Hélida Téllez , Miembro Honorario.
Bienvenida a la Paz para nuestro tiempo y el tiempo de nuestros hijos y los hijos de sus hijos a
través del cultivo de las Bellas Artes en los jardines de su mente y sus corazones
Motivada por el amor de hija nacida en el Cocuy
y criada en Chita, tomé la decisión de realizar este escrito para dar a conocer algo de la historia y de las
tradiciones en torno a las cuales se ha desarrollado la cultura de mi tierra, con especial énfasis en dos de sus más
lindos, apartados y por qué no decirlo, olvidados municipios del Norte del departamento: "CHITA y EL COCUY",
notoriamente afectados en la década de los años entre 1980 y 1993, por problemas de orden público, pero
igualmente esperanzados en que muy pronto serán considerados por las estrategias y programas diseñados por el
Gobierno Nacional y Departamental para propiciar su desarrollo y lograr la tan anhelada paz. Por mi condición
humana, y dada la forma natural y espontánea como fue desarrollado este trabajo, soy consciente de los errores que
pueda presentar, en el entendido que éstos surgen de la naturalidad y necesidad personal que siento de expresar mis
sentimientos y compartirlos sin distorsionar la esencia de las narrativas sobre estos pueblos, que brindan a sus hijos y extraños,
suficientes motivos para respetar y admirar. Hermosos y espléndidos sus paisajes, igual lo es la capacidad de trabajo,
coraje y arraigo de su gente, que, pese a las dificultades, continúan cultivando su tierra, siempre con plena confianza
de recoger, compartir y disfrutar de los beneficios de una buena cosecha. Es mi mayor deseo invitar a mis lectores
a conocer y compartir el calor humano de nuestros campesinos, y a través de ella con nuestros compatriotas, la
riqueza de su saber y cualidades que en armonía ofrecen y propician para la reconciliación de vida con la naturaleza.
No sobra alabar el goce que nos proporciona el exquisito sabor de las comidas y manjares naturales que preparan. Bienvenidos
a deleitar sus ojos en los escenarios de los variados u espectaculares paisajes de Boyacá, Cuna de la Libertad. Siempre
será así, libre. Boyacá Orgullo de América. Helida Téllez EJEMPLARES DE ESTA OBRA PUEDEN SER ADQUIRIDOS DIRECTAMENTE DE SU AUTORA Email. helidatellez@yahoo.es
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Soy Hélida Téllez Quintana cariñosamente Helidita,
así me llaman. Nací en el año 1949 un 14 de diciembre, en El Cocuy - Boyacá, por eso digo que
este bonito lugar me prestó un rinconcito para mi nacimiento; estaban en plenas fiestas decembrinas y mis padres Peregrino
Téllez (Juanito) y Rosa María Quintana (Rosita) dos seres alegres, amistosos,
amaban el baile y las reuniones, además mi papá era un excelente músico. El lugar de vivienda de mis padres en ese momento era en
la Finca El Molino de nuestros abuelitos Fidel Quintana Niño y María Trinidad Quintana en la vereda el Mortiñal
del Municipio de Chita. En esa finca estuvimos algún tiempo y después nos llevaron a vivir al pueblo de Chita,
a una casa también de propiedad de mis abuelitos. Esta casa esquinera con balcones, jardines y un solar inmenso, donde
la gente que llegaban de todas las veredas para vender sus productos el jueves día de mercado.dekaban sus cabalños
y sus sillas. En el año 1953 Gabriel Villamarín Valderrama por medio de una carta, les manifestó a mis
padres que les dejaba en arriendo un terreno denominado Los Barriales a donde fuimos a vivir hasta cuando nos vinimos
para Bogotá en el año 1962. Con mis hermanos José Antonio, Marco Fidel, Amanda Cecilia y Luz Marina crecimos
en ese hogar humilde, pero con principios morales y valores suficientes para el logro de las personas que hoy somos. Doy gracias
a Dios, porque veo el pasado como un aprendizaje, algo muy enriquecedor, que realmente para mí fue muy bonito, satisfactorio,
y, aunque parezca increíble de recuerdos y momentos inolvidables. En la casa de
don Aniseto y de la Señora Ana Rosa Oviedo quedaba la Escuela de el Bugio, ahí estudiamos con mi hermano José
Antonio, después en la Escuela que quedaba en la casa de la Señora Cecilia García y Don Adán,
después en la Escuela Evangélica en el Hato o Hacienda de los Villamarín, con una única profesora
Gilma Buitrago, aquí terminó la primaria mi hermano José Antonio; Marco Fidel y yo seguimos hasta cuando
nos trasladamos a Bogotá. A mi hermano José Antonio y a mi prima Luisa María Quintana hija de mi tío
Arquímedes Quintana, los mandaron antes a Bogotá a un Internado para continuar con sus estudios de Bachillerato,
por haberse ganado cada uno una beca. Muy juiciosos e inteligentes. Imposible olvidar nuestro ranchito en los barriales
a la vera de un camino de herradura, barro y piedra, por donde pasaban los arrieros, los vecinos, los niños, las señoras,
los señores, vecinos, como dicen: campesinos, campesinas, unos a caballo, otros a pie; muchos se desviaban para llegar
a nuestra casita por el tinto, mogolla, arepa, chicha o guarapo, caldo de papa, según el momento nuestros padres siempre
tenían algo que ofrecer; de paso una conversa acompañada de una risa o chanza y un hasta luego. Cómo olvidar el aroma del tinto a la madrugada, el frío, la escarcha sobre el pasto; con mi hermano
José Antonio debíamos abrir los corrales para sacar las cabras y las ovejas a las 5 de la mañana, acompañarlas
hasta donde empezaba el pedregal para que siguieran subiendo a la peña, ir a la Escuela, hacer tareas, llevar las bestias
a beber agua, montar en ellas, ver las siembras y las pañas de papa. Cómo
olvidar cuando mis papás bajaban al pueblo el día de mercado para volver al día siguiente. Ellos
se quedaban donde mis abuelitos en el Molino; por tanto, llamaban a sus compadres o sea a nuestros padrinos de bautismo Gumercindo
Garcia y Antonia Díaz que vivían en Montetoros, al otro lado del río, para pedirles que dejaran ir a
sus ahijadas Sixta Tulia, Ofelia u Olga, porque ellas eran más grandecitas, más juiciosas y más responsables,
(ni juiciosas ni responsables jeje) para que nos acompañaran la noche del jueves. Esa noche no dormíamos era
nuestra noche de juego, canto, baile y amasijo en fogón de tres piedras, una laja de piedra sobre el fogón para
azar el pan y las arepas. La comunicación con los compadres era por medio de los reflejos de espejos, si había
sol, o de lo contrario ir en persona a pedir el favor, atravesando el rio a caballo o a píe, atravesar el rio por un
palo, el cual lo pasábamos casi corriendo (éramos niños) siempre el río estaba crecido y no lo
podíamos cruzar a píe porque la corriente nos arrastraba. Cómo
olvidar las caminatas con mi hermano José Antonio, Luisa y Olivia Quintana hasta la Escuela del Hato. En el camino
nos encontrábamos con más compañeros entre ellos Adelia, Antonio y Salvador Quintana. Buscábamos
sitios estratégicos para guardar las medias nueves en el monte o en la quebrada cerca de la escuela. Las medias nueves
eran: una botella de chicha, de leche, o de aguapanela, la arepa liuda o tieza, habas tostadas o maíz tostao. Para
esconderlas era una odisea, los compañeros no podían ver donde las escondíamos, pues, cuando íbamos
por ellas ya no estaban. Esos lugares que por siempre serán testigos de las hazañas y travesuras de unos niños
inocentes. Cómo olvidar lugares como el zanjón por donde pasaba la
quebradita de agua cristalina, por donde bajaba la llorona hacia las 7 de la noche para llegar al río, el boquerón,
por donde embocaba y aparecía la gente. Este boquerón lo observábamos desde la casa. Cómo olvidar la vestimenta de mi hermano José Antonio, con pantalón de dril
largo bota ancha una abajo y la otra remangada, chocatos, camisa, saco de dril, ruana, sombrero que le tapaba su cabello rebelde
y parado. Mis atuendos con vestidos de seda abajo de la rodilla, con manga larga, saco, ruana, sombrero, chocatos, cabello
largo peinado con trenzas amarradas con cabuya de amarrar los costales. Cuando nos fuimos
para Bogotá, venía aterrada en la flota de ver los automóviles con gente adentro y le preguntaba a mi
mami: ¿y cómo se meterá la gente? (sin respuesta, solo me tapaba la boca. Le preguntaba cada rato o sea
la tenia aburrida. Pobrecita mi madre. También creí que nos habían traído a
otro país; pues me llevaron al Barrio Olaya en Bogotá a sacar la Tarjeta de Identidad, cuando me preguntaron
que si era colombiana o extranjera dije: extranjera de Chita-Boyacá. Para los que escucharon fue un buen chiste. Bueno,
es que a Chita solo llegaban camiones y flotas grandes. Como primera medida en
Bogotá el cambio de vida fue total. Terminar los estudios primarios, después los secundarios, trabajar estudiar
en la Universidad, pero no terminé carrera profesional, mejor me gradúe como esposa y madre. Por cosas
del destino he contado con los hijos de mi esposo en su primer matrimonio; que también los considero míos: Mónica
Fernanda, su esposo Miguel Angel López, Manuel Guillermo Sánchez Rosas y su esposa Bárbara Rodríguez.
Los hijos de ellos que son también mis nietos, Ana María, María Fernanda, Simón, Juan Camilo,
Juan Guillermo y Salvador David. Todos ellos también forman parte de mi familia y de mi bonita vida, pues, me han dado
alegrías, enseñanzas y momentos familaores de pleno disfrute Vivimos en Cartagena 13 años con mi esposo
Guillermo Sánchez Morales, nuestros hijos Manuel Guillermo Sánchez Rosas (Manolito) y Juan Antonio Sánchez
Téllez. Nuevamente nos regresamos a Bogotá en el año 1994. Juan Antonio Sánchez Téllez
nuestro hijo, ha sido la base de un hogar bonito, potenciando nuestro amor cada momento. El también cuenta con
un feliz y bonito hogar formado por su esposa María Paula Rodríguez y su hijo "nuestro nieto"
Tomas David Sánchez Rodríguez. Soy una persona común y corriente;
sencilla, humilde, respetuosa, responsable, hija, tía, esposa, madre, suegra, abuela, funciones morales y normales,
sensible a las circunstancias por las que tenemos que pasar todo el mundo en los episodios de dolor, como la pérdida
de nuestros padres y otros seres queridos que nos marcan con nostalgia, pero con fe en Dios, la conciencia tranquila y la
confianza de realizar las cosas esenciales para seguir en el camino de la vida sin ningún remordimiento, con mucha
alegría del deber cumplido. Aquí mis expresiones y vocabulario son meramente
naturales con el fin de hacer entender mis sentimientos, no para vanagloriarme de haber logrado escribir este libro,
es para dejar testimonio de lo hermosa que es nuestra Boyacá a pesar que lo escrito aquí, no es nada, nada suficiente
para su grandeza. Realmente fue mi propia idea. Bonita es mi Boyacá, con mis amados
pueblos de El Cocuy y Chita; por mi raza, por el pasado de vivencias, aprendizajes, mitos, costumbres, formas de hablar, acontecimientos
en mi vida que fueron reales. Hoy feliz y orgullosa de ser Cocuyana - Chitana,
boyacense pura. Hoy solo he envejecido pero el amor por estos pueblos seguirá intacto hasta que muera.
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Himno de Boyacá
Letra: Pedro Medina Avendaño Poeta,
nacido en Cómbita Música:
Jorge Camargo Spolidore Músico,
nacido en Sogamoso Adelante a la cima que guarda la memoria de tanto inmortal. Dulce tierra que
extiende los brazos de occidente a la pampa solar. I En su entraña hay jardines de hierro, está el oro en el rubio aluvión. Parpadea la verde esmeralda en la niebla del gris socavón. II Siempre
ha sido sus hombres primero en el bien, en la guerra,
en la paz en el cielo no falta una estrella; en las almas siempre hay un cantar. III Aquél trae la eterna armonía con el numen de Flórez y Ortíz. Es antorcha que opone a la muerte alta valla
de aurora sin fin. IV Otros vienen del aula
fecunda animados del genio creador, al esculpir en el muro del tiempo la esperanza de un mundo mejor.
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Himno popular de Boyacá Soy Boyacense (Ordenanza
008 de 1994) Autor y compositor: Héctor José Vargas
Sánchez Arreglos e Instrumentación: Maestro Raúl
Rosero
Noble es mi ancestro de Nemqueteva Saguamanchica, Idacansas, De
Nemequene y de Tundama Quemuenchatocha y el gran Mincua. Soy Boyacense de pura raza, amo a mi tierra como a mi mama, siempre
de abrigo cargo una ruana, hecha en el viejo telar de casa. Y con mi blanco "jipa" de paja, como armonizan mis alpargatas, del maíz hago bebidas gratas con que refresco bien mi garganta. Coro Canto guabinas y torbellinos, y un
viva alegre le echo a mi patria, sin hablar mucho marco la pauta, si
de lecciones siempre se trata Llevo en mis venas sangre guerrera, pues lo atestigua el Pantano de Vargas, soy muy sincero, miro de frente, nunca un ataque doy por la espalda. Haciendo coro con los turpiales, que alegres cantan de madrugada, rasgo mi tiple chiquinquireño, frente a la alcoba de mi adorada. Coro Noble es mi ancestro: de Nemqueteba Saguamanchica,
Idacansas, de Nemequene y de Tundama Quemuenchatocha y el gran Mincua. Surco los campos con el acero, que da la entraña
de aquestas tierras, y de sus rocas esmeraldinas, le doy al mundo
preciosas gemas. Lucho incansable contra gobiernos, que en su provecho el fisco gastan y cuando triunfo, tan solo pido, un gran aplauso a la democracia.
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Coplas Yo
vi unas piernas muy blancas con unas medias de lana y más arribita vi la panela de la semana Allá arriba en aquel alto me
quería pegar un siote porque no le di candela para encender su chicote Que bonito trigalito para cegarlo con la hoz que bonitos ojos
negros para querernos los dos. Allá arriba en aquel alto hay un pozo de agua clara donde se baña la virgen los piecitos
y la cara Allá arriba en aquel alto hay una mata de poleo tú dices que me quieres pero yo no se la creo Hágase
de pallasito no me pise mis amores porque
sos hombre casado y tiene sus obligaciones. En Macaravita coto y en Capitanejo caspa más vale tener el coto y no tar rasca que rasca. Memito me regalo el tiple Pa
que lo aprenda a tocar Pero me ha costao trabajo Para
aprenderlo a entonar. Subiendo la cuesta arriba Me encontré con don Elías Porque no le dí
tabaco No me dijo buenos diás. Me gusta bailar carranga Pero no la se
bailar Mi pareja que es Memito Solo
me mira y se ríe. A Memito le hacen rueda Cuando se para a bailar Porque el si baila carranga Como se debe bailar. CHITA
baila bambuco, torbellino, pasillo, carranga y cumbia. Para todas las familias chitanas "nuestros paisanos" amigos,
familiares en especial a toda la familia Olivares, Muñoz, Martínez, Carrero, a Elid Pauleli Gómez
un abrazo grande y sincero para ellos y todos los habitantes del pueblo y de sus veredas de esta paisana enamorada de esa
tierra linda y hermosa y, porque no de YO y de toda mi familia Téllez Quintana.
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