Un día como
hoy, en el 2015 los escritores de La Magia de la Palabra junto al Presidente de Naciones Unidas de las Letras, Joseph
Berolo, plantamos un olivo en Parque Estancia La Quinta, Villa Carlos Paz, para manifestar nuestro deseo de Paz en el mundo
y el valor que tiene la palabra escrita como herramienta para difundir este anhelo universal. Sigue vivo el deseo. ¡Que no sea sólo una utopía!
Marta Inés Golubenko Ferreyra. Hemos sido capaces de saber transitar desde los mares del lecho rosa hasta el nido vacío y
hemos salido airosas. Y todo eso porque estamos llenas de dones, de talentos que nos han sido confiados y que muchas veces
han tenido un alto precio. Hemos pagado precios como el sacrificio, la incomprensión, la renuncia a nosotras mismas y muchos
otros. Incluso la vida y la muerte a veces han sido el precio de ciertos dones muy estimados. Tenemos todo eso en nuestras
manos junto a la mejor medicina, el amor que todo lo alcanza, todo lo abraza y contiene
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Que el Espíritu navideño colme tu corazón y florezca
en intensa paz para ti y los que te rodean. ¡Felices
Fiestas! "ESPÍRITU NAVIDEÑO" La plastilina se deshacía,
se redondeaba, desaparecía y surgía como un arco iris de sus manitos. El silencio creativo daba paso, muy de
vez en cuando, al comentario. "Esto es una túnica, como las de antes. No se usaban remeras". "El Niño
Jesús está en esta caja, escondido porque todavía no nació". Aparecieron, diminutas, la vaca,
el burro y la oveja. Un poquito más grandes, la Familia de Nazareth. Atrás, pero no con menos protagonismo,
los tres Reyes Magos que ya habían dejado sus ofrendas junto al pesebre. _ Victoria, ¡qué lindo está quedando tu pesebre! No imaginaba que podrías
modelar algo tan hermoso! - le dije. _ ¡Es el
espíritu navideño, abuela! - me respondió con frescura. Y me quedé pensando en la emoción creadora que la estaba embargando. Lo que tanto había
escuchado respecto de la Navidad estaba tomando forma. Esas plastilinas de colores fueron insufladas de un "espíritu
especial". Esta niña ya está sentando las bases de su creencia. Siente esa paz que otorga el silencio de
la creación y de la Fe.
Reconocí, entonces, que cada niño construye lo que vive, lo
que escucha. Que en sus inocentes siete años hay lugar para el placer, la paz y la confianza. Que reconoce lo sagrado
y lo mundano como parte de un todo, único en el que conviven armoniosamente. Que de nosotros, los adultos, depende
que esas construcciones cohabiten armónicamente y en paz, tal como ese niño las percibe. En estas Fiestas, no
seamos nosotros los que tiremos abajo la necesidad que los niños tienen de la armonía, de la paz, la alegría
del espíritu navideño inclinando la balanza hacia lo mundano y el descrédito de la Fe. Colaboremos con
nuestros niños en la construcción de todo aquello que lo haga feliz y mejor ser humano." Marta Golubenko Ferreyra
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