"Con derrotero incierto" Pukiyari Editores/Publishers, es
una novela que narra la historia de un hombre y dos mujeres, con sentimientos, pasiones, intereses y formas de amar y ver
la vida totalmente diferentes, pero con un final dramático común. La historia se desarrolla
en un contexto políticamente convulsionado, donde imperan el desequilibrio socioeconómico, la cultura del engaño,
el ardid y el deseo de enriquecimiento rápido, sin medir consecuencias ni reparar en daños colaterales. Es una
narración inmersa en la nostalgia social que hilvana en su argumento el amor de los protagonistas con el intrincado
juego de la política, el orden público, la economía, la educación y la formación profesional
nacionales; lo cual afecta, de forma inexorable, sus destinos, sentimientos y, al final, hasta sus propias vidas. Es un poema
social extenso con el cual el autor le canta al amor y critica la injusticia que reina y ulula por doquier.
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EL FRIO DEL OLVIDO Olegario Arturo Mencino decidió hurgar en
su pasado. Necesitaba averiguar la razón de su precaria vida. Gilda, su progenitora, le compartió parte de la
historia familiar, afín con la de su maltrecha patria, inmersa en intestinas idolatrías, odios, envidias, feroces
guerras y una fatal imprecación impuesta por un sacerdote español a comienzos del siglo XX en Oroguaní,
villorrio donde comienza la trama. Maldición que alcanza a más de las tres terceras partes de los connacionales
de aquel país, solo cuatro generaciones después.El frío del olvido es un intento novelado para explicar,
a través de fantásticos y controversiales personajes, porqué la imprecada sociedad Mencino está
condenada a repetir su compleja historia. Marcado destino, pese a tener incalculables recursos a lo largo y ancho de su geografía
tropical. Patrimonio nacional poco a poco extraído por voraces apetitos ante la indiferencia y el desapego patrio de
sus alelados habitantes.
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Cuando Adrianela Rodríguez sufrió el patatús tenía
once años, tres meses y catorce días. En su mente hervían cuestionamientos sobre el raro comportamiento
de la gente grande. La púber quería escudriñar en la mecánica caótica del mundo. Le era
difícil aceptar el propósito de la guerra, la complejidad de la política, de la pobreza, de la religión.
Necesitaba precisar el afán de las personas por, no solo auto agredirse y destruirse, sino por causar daño.
Similar inquietud rondaba su esencia incorpórea en relación con la lógica del amor, si acaso existía. Al ser llevada de urgencias a la clínica, su camilla tropezó con la del dejativo y docto de don Gaspar Salinas
de Brigard, nonagenario al servicio malandro y absorbente de Rómulo Vinchira, Uribia Morales, el Viejo Tigre Montesiano
y otros tantos amos de la política frondía y el oscuro poder económico nacional de entonces en Concordia,
la grande. Sus miradas se entrelazaron y comenzaron una inusual fragua de esencias, bajo el control de la sumatoria de todas
las energías y con un fin loable: restaurarle a la humanidad la felicidad perdida.
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Sin estarlo buscando y tras veintidós
años de obligada separación la promesa de volverse a encontrar se hizo realidad una noche de octubre gris en
la esquina suroccidental de la carrera 15 con calle 76 de la ciudad capital de aquel país subcontinental. De este sus
egregios mandatarios pregonaban que era el más feliz del mundo, sin atisbar el paisaje ebúrneo que por doquiera
a todos asfixiaba. Para
entonces, cada uno cargaba alforjas sociales contradictorias, aunque pertenecían a las más prestigiosas y ricas
familias de aquella sociedad condenada a repetir una y muchas veces su tragicomedia nacional. Linajes de ignominia a los dos agobiaba desde niños, con
mayor dolor al llegar a su adolescencia indómita y madurez temprana. Intentaron por su cuenta escapar de sus entornos
agobiantes, cada uno a su manera, con tal de librase de tan pesada y manchada suntuosidad. Refundida social entre bandadas
de gorriones del rebusque en calle y a la vista de todos para hacer más difícil su ubicación y reintegro
al redil frondío que los esperaba.
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