Los
versos nunca le han sido ajenos al cine. Los pioneros ya detectaron la posibilidad de un lenguaje nuevo más cercano
al flujo subconsciente de la poesía. “Cuando todas las artes nacieron desnudas, esta, la más joven, ha
venido al mundo completamente vestida”, escribió Virgina
Woolf en 1926, en un artículo visionario (“El cine y la realidad”, The New Republic) que
ya intuía las enormes posibilidades del séptimo arte como generador de símbolos, metáforas, aliteraciones,
anáforas y rimas visuales, de todo un sistema de códigos poéticos por inventar. “De tales movimientos
y abstracciones se compondrán algún día las películas”, escribía la autora de Las olas (1931). Tres años después estrenaban Buñuel y Dalí su filme-poema Un
perro andaluz (1929), germen y cumbre del cine como catarsis creativa del subconsciente onírico. Esa
intuición es la que recorre una historia paralela y semisecreta del cine, que se ha disputado en los circuitos experimentales
y en salas minoritarias. Para el cine de consumo la poesía se ha centrado más en los poetas (reales o inventados)
que en su arte, es decir, en la prosa detrás de la poesía, pero aun así varios hitos cinematográficos
se han planteado de qué modo evocar los versos en la pantalla. Los
últimos en hacerlo han sido el británico Terrence Davies (Historia
de una pasión), el chileno Pablo Larraín (Neruda)
y el norteamericano Jim Jarmusch (Paterson),
con tres propuestas tan lúcidas como diferentes entre sí. El autor de Voces distantes (1988), espíritu libre del cine
europeo, explorador de los fantasmas de la memoria en trabajos que se revelan como genuinos poemas fílmicos, pone en
escena en su octavo largometraje, Historia
de una pasión, la enigmática vida de la poetisa estadounidense Emily Dickinson (1830 - 1886). Poco se sabe de ella, pues vivió enclaustrada en la casa familiar de Massachusetts desde los 17 años —cuando
interrumpió sus estudios en el Seminario de Mujeres de Amherst— hasta su muerte 40 años después.
Retirada de la sociedad y en permanente rebelión con el dogmatismo moral de su tiempo, escribió un poema al
día durante cuatro décadas, que nunca pudo publicar en vida, y su esencial reputación en el mundo de
las letras solo le fue concedida de manera póstuma.
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Retrato de una erosión En su lectura más epidérmica, Historia de una pasión es el retrato de una erosión, del modo en que la felicidad
de la poeta se fue tornando en amargura a medida que su familia se iba desvaneciendo. Y es también la crónica
de resistencia de una mujer asfixiada por la dominación
patriarcal de un mundo en el que “las mujeres no pueden crear tesoros indelebles de la literatura”,
como le escribe a Dickinson un editor en respuesta a los poemas que le envió con la esperanza de que fueran publicados.
Tampoco les estaba permitido dar clases, solo casarse o llegar virgen a la tumba, como fue el caso. En una lectura más reposada, sus poemas empapan las sobrias, elegantes imágenes de una pieza de cámara
que busca reproducir la luz del pintor danés Hammershoi, versos que destilan reflexiones metafísicas sobre las
formas del alma, del amor, del tiempo y, sobre todo, la muerte. Davies convierte el filme en una meditación sobre las
devastaciones del tiempo mediante versos de la poetisa leídos en off por Cyntia Nixon, actriz que la encarna, pero sobre todo evocando la emoción desde
la puesta en escena, que avanza de la claridad a la penumbra, tan cuidada en su puntuación y cadencia como los poemas
de Dickinson.
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El poeta hecho personaje Larraín busca al poeta, lo persigue, y no tanto su
poesía. Aborda su inteligente biopic del premio Nobel
chileno desde los márgenes de la fabulación, deslizando atmósferas y personajes del film
noir y del wéstern en una ficción que se destripa a sí misma, para convertir en escritura cinematográfica
un discurso histórico, político y cultural. La pregunta que le hacen al Neruda interpretado con convicción
de carácter por Luis Gnecco en el arranque
del filme —“¿Está usted aquí en calidad de poeta o de político?”— es sustituida
a lo largo de la película por una más interesante: ¿es el autor o el personaje de su propia vida? Escrito
por Guillermo Calderón, el relato se
centra en los años clandestinos del poeta, bajo la presidencia del “traidor” Videla, que ordenó
su persecución y asesinato. El deleite verbal y la alquimia plástica trabajan conjuntamente para construir un
anecdotario de la leyenda del poeta, lejos de la hagiografía, pero tampoco especialmente deseoso por indagar en el
fondo de sus demonios. Neruda es aquí el comunista y el burgués, el marido y el putero, el proletario del verso
y el impostor de su propio arte. Pero es sobre todo un fugitivo huyendo de sí mismo, el héroe esquivo de un
cuento que en realidad trata sobre todo de los que le rodean. El poeta devenido en personaje. El germen del poema En este sentido, el Neruda de Larraín y el Paterson de Jarmusch no están tan lejos, pues son dos personajes inventados
a partir de sus versos. El filme del estadounidense, su obra maestra —tiene previsto su estreno en diciembre—,
se propone traducir plásticamente el germen del verso, el magma cotidiano que yace en la creación de la poesía
escrita, el mundo como un caudal donde se forman las imágenes que alumbrarán las palabras que escribe finalmente
el poeta. Adam Driver es el chófer de
autobús y poeta oculto que ocupa todas las escenas de la película. Se llama Paterson y vive en Paterson, Nueva
Jersey. La invocación al vate local William Carlos
Williams es continua en una película que es también una oda a la ciudad de Allen Ginsberg, de Lou
Costello y de Hurricane Carter.
Paterson, el poeta secreto, como Dickinson, escribe un poema cada día en su cuaderno y su mujer Laura (Golshifteh Farahani)
no cesa de animarle para “compartirlos con el mundo”.
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Para el cine
de consumo la poesía se ha centrado más en los poetas (reales o inventados) que en su arte
Aun así, varios hitos
cinematográficos se han planteado de qué modo evocar los versos en la pantalla
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Ardiente Paciencia Caprichos de Una Pluma Andariega 1999-
Joseph Berolo A Orillas de Isla Negra Neftalí
Ricardo Reyes -- o Pablo Neruda, nace el 12 de Julio de 1904 y con él la magnitud de su obra literaria y la inspiración
que un día 80 o más años después serviría de tema para la obra fílmica, El Cartero,
llevada a la pantalla grande del cine italiano en 1996 e interpretado por dos grandes y amados actores italianos, Massimo
Troisi y Philipe Noiret . (Ver Nota: Ardiente Paciencia. Agencia EFE). Para su personaje-- un sencillo e ingenuo pescador en un poblado porteño
en algún lugar de la Costa del Pacífico Sur,-- la oportunidad de llevar el correo al personaje más importante
del lugar, Neruda , exilado allí de su nativo Chile en 1952, terminaría convirtiéndose en una lección
de amor y de vida tan noble y duradera como la propia poesía de Neruda. Siempre oteando el horizonte alerta a la pavorosa convulsión humana que
sacude su mundo en particular, Neruda ve pasar su existencia real y mitológica vinculado al mundo social, político
e intelectual de la época. Lo une al mundo la correspondencia que trae y lleva El Cartero del pueblo, tan sagradamente
como el amanecer y para quien su mayor recompensa es el descubrimiento de la más pícara y veleidosa de las herramientas
poéticas creada por los Dioses y entronizada por Neruda, la Metáfora. Esa figura fantástica de las letras
que transforma los sentimientos materialistas del hombre generacional en deliciosos quehaceres románticos enredados
en el enigma del significado. En
consecuencia, el despertar en aquel mensajero sencillo e ignorante del poeta que habita en todos nosotros pero que no siempre
puede expresar el sublimar de los deseos, vencer la incertidumbre o reivindicarse con palabras ante la humanidad. El poeta
contribuye asi al desvelo romántico y profundamente sensual del humilde cartero hasta llevarlo al descubrir atrevido
de su naturaleza humana y a la conquista definitiva, romántica y física, nada metafórica, de la mujer
amada. Es
fascinante encontrar en El Cartero todos los elementos de la condición humana, desde el deseo reprimido, la incredulidad,
la imaginación, la conquista y la extraordinaria involucración del personaje en dos de los aspectos dramáticos
más importantes en la vida de Pablo Neruda como son su nombramiento ante el gobierno de Francia como embajador del
gobierno del desaparecido Allende y posteriormente su destierro y muerte en su adorada Isla Negra. Nunca antes en la historia de los grandes amores
de novela, uno había sido ganado tan poeticamente, tan a lo Cyrano de Bergerac, como lo fue el amor de la inocente
novia de El Cartero , deshonrada, según su escandalizada madre, por "impúdicas metáforas".
Asi, Neruda, el instigador, sonriente y malicioso, ve con sano humor, cómo su tímido pupilo cartero conquista
el Amor con inquietantes versos enigmáticos que el Maestro compone y el pupilo aprende a sentir y declamar como propios
ya que también tiene alma de poeta como la suya.
El hecho de que El Cartero haya logrado penetrar,
y prácticamente vivir muy cerca del latido del corazón de Neruda, convierte a este sencillo personaje en una
proyección del Poeta. Neruda llega a depositar en el humilde Cartero sus más íntimos pesares hasta el
punto de reclamarle desde su refugio parisiense que recoja en una pequeña grabadora que le envió con ese solo
fin, " el rumor de las olas, el eco del viento, la ronda de las gaviotas y el repique de las campanas para poder
escuchar mi mar, aspirar su aire y regresar con el pensamiento a mi adorada tierra chilena" El Cartero puede compendiarse como la máxima expresión vibrante
del simbolismo poético, la libre asociación, la tensión entre la vigilia y el sueño y la máxima
aproximación posible de la metáfora a su crudo cumplimiento. Para finalizar, o tratar de definir, un ignorante
Cartero encuentra sabiduría en el Poeta, convirtiéndose casi que en su intérprete y amigo más
allá de toda formalidad. Bien podría decirse con Neruda en Finales, que el Cartero encontró: Palabras para la alegría cuando era mi corazón una corola
de llamas, palabras del dolor que clava, de los instintos que remuerden, de los impulsos que amenazan, de los infinitos deseos,
de las inquietudes amargas, palabras del amor, que en mi vida florece como una tierra roja llena de umbelas blancas. (Fragmento
de Finales) Agencia EFE- Nov. 3, 2002. Santiago de Chile. Una ley
que acaba con la censura que ha impedido a los chilenos ver más de un millar de películas...quedó ayer
lista para la firma del presidente Ricardo Lagos. Con esta ley, la película ARDIENTE PACIENCIA -- ( Il Postino, su
versión italiana) del escritor chileno Antonio Skarmeta, que fuese incluída entre los filmes prohibidos por
la dictadura de Augusto PInochet, -- podrá ser exhibida en el país. Ardiente Paciencia tiene al propio Pablo
Neruda como personaje principal y solo fue conocida y reconocida en el extranjero por su divulgación a través
de PBS, Televisión Educativa-EU.. !986.
ARDIENTE PACIENCIA (EL CARTERO Y PABLO NERUDA) -
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