A los herederos del
cielo ("Ahondar más, ahondar más: sólo cuando seas lo suficientemente humilde, serás santo").En especial, a los que saben ver con los ojos del alma...Particularmente, a los amigos en las letras y hermanos en la
Fe y Humanidad del Hogar Planetario: UNILETRAS-AVE VIAJERA S.A.S. (REVISTA LITERARIA Nº II); honrando a su Director Fundador,
Dr. Joseph Berolo Ramos y a su Directora Editorial, Sonia Herrera Muñoz Berolo: con admiración plena, sincero
afecto y el deseo de seguir cultivando una amistad sincera abrazados por la Gracia al Maná de la Palabra... Adrián N. Escudero,
19-02-2017 (DÍA DEL AMOR OFRENDA - Mt. 5, 38-48) "Somos
Mendigos de Dios" - P. L. Castellani (1899-1981). Hoy he visto un pedazo de Dios arrojado a la vereda. Sobre Obispo Gelabert, casi Urquiza; no tan lejos
de Baterías "Parpal". Bajo la sombra egregia de la cúpula agustino recoleta, proyectada como un ángel
ciego desde calle Santiago del Estero hasta el lugar del hecho. He
visto también, en la penumbra de los muros contiguos a los míos, a dos figuras moviéndose con temor en
derredor de aquel despojo oscuro. Veintiuna horas de un domingo de otoño.
Y ni siquiera las (vencidas) hojas del pequeño árbol que emerge solaz como un paraguas nocturno frente a la
casa, pudieron contener el golpe. Al lado del cuerpo yacente, un carrito
de miserias detenido en el tiempo. He visto a la enfermera vecina desesperarse
ante la posibilidad de que el linyera hubiera muerto: la sangre le surcaba el rostro. El alcohol lo había estrellado
abruptamente contra la pared y le había dejado allí, inmóvil, como muerto, abandonado... Aún respira, le sentí decir. Ajá, asintió su esposo, curvado
hacia el bulto inconsciente. Yo (que había avanzado unos tímidos pasos hacia el extraño desconocido)
dije, sí: está vivo. Puede ser peligroso, alertó
ella. Sí, asintió su esposo. Está muy borracho, completé (por decir algo). Tengamos cuidado. Puede
despertar y no sabemos cómo reaccionará, previno la enfermera. Qué macana, dijo su marido. ¿Qué
hacemos entonces?, pregunté. He visto a algunos coches y colectivos pasar de largo cortando
en fracciones el silencio de esa noche alunada. Pero no he visto a otros vecinos por el lugar. Hora de la cena, claro. El
oratorio de enfrente y sus laicas consagradas, duermen también su virginidad católica, apostólica y romana.
La quietud del barrio es asombrosa. He
pedido a la enfermera y a su marido que, por favor, me dejaran solo con ese Cristo roto. Que se fueran tranquilos. Que yo
me las arreglaría cuando... Sí, dijeron. Y desaparecieron rápido cruzando la calle y doblando la esquina
noreste del Kiosko "El Bunker" en dirección al Restaurante "Tuyú". He vuelto ahora a entrar a la casa. Le he hecho el comentario a mi señora. Ella,
repasador en mano, me ha aconsejado llamar al comando policial. He marcado el 101 y me han dicho que vienen para acá. ... Treinta minutos. El mendigo sigue como en
estado de coma y la policía no ha venido. He insistido con ellos. Pero ellos no vendrán. Nunca vienen. Por eso
he salido nuevamente a la puerta de calle y me he parado al lado del pobre hombre caído, casi despenado. De pronto, se ha movido...
¡Hip! Le he perdido
un poco el miedo al verle la cara de muchacho. La barba
le ha inventado años, pero es muy joven. Veinticinco, he calculado. Y se mueve. Mueve la cabeza. El golpe contra el
muro vecino le ha abierto un cauce sangriento que tiende a cesar. ¡Hip! Le he visto girar los ojos,
perdidos, enturbiados quizás por un doble efecto: el del dolor y de la obnubilación. El alcohol le ha asestado
un duro traspié. Le ha trenzado unas huellas patinosas tras el derrumbe contra la pared. ¡Hip! ¿Qué hacer? Le he extendido mi mano y
la ha rechazado en tanto balbucea... Balbucea: puedo solo, verá, puedo solo. ¡Hip! Y lo he dejado levantarse como puede. Ha logrado,
al fin, ponerse de pié trastabillando una y otra vez, hasta alcanzar un precario equilibrio. En sus espaldas, cuelga
una verde mochila, donde -con seguridad- guarda cosas de íntima necesidad. He notado su mirada comprensiva, pero no habla. Ha extraído
un pañuelo del mugroso pantalón negro con el que seca la sangre de su rostro atormentado. Se golpeó feo,
usted, digo. Sí, responde. ¡Hip! Ahora, ya está. Me voy. ¿Pero cómo va a hacer para irse?;
puedo llamar al COBEM. No, no, al COBEM, no, ruega. No los moleste, puedo solo, verá, puedo solo. ¡Hip! Y tambalea
torpemente. Apoyo su brazo trémulo sobre el carro de miserias y me dice otra vez: ahora me voy. Me voy para casa. ¿Pero
adónde? ¿Dónde queda?, pregunto. Barrio Santa Rosa de Lima, contesta. Me voy, che... ¡Hip! Le he suplicado que espere un poco más,
hasta aclarar la nebulosa galaxia que gira en su cabeza. Le explico que es peligroso en su estado andar por ahí, que
mejor llamo al COBEM. Al COBEM no, se enoja. Puedo solo; verá, puedo solo, che. ¡Hip! Ha vuelto a tomar su pañuelo
y se restriega con cuidado las sienes heridas. Es una piltrafa, el pibe. La camisa -alguna vez blanca- se ennegrece por la
noche y la mugre que la tiñe... He visto a mi señora entonces asomar a la puerta. Como a dos pasos de la escena. La observo preocupada
y luego, entrar de súbito a la casa. ¿Qué pasó?, me escucho preguntar. Me caí, parece,
dice el muchacho. ¡Hip! Y aclara: Yo venía bien con el carrito y me caí, parece. ¡Hip! Hoy tomé
alcohol; y me hace mal, aunque me gusta mucho. Antes no me gustaba. No me gustaba nada. ¡Hip! Ahora me ayuda. Me olvido
de todo. No sufro. Estoy cansado de sufrir, ¿sabe? Me olvido de todo. Pero hoy no pude olvidarme de todo. ¡Hip!:
hoy recordé lo del viejo monasterio y la huida hacia el monte. Tenía como 23 y me gustaba la oración;
orar por las almas en pena. Porque el Maestro era mi amigo; mi verdadero amigo. Como mi sombra, ¿vió? Yo les
hablaba de Él y ellos me buscaban. A toda hora, me buscaban. Pero me aturdían, che. De todos lados, venían.
¡Hip! Y me lastimaban mucho con sus sufrimientos, más que el alcohol; pero sin querer, ¿sabe?, y yo sentía
que no podía ayudarlos tanto como querían... Un día le dije que no aguantaba más, que lo dejaba
en sus manos. ¡Hip! Que yo me iba arriba, sobre una columna de rocas que me había construido para estar en penitencia,
por ellos y por mí; porque era un flojo para sufrir y verlos sufrir así. Y en la columna estaba bien, de pie
o de rodillas, de noche o de día, con frío o calor; y Él aceptó: me dijo que me quedara tranquilo.
Que Él se haría cargo. Y me quedé arriba. ¿vió?. ¡Hip! Arriba podía orar y
predicar tranquilo. Él me acostumbró a dormir poco y a comer una vez por semana, y muchas personas se amigaron
con Él, a causa de su Palabra en mí: y yo estaba feliz. En aquel momento, yo era feliz. ¡Hip!... Cerca
de los 70 vino a buscarme: yo estaba dormido, como hace un rato, como muerto, arriba, en la columna donde dormía también
el silencio (mi verdadera sombra): sí, porque en aquellos tiempos -¡Hip!- no había tanto ruido ni de autos
ni de ómnibus como ahora... ...
Y he sentido reavivar el estupor de un grito ahogado ante aquel alegato irrefrenable: ¡Dios!, exclamo: ¿San Simeón
estilita? Pero... ¿Cómo es posible...? ¡Año 450 d.c.! Eso fue en... Sisan, Cilicia, cerca de Tarso,
donde nació Saulo, san Pablo. Y he gritado al barrio, también yo ahora turbado y confundido: ¿qué
pasa acá?. Y le exijo revelarse: ¿Quién sos, pibe?, digo, realmente; y le sacudo como a un joven pastor
de ovejas, a quien la Palabra del Evangelio de san Mateo en su capítulo 5, introdujo de joven -con 15 años apenas-
a la vida monacal en busca de santidad. Pero no se altera y vuelve a insistir: ahora, tengo que volver a casa. Mi casa. Volver
a casa ¡Hip! Sí, me voy, insiste. No puede retenerme. Nadie puede hacerlo. Anonadado, sólo atino tontamente
a preguntarle: ¿Y..., juntaste algo...? Sí, responde manso y humilde de corazón: cartón, botellas,
un pedazo de carne, pan, galletas, un velador roto (yo lo arreglo, yo sé arreglar cosas): son para mi mami. ¡Hip!,
y se estremece quien supo de memoria los 150 salmos de la Biblia y de rezarlos a 21 por día; aquel que inventara el
"cilicio" o cuerda espinosa para ceñir la cintura y hacer penitencia, y que, en su extrema capacidad de mortificación,
se alejó del monasterio que lo había acogido y se fue a vivir primero dentro de una seca cisterna, abandonada,
dando comienzo a una experiencia que sostendría durante su larga vida: pasar, como su Maestro, 40 días y noches
en el desierto imperial de cuaresma sin comer ni beber... ... Porque yo no soy como mi hermano, el Caín, sentencia.
El roba. Yo no robo. Junto cosas para mi mami. ¡Hip! Toco timbre, tic, y espero. Toco timbre, tic, y espero. Pero no
robo: digo, señora, ¿tendría un poco de carne para comer, o lo que quiera darme...; y espero. Yo no entro
a ninguna casa. ¡Hip! Toco timbre, tic, y espero. Pero mi hermano roba. Yo no. Esto es para mi mami. Porque yo al "otro"
lo odio, es vivo... Y el Maestro me reta: dice que así no sirve, Simeón, el Abel. Que si tengo odio no sirve.
Pero qué quiere. Si llego -y llora como un niño- y el "otro" se agarra todo. Y yo lo junto para mi
mami. ¡Hip! Pero él se aprovecha, le pega y se agarra todo. A mi no me pega. A la mami, le pega. Un día
lo mato. Lo mato, ¡le juro!... ¡Hip! Pero el Maestro se enoja conmigo. Y me asusta también cuando se enoja,
¿sabe?. Pero es que me duele lo que el "otro" hace con mi mami... ¡Hip! Y vuelve a limpiarse lágrimas y sangre con el pañuelo,
quien, refugiado luego de la cisterna en una absurda cueva, hubo de encadenarse a una roca solitaria para evitar la tentación
de volver a la ciudad; aquel, en fin, que consultado desde todos los países vecinos, para no distraer su vida de continua
oración y penitencia, construyó una columna, de 3, 7, y 17 metros de altura, sucesivamente, donde pasó
como el Emmanuel sus últimos 36 o 37 años de vida, al sol, al agua y al viento, predicando, corrigiendo, suplicando,
mediando y convirtiendo a las gentes que acudían en su ayuda...
Entretanto, mi señora, que ha regresado a colaborar conmigo, le ha
dado un poco de naranja fresca y algunos alimentos. Gracias, le dice. Yo no robo. Toco timbre, tic, y espero. Me voy, remarca.
¡Hip! E intenta, con tozudez, maniobrar el penoso carrito, entorpecido por la verde mochila aferrada a sus espaldas.
Hermano, le digo, con cuidado, si te vas, andá por el borde de la calle, no subás a la vereda, siempre por la
derecha y para allá; allá está la cancha del Club Unión, ¿entendés? ¿Sí?
¿Seguro? ¿Por qué no me dejas llamar al COBEM?; son muy gauchos. Te arriman hasta el barrio. Yo no te
veo muy bien que digamos todavía. No, no, yo me voy con la mami... Y hoy el "otro" no le quita nada... No
le quita nada... Ya va a ver... No le quita -¡Hip!- nada... ¡Hip! Y se va. Se va y no puedo creer haber sido
su testigo... Entonces,
dejo mis dudas de lado. Sabedor de que un párrafo equívoco bien podría alimentar de mitos la historia
de su heroica vida escrita por Teodoreto, Obispo de Ciro, dejo mi orgullo de lado y me juro permitir a Dios seguir escribiendo
derecho con líneas torcidas... Por eso, antes de que su maltrecha figura me muestre su encorvada espalda, recuerdo
que, desde la fecha de su muerte, 5 de enero de 459, un gran monasterio para monjes recoletos emerge aún hoy donde
fuera su columna de virtud y santidad... Y las descubro. Entonces, las descubro. Advierto asombrado las tres pesadas bolsas que cuelgan de la parte
anterior de su mochila mendicante y cóncavas vértebras; de seguro ocultas bajo su cuerpo cuando yacía
volcado en el suelo como su carro de miserias. No eran muy grandes las bolsas; pero estaban henchidas. He debido estar alucinado
para leer en ellas las inscripciones tristeza, soberbia y avaricia. También he debido haber exagerado al reconocer
en este hombre a un santo redivivo de la antigüedad, que, a la par de cosechar galletas y pedazos de pan o frutas, recogía
del alma de cada hombre que extendía su mano desprendida hacia él, un pedazo de aquellas tres oscuridades que
apagaban en el corazón humano las luces de la alegría, la humildad y la generosidad... Sí, creo que esta noche he sufrido una
visión extraña: la de comprender, en ese Cristo roto, cuan mendigos de Dios somos todos en todos. Por eso rezaré
un Padrenuestro y le ofreceré esta lágrima que me lastima el orgullo de tenerlo... casi todo.-
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Sgue..Cuento de Cordillera
ADRIÁN ESCUDERO
Caballero de la Luz por la Paz del Mundo de la mano del Arte de la Palabra empuñada por la virtud de la humildad,
la pureza de intenciones y el Amor.Trabajando con la tela humana en modo directo, específico y particular,
, alumbrando verdaderas ideas y realidades .Bienvenido tras larga ausencia muy sentida, Joseph Berolo
LITERATURA Y ARTE, MISIÓN
DEL ESCRITOR Y CONCEPCIÓN DE LA REALIDAD[1]
"Una brisa redentora que los abstrae por un minuto
de la implacable tiranía de lo urgente. Un discurso que propone ideas pero no las impone. Una visión del mundo
que no tiene pretensiones de erigirse en verdad absoluta sino que, en un universo de verdades plurales, señala y comparte
aquellas a las que adhiere. Un rescate de emociones sólidas en un mundo cada vez más líquido. Un arca
para resguardar bellezas perdurables que navega a contramano de los efímeros ríos de las modas", al decir
del joven Poeta santafesino Alfredo Di Bernardo[2] Entendemos a la LITERATURA como a una de las bellas artes, cuya materia
prima es el logos, la Palabra en lenguaje escrito; y al ARTE como a una relación intuitiva-vivencial
entre el hombre y la REALIDAD, sea ésta conocida (vivencia existencial) o por conocer
(develamiento existencial). Una realidad que no permanece inmutable sino sólo para el instante fotográfico (espacio-temporal)
en que me detengo a mirarla o a admirarla, pero que, por lo demás, cambia permanentemente y fluye como canal de la
VIDA. Una realidad que nos influencia desde el pasado y desde el presente, y que puede ser influenciable
y construirse como una miríada de escenarios futuros; de tal modo que su manifestación concreta puede llegar
a percibirse en las tres dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. En este contexto dialógico y virtual que establece lo real con el espacio y el tiempo, la
LITERATURA puede fundamentarse como un código, un sistema de comunicación
de las esencias de belleza y verdad que subyacen en el mundo real (fáctico, ordinario) o ideal (extraordinario, mágico,
sobrenatural o fantástico) que convive en el ambiente de un aparente caos cuyas fronteras desafía
la imaginación del ESCRITOR cuando intenta describirlo, descubrirlo o develarlo. Dentro y fuera de
él. Porque su misma intimidad forma parte del flujo y reflujo que lo adecua o fuerza a adecuar la REALIDAD
a los avatares y propósitos de su inteligencia, voluntad y libertad. Resulta la LITERATURA pues, un instrumento augusto por medio del cual el hombre
cuenta la historia de los hombres en clave retroactiva, presentiva o anticipatoria, pero figuradamente y mediante el uso de
símbolos individuales y sociales que forman parte a su vez de un Universo superior, visible e invisible, que arrastra
las huellas y cicatrices del pasado, las actualiza en la contemporaneidad de la existencia y las proyecta hacia el devenir
de lo incierto, a través de la creación de Arquetipos y Dimensiones Sociales, en la cual uno no tarda en ubicarse
como persona concreta, situada y representativa de la condición humana, sólo que bajo el egregio título
de ESCRITOR, hacedor de naderías -al decir de Borges- que vuelven hacia la memoria de la vida para
representarla o advertirla. Y si convenimos en que
la MISIÓN DEL ESCRITOR es la de ser testigo de su tiempo, y que la ficción narrativa (tradicional
o no) se apoya siempre en lo REAL y vuelve a lo REAL -de lo contrario se tornaría evasiva y no testimonial-, podemos
convenir también que muchas discusiones acerca de la esencia de determinadas afirmaciones sobre CATEGORÍAS LITERARIAS,
están condicionadas, de hecho, al concepto de REALIDAD que se presuponga para clasificarlas. Es así
como algunos insisten en constreñirlas al mero devenir del tiempo presente; y, otros, como negándose a sí
mismos para abrirse como la lluvia más puramente al espejo de lo verdadero (de la Verdad, con mayúsculas), la
ilimitan extendiendo sus alcances a las tres dimensiones a que hacíamos referencia anteriormente (esto es, el pasado,
el presente y el futuro); situándola tanto en el Universo Objetivo como en el Cosmos Subetivo, en compleja síntesis
de razones y sinrazones (desafiando al Caos), de temporalidad y trascendencia, de costumbres y mitos, aceptando la increíble
potencia de las ideas para crear lo increado. He ahí la LITERATURA como posibilidad del hombre hecho
a imagen y semejanza del Dios creador, de crear o recrear como Éste y por medio del verbo, construyendo y codificando,
deconstruyendo y decodificando el Universo Total.[3] Arturo Lomello, narrador, poeta, filósofo
y ensayista santafesino (generación 1955), afirma en este sentido que, la CREACIÓN LITERARIA
se sustenta en la rotura de la REALIDAD. Que obligadamente inventa un Mundo, que aunque extraído de
lo que nos rodea y de nosotros mismos, no tiene una influencia directamente renovadora sobre lo establecido, pero sí
iluminadora; y no negando sin embargo la importante función que ha venido y viene cumpliendo hasta nuestros días,
su dimensión es PARCIALIZADA por el clásico hecho de que muchos de los auténticos creadores de LITERATURA
no llegaron a realizarse como personas o hasta fueron indeseables como tales. Esta afirmación lomelliana deviene a nuestro juicio de la necesidad de aceptar que
no es MISIÓN DEL ARTE en general ni de la LITERATURA en particular, transformar al
mundo. Pero sí podríamos acordar por ejemplo que, si un ESCRITOR, además de ser testigo
pasivo -prima facie- de su tiempo, se ocupa de dar testimonio de coherencia entre vida y Obra -tanto en el pensar y el sentir
como en el hacer-, estará ligando la SENSIBILIDAD que lo caracteriza para captar al MUNDO como co-creador de Universos
Interdimensionales, con un ACCIONAR CONCRETO que ayudará a transformarlo para el BIEN COMÚN. En pocas palabras,
el ARTE (la LITERATURA) quizás no cambiará al MUNDO, pero un CORAZÓN
modelado por sus VALORES, tal vez sí. O, al menos, podría intentarlo...[4] "Es que la historia del mundo -aclara
Edgardo A. Pesante (1932-1988), maestro contemporáneo del cuento santafesino- se acelera; los ciclos se suceden
con rapidez vertiginosa: de la Era Atómica pasamos a la Era Espacial, el hombre pone su planta en la Luna (y pronto
lo hará en Marte, agregamos); el progreso científico y técnico se adelanta peligrosamente a la capacidad
de adaptación del hombre. Entonces la verdadera LITERATURA -afirma Pesante-, la GRAN LITERATURA,
que es la CONCIENCIA DEL HOMBRE Y DE SU DEVENIR, acusa el impacto y da sus respuestas". Respuestas que, por supuesto,
no constituyen soluciones en sí mismas, porque ése no sería la MISIÓN o el COMETIDO
LITERARIO: ofrece, sí, "interpretaciones, advertencias, pronósticos y hasta llega a profetizar". Cualidad
esta última, la de trascender la memoria hacia la infinitud del augur humano, que emparenta definitivamente con Dios
a una humil criatura llamada ESCRITOR, embriagada de papel, pluma, tinta, cinta o computadora, diestra en
la PALABRA -semilla de eternidad- con la que casi todo lo puede, porque también para él, frente al caos y la
nada del papel o la pantalla del procesador en blanco, en la intercesión del Universo Gütemberg con el Universo
Internet, en el Principio era el Verbo, y el Verbo, la Palabra... En un lúcido Poema, titulado "El Escritor y su Mundo", la querida amiga Poeta y cuentista
santafesina, Prof. María del Carmen Villaverde de Nessier[5], nos dice: El escritor arma y desarma / sus
realidades y ficciones , / es un poco cada una de ellas. / Es capaz de transformar imágenes, / es capaz de propiciar
un pueblo, / es capaz de recordar los tiempos, / es capaz de predecir espacios". "El escritor / hace la historia / planifica los sueños, / está
presente en el mundo, / en la realidad cósmica y celular de cada cosa". "Siente y presiente, / es como un pájaro y un niño / porque contempla
y abre los caminos, / orfebre y arquitecto, / amasa estremecido, / crea". "El mundo en las palabras / es para el escritor / un juego iluminado".
"El escritor es porque sí / el rey de las palabras,
/ con ellas podrá trascender más allá de los tiempos. / Para su mundo es temporal y presente / y para
ser posible en la multiplicidad / de los contextos, / debe lograr la distancia de lo eterno, / ir con semias profundas / bien
aprendidas en los giros de sus gestos / y en el decir de todo el alfabeto. / Jamás puede ser neutro. / Tiene en su
centro con multiplicidad / formal e informal / con ritmo de panal y de misterio / todo el secreto de los sentimientos".
"El escritor, en el mundo, / es un explorador, / es
un jilguero, / un acechante previsor / del universo". Y
estamos de acuerdo. El escritor arma y desarma la
REALIDAD como un niño en busca de la verdad de las cosas. Transforma imágenes como el soñador que inventa mundos y crea
horizontes sin candados. Predice y engendra espacios
y tiempos, como el arquitecto que edifica de la nada. Se
hace presente en la realidad cósmica y celular de cada cosa, como testigo calificado de la historia y sueños
de su tiempo. Contempla desde lo alto como un
pájaro las realidades que después modelará como un orfebre amanecido. Y haciéndose visible en la multiplicidad de los contextos, trascendiendo carne
y alma de lo increado, moverá pensamiento, sentimiento y hecho como un ceñudo explorador del caos, para cumplir
así su rito mágico -en el secreto de su botica atiborrada de papeles y sucesos-, de inefable demiurgo de
la Palabra... Adrián N. Escudero (Santa Fe, Argentina) - UNILETRAS (Colombia
para el Mundo) Setiembre
2003/Octubre 2016.-
[5] Libro Antología "Letras de Bolsillo" - Tomo I (Taller Literario "El Patio").
Impresos S.A. Santa >Fe, julio 2003. Págs. 5/6.-
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RESEÑA DE AUTOR Dr. CPN (MDE-CT) ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO - N. 1951 (Santa Fe,
Argentina). E-Mail: adrianes@hotmail.com. Ex F. Pco. Pcial. y ex docente (UNL y UCSF). Escritor (narrador, ensayista, jurado,
conferencista, prologuista y crítico literario). Como Narrador cultiva los géneros: realismo mágico,
maravilloso, fantástico, terror, y ficción conjetural y metafísica: Autor de 3 Libros de cuentos editados:
Los Últimos Días (Ed. Colmegna SRL, Santa Fe, 1977), Breve Sinfonía (Ed. Colmegna SA, 1990) y Doctor
de Mundos I (El Sillón de los Sueños) 9 (Ed. Vinciguierra, SRL, Bs. As., 2000) ; 9 Libros inéditos: Piedras
(una Fábula Mitológica) (2016); Doctor de Mundos II (Visiones Extrañas) (2016); Doctor de Mundos III
(Mystagogia Narrativa o El Legado de Juan) (2016); Apocalipsis Bang (2015); Mundos Paralelos (2014), El Emperador ha muerto
(2011); Desde el Umbral... (2011); El Reino de los Sueños I (2011); Nostalgias del Futuro (Antología, 2009);
y 7 libros de cuentos en desarrollo:; Los Espaciales; Perdido en el Templo (En los umbrales de mi Getsemaní); Punciones
Mentales; Mixturas Cotidianas; Atila y Otros Cuentos de ABC y El Reino de los Sueños II, y 5 Breviarios Literarios
editados: Breviario Literario - Septeto ( Colección Mesa de Cuentistas ASDE, 1996); Apocalipsis bang - Las siete Parábolas
de la In-Creación (Ed. Vinciguerrra SRL, Bs. As., 1999); Los Últimos días - Tetralogía (Ed. Mundo
Cultural Hispano, España, 2005); El Emperador ha muerto - Tríptico (Colección La Abadía, Vol.
10. Ed. Ciudad Gótica - Rosario, 2006); y Teofanías y otros relatos (Colección 30º Aniversario SADE-Filial
Santa Fe, 2006). Premiado en 60 certámenes literarios (locales, regionales, nacionales
e internacionales). Su obra forma parte de 39 Antologías (Argentina, Bosnia, España, Colombia, Marruecos, México,
Guatemala, USA, etc.), y Suplementos Culturales, Diarios y Revistas Literarias, de orden local, nacional e internacional.
Ha publicado en 40 Magazins virtuales (Las Américas, Europa, África y Asia). Su perfil biográfico se
destaca en: Nueva Enciclopedia de la Provincia de Santa Fe - Edic. Sudamérica - Sta. Fe (Argentina, 1992); Breve Diccionario
de Autores Argentinos. Edic. Atril - Bs. As. (Argentina, 1999); Selecciones Biográficas Narradores Santafesinos. Edic.
Tauro - Sta. Fe (Argentina), 1994); Un siglo de Literatura Santafesina. Edic. Culturales Santafesinas - Rosario (Argentina,
1999); y "Los que hicieron Santa Fe". Cap. 34 - La Creación Literaria - Edic. Diario "El Litoral"
- Sta. Fe (Argentina, 2005). Condujo durante 1979-1987, junto al escritor Edgardo A. Pesante, (1932-1988) el Programa "Acontecer
Literario" (LRA 14-RN-Sta. Fe). ENTIDADES Y FOROS CULTURALES: a)-LOCALES: membresía en A.S.D.E.; SADE-Sta. Fe;
ICH-Sta. Fe.; El Puente; ASL; SEPA; A.D.E.I.S. (colaborador ad hoc); b)-NACIONALES: ESCRITORES.ORG; F. PARNASSUS (Buenos Aires);
F. LAZOS DE ARTE Y AMISTAD (Buenos Aires); F. MAPUCHE (Buenos Aires); F. LETRAS EN EL ANDÉN (La Pampa); y c) INTERNACIONALES:
F. MCH (España); F. DIOGEN P.K. (Bosnia); F. CAFÉ DE ESCRITORES (USA); F. CLUB LITERARIO CERCA DE TI (España);
REMES (España); UEH (Colombia); UDME (Perú); UNILETRAS (Colombia: Vicepresidente Internacional Adjunto y Consejero
Asesor Presidencia - Embajador de Buena Voluntad); OMT (México-USA: Vicepresidente Argentina); CIRCULO INTERNACIONAL
DE NARRADORES Y POETAS DEL MERCOSUR (Rosario, Argentina) - (Miembro Fundador y Embajador de la Paz y Defensor del Medio Ambiente
WWPO-Rosario) y Miembro Permanente Staff Revista Virtual LUNASOL (Texas/USA - Alicante/España). Febrero 2017
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