NIÑO DE CAMPO Tu frente niño! tu frente ostenta el
privilegio del sol y la lluvia a filo
de machete moldeas tus manos con alma
de estero y a las sombras surcas sueños
de hombre curtido. El viento eleva tu
aleteo de colibrí cada vez que
llega la buena nueva de la cosecha. Niño
de campo el silencio se asila en tu garganta cuando los días huelen a sequía, diluyes el miedo en un sorbo de café cantando al alba tu mejor melodía. Inauguras el tiempo vestido de invierno con camisa de esperanza y
botas de labriego. Un zurcido galopa en
tu espalda y en el cinto un mensaje
de fe, pidiendo a Dios otro día
de frutos de amores, y de calma. Niño de campo, echad la semilla en la tierra de Enero siguiendo el trillo1 que dejo el abuelo, jugando vas entre matorrales con el arma infantil que escondieron tus duendes. Levanta tu mirada niño, la ciudad yace bajo la luna prefieres tu hamaca un cielo
enamorado y de mil luciérnagas...una. 1(trillo) Sendero que se dibuja sobre la hierba por el
paso continuo del campesino.
El poema de Pedro: Niño de campo, flor silvestre: guardas en lo profundo de tu ser
sensible, la
extensión del arco iris; el volumen de las nubes sobre la cadena de los Andes adornada por el vuelo de los cóndores
libres de nostalgias. Bienvenido. Tu canto, salpicado con rumor de cascadas incontables vuele en pos
de la paz y la armonía en concierto de poemas incontables.
Cecilia Lamprea de Guzmán
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