieron más sustancia
que la que tengo yo”, JRJ.
A mi madre, Sarah.

 

 

Los dioses no tuvieron más sustancia
que la que tienes tú
Ni más cuerpo de prado 
Ni memoria de la vega florida
y del manantial 
libre de ahogos
Tú tienes
como ellos
alborozo de flor
Espacio de oceano
Ímpetu de tallo y de raíz
Aliento de arcilla
Vida para dar
Y efervescencia

 

 


No. Los dioses no tienen más sustancia
que la que tienes tú
que supiste verdearte
como musgo entre las piedras
Los dioses del desierto
y de los bosques
los dioses de los ríos
y las sabanas
Los dioses sin adioses
Los que nunca terminan

 

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Tú eres como ellos
fuga raudal de cabo a fin
Allí estabas allá
Allá estabas aquí
Mas siempre abeja entre las flores
O la pura tibieza de un abrigo
O el puro bodegón
de ese pecho que apuramos
como un pollito
El puro sostén
en el aire de los pájaros
El puro apurar
de un vientre siempre verde
La memoria arcana
y encarnada
de lo que no se agota
ni consume

 

 


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Aunque seas memoria del fuego 
no fuiste testamento de ceniza
sino el soneto en carne viva
y ese soplo que revuelve
las hojas caídas
Fuiste semilla de la aurora
La floresta al mediodía
repartida en diez cauces y caminos
Y ese pino inmenso 
en el otoño de la noche 
que atiza con su dedo las estrellas
En el recuerdo de tu mirada
ensemillada siempre
nacen en tus manos las reinitas
que te buscan los retozos
y colmenas.

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Los dioses sin adioses 
me han traído en correo estelar
un poema-recuerdo-homenaje
que inmortaliza a una mujer-arcángel
mecida por el aliento de esos dioses
en una hamaca de telaraña dorada
que cuelga de las nubes 
en cables de amor filio-maternal.

Gracias, Marco, por verbalizar lo que sentimos todos.

Gracias, Manolo, por abrirme la puerta al hogar Reyes Dávila donde pontificaron Don Manuel y Doña Sarah y donde siempre me sentí acogido y a gusto. José Dasilva,.


TODO TEXTO SUBRAYADO ES VINCULO AL TEMA DE SU ENCABEZAMIENTO

Sarah Davila

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Mi madre es vientre
y colmena de semillas en la brisa
que van desde la oruga 
hasta la mariposa.
Hacia ella vuelan siempre
retozando las reinitas
“en el recuerdo de tu mirada
 

-- 
Marcos Reyes Dávila

¡Albizu seas!
"Otro mundo es posible." 

Pasas a sotavento
como una danza en la plaza
Pasas a barlovento
como un salón de baile
Pasas al norte
como una feria de libros
Pasas al sur
como un festival para la canción
y la poesía
Y pasas 
en todas partes
como delirio en el agua.

 

 


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Háblame mamá del viejo lago
De cómo se torna cristalina
la adolescencia en las mañanas
y de cuánto reposa su tersura
en la mejilla virgen de las aguas
Háblame 
de aquella muchedumbre de reinitas
que jugaban con azúcar
por las mesas de la infancia
Y cántame cielito lindo otra vez
que el llanto se me exprime
en el pecho sin olvidos
mientras se disuelve
como un paso de baile
en la sonrisa.

 

 


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Mi madre conoce el salmo de David
y la danza de seda de la sulamita
Recita el salmo de Manuel
lo mismo por la ruta del sol
que de la luna
Dime mamá de los pájaros 
del lago de Cidra
Dime como danzan
en la neblina 
los rojos y los verdes
en tus hojas de pascua
Cuéntame otra vez
la historia de la flauta 
y las cabritas
la crónica sombría en las bodegas
la crónica de las bahías 
y los puertos
de los valles del mar abierto
en lontananza
Háblame del vestido y del calzado
de los lápices sobre la mesa del pan
del ascenso y la caída
del impulso y la derrota
del amor y sus racimos
del puente y de la alcoba
de la espera y la llegada.

 

 


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No, los dioses no han tenido más sustancia
ni más tiempo 
ni más memoria altiva
ni más cuerpo
que los que tienes tú
desatada de adioses y de olvidos
Mi madre es vientre
y colmena de semillas en la brisa
que van desde la oruga 
hasta la mariposa.
Hacia ella vuelan siempre
retozando las reinitas
“en el recuerdo de tu mirada”.

 

(Porta Coeli, hoy.)