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Bendita seas en la Paz Eterna

 

 


(Desde tu eternidad agradeces los mensajes de nuestros hermanos poetas
COMO TÚ QUE LO FUISTE DEL CINCEL convertido por tus manos milagrosas en Poesía pétrea. 

Con  tu partida, convertiste este Mayo del 2016 en 12 meses y mil años de celebracion del dia de las Madres - Tú nos dejaste mill razones para vivir - ninguna para fracasar. Tu huella es para seguirla y con la nuestra honrar tu Vida y exaltar tu obra. DESCENDIENTES DE TU GRANDIOSA HAZAÑA MATERNA tenemos una cita con la Luz para poder cruzar las sombras. Seguiremos siendo lo que creemos que somos, y seremos lo que queremos ser: Faros de amor fundidos en un solo aliento, caminando lado a lado, así truene y relampagueé y nos encuentre la tormenta en despoblado. Juntos llegaremos al jardín del optimismo donde florece la Vida eterna. No perdamos un instante pensando en imposibles. NO PERDAMOS UN SOLO INSTANTE RUMIANDO PESADUMBRES,
SOLO HAY TIEMPO PARA VIVIR COMO Tú VIVISTE PARA VIVIR ETERNAMENTE Y SEGUIR SIENDO MADRE.

 

 


TU EN PRESENTE SIEMPRE

En ti, ROSALBA está la sacrosanta vida
Mujer eres de luz y de esperanza,
nada te detiene, eres roble, bendecida
por la fe que tienes en tu existencia.
 
Canto es este a tu bondad de madre
que dice lo que siente el caminante
que a tu casa llega como llego yo,
a visitar el nido que cuidas delirante.
 
Allí aún habitan los retoños, niños
son todavía los hijos y los nietos,
no han crecido, todos son cariños
que vigilas soñando con bisnietos.
 
¡Oh! mundo bello ese tuyo de mujer
que supo conservar lo maternal 
y darse toda a la misión de ser
la cuna donde aún se mecen los ciruelos.
 
Mayo 8, 2016
Día de las madres
****
Hugo, Jairo, Orlando, Gloria, Mery, Geney, Sonia, Henry, Williiam, Rolando. y tu hijo adoptivo Joseph

 

GALERIA DE OBRAS DE ARTE DE SU CREACION
TRAZOS Y RETAZOS VIDA y OBRA Tomo I
AUDIO VIDEO, SUYA FUE ANDANZA DE GENIO Y SACRIFICIO
LA CASA DE ALBA. LAS CAMELIAS, Novela Histórica,
MANOS MILAGROSAS. Audio Video
Otros

 

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TRAZOS Y  RETAZOS DE UNA VIDA
 
 
Y llegó el Siglo XXI, y todo cambió de forma y de lugar, más no en su esencia. Entre las hojas de los libros desmayados en su soledad en la antigua biblioteca de la casa, empolvados, que ya nadie lee, está la historia de sus dueños, el recuerdo de los sueños que tuvieron y engendraron Miguel y Rosalba: Él, los de querer ser Miguel, el  de Dos Quebradas " ahora bogotano, que solo supo ser Él para irse a su manera, por rebelde, y ELLA los de querer  vivir para contar su propia historia.
 
Trazos y Retazos de una vida es una justa pretensión literaria representativa de la creación y expresión artística de Rosalba, enmarcada por un poco, muy poco todavía, de memorias, cuentos, anécdotas y semblanzas de su noble vida de hija, esposa, madre, abuela, bisabuela, razones más que suficientes para seguir viviendo. Es que su interior está hecho de sentimientos que tienen que tomar figura material para darse a conocer como engendros que son de su enorme capacidad de darle Vida a todo lo que toca. Sus Manos Creativas son el pincel con el que pinta lo que ve con los ojos de su alma.
 
Trazos y Retazos de una Vida es un "Grito" silencioso brotado de su ser porque ella vino al mundo para hacerse sentir. ¡Trazos y Retazos de una Vida! Son chamizos con retoños, arte puro de caprichosa maña artesanal, visión interna, anímica, propia de quien sufre, incapaz de ser indiferente a la tristeza que disfraza con proezas de artesana
.
Sus hazañas armonizan con sus trazos y palpitan en los gestos de los raquíticos personajes concebidos, que aún andan por ahí doblados bajo el peso de sus años, con sus manos alargadas, artríticas, deformadas, de rostro atormentado, cuencas vacías, cerebros expulsados del salón de la cordura, cerviz partida, vértebras dislocadas, fantasmagóricos. Dicen más que todo lo que pudiera contarnos con palabras su creadora. Es que Rosalba tiene enorme capacidad sensorial para percibir lo abstracto, lo que nadie ve, solo ella, que no necesita de un objeto real, sino de imaginación para transformar su visión en algo tangible.
 
Trazos y Retazos de una Vida son para que sus descendientes, Hugo, Orlando, Jairo, Gloria, Mery, Geney, Sonia, Henry, William y Rolando, y los hijos de sus hijos y sus hijos, recuerden y practiquen como bien lo hacen, su ejemplo de laboriosa honestidad y persistencia para impedir que el abandono del deber se aposente en su camino. Rosalba sabe bien cómo construir el legado de su genio y perpetuar con su propia historia, la historia de su gente y de su raza. 
 
Nostalgia
 
Cuando los caminos conocidos se tornan extraños, la senda de los recuerdos nos lleva a lo que fuimos. 

¡Cuánta nostalgia me causan las bibliotecas! Esas privadas, repletas de libros que despiden recuerdos de días pasados, cuando el amo de la casa, ávido de cultura, sediento de conocimiento, compraba a plazos enciclopedias lujosas con cubierta de cuero estampada con letras en dorado, y colecciones de clásicos de todos los tiempos, y obras sueltas, en rústica, de poesía de bardos bohemios, sombríos, abismales: Flores enamorado de la muerte; Silva, para un Nocturno de sombras largas, muy largas escurriéndose por la Candelaria; Barba Jacob para esos días "en que somos tan lúgubres, tan lúgubres"; Vargas Vila para pecar amando.
 
¡Cuánta nostalgia me causan las bibliotecas! Esta en especial, que su dueño construyó con tablones crudos, y le puso escalas al tamaño de la enorme enciclopedia Británica, el codiciado Tesoro de la Juventud, las series de Aguilar, de Plaza & Janés, y en proporción a los folletos y pasquines de todo origen, recortes de prensa, l Lecturas Dominicales de El Tiempo, volantes del Círculo de Lectores con su listado de obras recientes, algunas en idiomas no cristianos, la Collins, que también compraba porque no se iba a quedar sin entender lo que decía. Alguno de los hijos se graduaría en idiomas en el Colombo Americano o la Alianza "Française", y entonces...
 

Igualmente ansioso de cultura, quiso saber de obras de autores de alcance universal para entender la historia del hombre de ayer, tan rica y tan pobre y tan dulce y tan amarga, tan actual: Verne que lo llevó a la Luna; Dumas, "Los Miserables", que lo retrató inhumano; Tolstoi, "La Guerra y la Paz", que lo persigue y lo desvela; "Crimen y Castigo", Fiódor Dostoyevski, que lo condenó a ser su propio juez y su verdugo; La Hija del Capitán, Pushkin, la guerra campesina... Cervantes, y Shakespeare, y Gabo, el primero para deshacer entuertos, el segundo para pensar en ¡Ser o no Ser!, y el tercero para vivir otros cien años.
 
Orgulloso me sentí cuando también hallé en tan rica compañía, a "Matías", el inolvidable personaje de la única novela del duelo de los libros. ¡Ficción realidad!: "Teniendo en cuenta que todas estas apreciaciones de mucho peso, el hijo de mis entretelas, tiene la mejor carta de presentación, y por eso creo que puede ir entrando, no como Pedro por su casa, sino como Matías entrando por la casa de Pedro".
 
 
Cuando recordé a Miguel, firmando su creación, aquí, en su biblioteca, sentado con estilo de poeta de su amada Marga, en su gran sillón de cuero negro, reclinable, ese Diciembre 25, 1988, a las 4:00 en punto de la tarde, escuché que me decía: "Si Matías no te complace, revístete de una buena dosis de hipocresía y dile a quien te pregunte, que el libro es una ´verraquera´, y que nunca habías leído uno de tal naturaleza..." Al oírlo supe que lo que yo miraba, eran retazos, solo retazos y nada más, de su existencia: "Por ahí encontrarás también, otros manuscritos...no tienen nombre todavía... esos sí que son retazos..." concluyó.
 
 
¡Cuánta nostalgia me causan las bibliotecas! Esas que contienen entre las páginas de los añosos libros, notas de "confianza", y cartas de amor que delatan los secretos que alguien les confiara, con besos estampados y lágrimas -- se sabe que rodaron, son manchones de tinta diluida -- y recortes de prensa que anunciaban bodas, bautizos, onomásticos, decesos y otros viajes, y retratos desteñidos de tomas de paseos y momentos buenos que se fueron. ¡ Hasta un cheque en blanco, firmado!
 
Imposible olvidar esas cosas, tampoco las veladas de fiesta con las letras en tan místico lugar, el hechizo de leer "en familia", el dulce trajinar romántico de los amantes del Paraíso, Efraín y María, de Jairo y Rosalba, de Aura de las Violetas, y otras "cursilerías" de la época, cuando también la familia toda se "prendía" a la Nuevo Mundo, incluyendo el servicio doméstico, los canarios, el mico, el gato, el perro, los patos y las gallinas, para escuchar el Derecho de Nacer que los hacia llorar por Albertico Limonta, el hijo hermano de los hijos del pecado de amar "sin contraer". ¡Qué épocas! ¡Qué épocas! 
 
Recuerdos que encontré la noche de Navidad del año 2002 , entre los libros que heredó a sus descendientes, Miguel Antonio Herrera Arias.
 
Joseph Berolo 2015 

Andanzas Extranjeras

… trazó visiones, y recogió “chamizos” despojos de huracanes tropicales, y hojas otoñales de maple canadiense a orillas de los Grandes Lagos, y hasta piedrecillas talladas por las aguas del Niagara que la vieron desafiar su majestad.


Rosalba rompió un  día de 1982  las ataduras caseras y partió a conocer el mundo. Venia de otro tiempo de andanza centroamericana, allá por los 70, cuando sus ramas se extendieron a la sombría Nicaragua, en medio  de la guerra fratricida y el desastre sísmico, porquue no podía  dejar de proteger  su prole ausente. También dejó sus huellas en las playas de San Andrés, y en Cartagena vio llegar el comienzo del fin de  su  madre Hermilda su compañera eterna  en las buenas y en las malas. En más audaz campaña descubridora, se fue a conocer el Canal de Panamá, un octubre 13 de 1981, cuando avistó el horizonte de los dos mares y fue testigo de la boda de su hija Sonia con un viajero tan audaz como ella misma.

  

Supo entonces que descubriría el mundo norteamericano y en tierra gringa sembraría su mejor semilla artesanal, desde New York hasta Pensilvania, y   enla Florida en toda su extensión, y por escalas, en Washington, para codearse con el Presidente en la Casa Blanca, y con los Senadores en el Capitolio; el 4 de Julio del  90, para celebrar la independencia y rendir homenaje al Soldado Desconocido en Arlington, avivar la llama eterna ante   la tumba de John F. Kennedy y la de Robert a su lado; en Filadelfia a tocar la campana quebrada de la Libertad y  escuchar “No llores por mí Argentina” en un bote bar anclado en el Delaware; En Boston  a saludar a los “peregrinos del Mayflower” en la roca del desembarco, y a los pioneros resucitados en su renovada villa  en Williamsburg;  abrazar después a George Washington en Valle Forge, King of Prussia, y animarlo para que siguiera adelante y acabara con la corona inglesa; a querer hacer fortuna con “nickels and dimes” en un tragamonedas de Atlantic City, (Allí recuperó los US $10.oo del “anzuelo”, y se paró y dijo: ¡Gané!  y no volvió a jugar para no perder del todo sus gasnacias como suele ocurrirle a los profiados) .  

 

Y en San Agustín, la pequeña España que no pudo conquistar la América, que allí estaba algo de su arte en el arte de los Seminoles y Miccosukees. (Sabrá Dios si era hermana  suya o  de los Tayronas, los muiscas, los Quimbaya – hasta paisas podrán  ser...). Ah  y en Miami, historia esta de ciudad aparte, que aunque queda más allá de las fronteras de Colombia, es solo un pueblo más como Pereira. 

 

Lo que si supo fue que Walt Disney era el “paisa” más emprendedor nacido fuera de Antioquia, y que Mickey Mouse y Daisy eran Adán y Eva sin serpiente, y Disneylandia el Paraíso Terrenal. Allí, como “Pedro por su casa”, descubrió que solo un paisa podía convertir el mundo en castillos embrujados, o en islas donde los piratas eran buenos, o en carruseles para darle la vuelta al mundo en treinta segundos, y hasta en submarinos de juguete para ir a fondo de los mares y nadar con las sirenas. Allí tuvo la audacia de montarse en un cohetes,  de aluminio,   y viajar a Marte y regresar en un instante y volver a pasear en jaulas de marfil por todos los reinos de la fantasía. ¡Ah! El terremoto “Thriller” desatado por el misterioso Michael Jackson, el negrito que quiso ser blanco, fue el único susto que tuvo entre tantas cosas buenas que vivió. “Mágic Kingdom”, allá en Orlando, sigue siendo un sueño para ella. No se quedó a vivirlo eternamente, porque la realidad de “allá afuera” la llamaba.

 

Era la verdad de su realidad. Trazar visiones y recoger “chamizos”—despojos de huracanes tropicales, hojas otoñales de maple canadiense a orillas de los Grandes Lagos, cascajo tallado por el Niagara que la vio desafiar su majestad a bordo del bote de la Brisa. También la vio la nación americana, bordar sobre tela y trazar la tersura de la nieve de los Pocomos, el esplendor de la primavera en New Jersey y la dureza del verano en New York. ; memorias son estas colgadas en sus ricas galerías de recuerdos. ¡Ah! Y por esos días, el migajón, el colón y las pinturas fueron ¡gringos!” y los pinceles y barnices y utilería, de Michaels y de Pearl. (Hoy encuentra todo eso en la Panamericana de Chía).

Ella supo desafiar la altura de las Torres Gemelas, contemplar callada la inmensidad de la Bahía, la majestad de la Estatua, y viajar el enorme laberinto del ruidoso gusano de hierro de Flushing y de Queens, y recorrer las infinitas “turnpikes” en autos del año, recordando que ella fue rauda por su pueblo y las veredas sabaneras y enjundias de las calles bogotanas, al volante de un Gordini que se volvió leyenda urbana. ( Se convirtió en chatarra  luego de un choque de donde nacio su Grito.Un 6 de la Renault, aún arrastra a cuestas sus doscientos mil kilómetros, llevando a bordo los recuerdos del veloz rodar de su piloto. Si no que lo digan las “autopistas” nacionales de la Sabana, de  herradura, y las  mejor trazadas al norte de su andanza,

Asi  dejó la  huella der su  paso,  desde los Grandes Lagos  hasta el Hudson y sus puentes de majestuosa talla, que  recorrió por encima y por debajo, y la Bahía de Delaware con su infinito túnel bajo el mar, y esa otra ruta  continental trazada como una serpentina desde el más remoto norte hasta el más lejano sur— la US1, que la llevó a Cayo Hueso con sus mil islas y sus  largos puentes anclados en las rocas.  Hasta quiso ir a Cuba, y por no poder hacerlo, tomó notas y y corripo a  los gatos y exploró todos losd rincones del refugio del inmortal bohemio Hemingway, el Viejo y el Mar, “90 millas nada más” por la ruta de los balseros y su muerte.

 

Breve trazo es este de su andanza por el mundo, cuando volver de prisa a casa, era el mayor de sus anhelos, que allí siempre estuvo anclada su existencia como lo está hoy. 

De Pereira... y los pereiranos.. 



"La perla del Otún"."la querendona, trasnochadora y morena",  Cartago el viejo, hasta 1869 cuando se llamó La Villa de Pereira en memoria de Francisco Pereira Martínez, quien en "1816 junto con su hermano Manuel Pereira, se refugiara allá tras la derrota de las huestes patriotas de Simón Bolívar en la batalla de Cachirí".



Bien sabe Rosalba de esas cosas y de otras que no se pueden olvidar.  "La Violencia", de los años 50 cuando supo del miedo y de la soledad de la finca donde criaba a sus primogénitos, y Pereira era el epicentro de huida de miles de colombianos desplazados que hallaron un poco de tranquilidad para sus vidas en la creación de una patria pequeña, sostenible aun en medio de la guerra.



Ella también sabe de la topología de la tierra de La Virginia, Marsella y Dosquebradas; de sus caminos, cañadas y bejuquera social; Ella sabe de cumbres y de abismos, del Quindío, el Ruiz y la Santa Isabel, y de las profundidades del Cauca, y el Barbas, y La Vieja y el Otún.  
Ella recuerda los días soleados de su ciudad, allí volvió un día y allí tocó a la puerta de su casa paterna... y vio, o creyó ver pasar la historia de, cómo cuándo y qué pasó, cuando pared por medio, estaba su destino de esposa y de madre.

 

 

Allí volvió a ser la hija de familia y quiso ir a la iglesia cercana a recordar su infancia de niña rezandera, paloma de los bosques y veredas que en su tiempo fueron de vegetal y paisajísticos, y tuvieron nombres como, San Joaquín, Cuba, El Oso, Perla del Otún, El Rocío, El Poblado, El Jardín, y que por allí se iba Dos Quebradas, y a Apía, a Belén de Umbría, a Santa Rosa de Cabal, a Santuario.Y todo eso, de los paisas de la región, ricos y "honestos" orgullosos, dueños de Jeep Willis, que fueron el asombro de la época, que se tomaban fotos de alcurnia ante sus "Casas de  Dos Palmas" y eran codiciados por las doncellas casamenteras.



Trazos y Retazos es como esos lugares. Su huella intelectual está marcada en los anales culturales de Pereira, esa tierra de poetas cantores de "La Ruana", Luis Carlos González, de Lucy Tejada pintora en su gran ausencia de su tierra a la que jamás volvió, de Ignacio Torres Giraldo de Finlandia, adoptivo de Pereira "pereirano", dijo siempre que era, de Hugo Ángel Jaramillo, autodidacta, y de Silvio Girón el autor en letras de "Órbitas vacías", "Que griten las paredes", "Ninguna otra parte" y "Rostros sin nombre", obras suyas que bien pueden llamarse así las tallas de Rosalba, como bien pueden tenerlo las novelas de Alba lucía Ángel ("Los girasoles en el invierno", "Dos veces Alicia", "Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón".


 

Estos pereiranos ilustres contemporáneos de Rosalba, son ejemplo de una tierra fértil para al arte de todos los estilos, siendo el de Rosalba, privilegiado por lo innovador que tiene, y la fuerza de su concepción de autodidacta, no ajena a los salones de clase, que solo le sirvieron para llevarse a casa las ideas de los maestros y volver a mostrarles que lo hacía mejor que ellos.

 


De esa república cafetera, de su Bolívar Desnudo, de Nuestra Señora de la Pobreza, su catedral, desde Pinares de San Martín, desde Ciudad Victoria, desde la antigua Galería, el Monumento a los Fundadores, El Prometeo Encadenado, El Cristo Sin Cruz, la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, La Rebeca, El Obelisco, La Diana de Gavies, y la Niña con Ánfora traída de París, y otras huellas eternas, se desprenden esos pasos que hoy se cuentan con nostalgia, con alegría, con algo de pena porque las hubo, y muchas, como también fueron muchas las ganancias.



Muchos fueron los sueños de mamá Hermilda y papá Luis, y Mamá Genoveva la fuerte y mandona, y papá Juan el buenazo y paciente, todos con su orgullo, y sus "cosas". Aún recuerda Rosalba cuando se le cayó la combinación, y Doña Hermilda la recortó, puesta, con tijeras; y así, otras vestiduras, no de seda ni coloreadas, sino de paño negro, de luto, en Semana Santa, y de rojo en Resurrección, cuando se le tenía miedo al cura... el único que sabía sus secretos.




¡Ah! Y El machismo, de ellos, esa actitud" de prepotencia de los varones respecto a las mujeres", de dominación del otro, léase de la "otra", objeto de placer que se ama profundamente pero que por quererlo tanto se "aporrea y se consuela y se aporrea", y al fin y al cabo, se acepta y se necesita. al menos así se amaba en esos tiempos cuando la ley era otra: "O te casas o te caso".


Por fortuna, en el caso de Rosalba, que no fue el de otras menos afortunadas, "contrajo" por amor y por amor vivió para contar su historia. "Siempre se ha dicho que un antioqueño "no se vara", y uno va a ver, y es cierto. Son unos regionalistas orgullosos y no les molesta que los critiquen por eso y se nota desde el trato que le dan a la gente. "Siempre están orgullosos de lo suyo y seguros de lo que son; se preocupan por trabajar todos los días por Colombia, y demuestran con sus acciones que aman su país y su región por encima de todo... se ufanan de su acento montañero y hasta hacen alarde de su consumo de fritangas y de su preferencia por el aguardiente".

 



De esos paisas de entonces, algo ha cambiado pero no mucho. Siguen siendo "paisas" ariscos, impetuosos, mandones, atrevidos, que jamás olvidan una ofensa, y cuando dicen no querer algo, es no quererlo, no es tranzar, es no dejarse.
Es que vienen de la Montaña que desafío su astucia de campesinos de tierra plana, y los volvió conquistadores de la naturaleza, y le abrieron trochas y las cruzaron con recuas y fueron a Zipaquirá por sal, y empacaron morrocotas que deslumbraban y gastaban como si no hubiera mañana, y fueron caballeros de a caballo, ganaderos, marraneros, y muy cristianos también, que hacían de sus hijas Marías Magdalenas, y Samaritanas, Que lo diga Rosalba de cuando fue estatua, allá en Berlín, y cuando rezó mucho para que a Don Luis no se lo tragara La Línea cortando monte, ni a Doña Hermilda, o a Ligia o a Omar o a Ella, allá en Calarcá...



Eran tiempos de hacer patria sudando y sin mayor recompensa otra que poder soñar con tenerla. Un día un "paisa", de Dos Quebradas, se la llevó por entre las estaciones de la vida, o mejor, ella se fue tras de él, a donde ella no pensó en ir jamás: La capital de la república.



Larga y "culebrera" pero inolvidable fue la jornada cumplida desde cuando Rosalba, la niña de la casa, hizo casa de mujer. Su huella está en Berlín, en Pereira, en el Cairo, a engordar marranos y aumentar la herencia, y en Berlín , de vuelta, y en Calarcá una día a ver hacer patria en la montaña, y otro día a Morelia por Matecaña, en tren y a lomo de mula, a ser querida y mal querida, a saber quiénes y cómo eran los Herrera Arias y sus costumbres y otras cosas que por buenas se pueden contar, y por malas, mejor olvidar, mejor seguir como ocurrió, y para no volver, para Las Cruces, en Santafe de Bogotá arriba de la Línea, si era que había algo más arriba, solo esperar que Don Miguel dejara en Ibagué sus "confiancitas", y se apersonara como lo hizo para bien de todos, que ya eran cuatro los hijos, y descubriera que tenía mucho de italiano y que era capaz de cortar y tallar el mármol con maestría, y cubrir de eternidad, palacios y catedrales y monumentos , y construir hasta su propio techo.




Así nació el primero, en el Laurel, al occidente de la enorme urbe capitalina, y el segundo en la Estrada, de dos pisos de ladrillo para ensayar la suerte del tercero, de piedra y mármol en la campiña cuasi inglesa del cercano e incipiente todavía Bo. Normandía.



¡Oh! Largueza aquella del generoso amo... ¡Muchos rincones amenos, una biblioteca, una gran sala con chimenea, alcobas a montones, otros tantos escondites, una cocina enorme para cocer manjares, amasar arepas, y amarrar tamales, despresar gallinas criollas y colgar perniles, y como ubres de prodigiosas vacas, cantinadas del lactoso jugo bienhechor. Todo"a camionadas", y a carcajadas el eco de las fiestas, el rasgar de las guitarras, y el correr de la prole cometiendo picardías, asombrando la existencia, cada cual a su manera, y a su manera el todo de la Vida del hogar. ¡Creciendo, creciendo! para los hijos irse a carambolear en la mesa del mundo como lo hacian con menos riesgo, en el billar casero, el que construyó Miguel con cara de importado, que se volvió un "paseo" y una juerga que jamás se olvida.

 


Y por esos lados, un patio grande y una fuente y una alberca para los patos, y un "caucho" para el mico Marmolino, y jaulas para los canarios, y muchos pollos y gallinas sueltos, y un perro Rune, que se murió de viejo donde nadie supo que se murió, y sobre todo el reino, un Taller, para mostrar talentos en piedra, mármol, madera, hierro y otras durezas, hasta en huesos de la insepulta Alicia...!Ah, y ¡Un solo gallo!
En esa casa palacio, maduraron Trazos y Retazos y en esa casa se hizo la Casa Nueva.


E
sta Casa Veja ya fue censada
I
 
¡Escrito está!
De un querer empecinado en siempre ser - el Amor habita
esta Casa Vieja, anclada en el pasado.
 
En el sueño del viajero que a su puerta llega, la Casa Vieja espera con el alma llena de muchas cosas buenas.
 
Es la historia de la Casa Vieja, como toda historia con su sabor a cosa ausente.
Palpita toda en las auroras cuando llegan a la puerta los ecos de otras horas.
 Aquello se acabó, parece, solo los recuerdos quedan
sosteniendo los pilares de la Casa Vieja.
El enorme patio está sembrado de rosas y geranios y de muchas flores bellas
reclamadas al rigor de los veranos.
 
 En esta Casa Vieja la esperanza está sembrada en el alma de los viejos.
El largo corredor aún despierta en tiempo de siseos al fulgor de las mañanas;
la puerta de la entrada abierta siempre está en espera de los hijos
y si está cerrada, todos tienen la llave que les diera la confianza de los viejos.
 
 
II
 
De aquellos que habitaran esta Casa Vieja, nadie falta; en la memoria el paso queda de los que aquí vivieran... su voz y su semblanza circunda la comarca-
sus figuras largas, por la heredad circulan,
sus pertenencias cuelgan todavía en todas los rincones-son los mismos de los mismos días de penas y alegrías, con otras penas y otras alegrías.
 Después de tantos tiempos de veranos y de inviernos, con sus mismos dejos y sus mismas quejas
y su misma historia...¡La Casa Vieja sigue en pie!
 Las paredes no han cambiado, solo remozadas;
Si acaso algunos muebles se han mudado, en los cuartos se han cambiado los cuadros, los enseres de un lugar a otro más allá-
a pintura fresca huele siempre, a cosa vieja, renovada.
 El cariño riega los geranios, las rosas, el mirto, las hortensias, los helechos...un florero se alimenta en ciertas fechas de rosas y de versos,
y todavía se reparten besos, ¡Muchos besos!
 Son las flores del recuerdo, son las plantas del deseo que renacen en el huerto de la Casa Vieja.
 Aún se escucha el llamado de los viejos que jamás descansan...
Su voz circunda las esquinas, es el viento de su ausencia que circula en el alma de su gente y en el alma de las cosas.
Diría que todo aquí está igual que ayer, cuando nada ni a nadie se extrañaba,
y todo estaba hecho con nobleza y con provecho,
de tercas esperanzas férreas, de maderas finas, y de grandes planchas para alzar los pisos y llegar al cielo.
 Diría que todo aquí está igual...que nada raro ha pasado en la Casa Vieja, en la calle, a la gente, al barrio, a la ciudad, al mundo entero...

III


¡Muchas cosas buenas pasan todavía en esta Casa Vieja poblada de leyendas!
 Asomado a la ventana de su vieja biblioteca el Amo siempre está, la Dueña, a veces se percata de su causa,
la escalera de la entrada resiste mil pisadas aunque tiembla mal parada,
los hijos hacen cola en espera de la cena,
el perro ladra su ladrar de angustia eterna,
los canarios se aletargan despistados en sus jaulas, y todos pasan muchas horas
enfrascados en necias añoranzas.
 Diría que nada ha cambiado en esta Casa Vieja...
Aquí se escucha viva la tenaz algarabía de su gente y de muchas otras vidas, y nadie falta a los asados en las tardes de bulla y agasajo.
 Alguien vigila que todo permanezca, alguien desentierra trastos 
que la Dueña no encontraba, 
otros le recuerdan que ella los botaba, que ya de nada le servían;
todos corren sin saber a dónde, todos convergen en alguna esquina, a todos veo transitar remotos
hacia la carpintería, rincón de oficios raros,
de resabios bien guardados, de malicias y desidias, escondite a vista clara en ratos de osadía-
atiborrada aún está, de trebejos, olvidos y manías.
 ¡Ah! Uno graba nombres en incontables lozas frías-
(Lápidas son de quien nadie sabe que se fue ) es su oficio del alba al mediodía
que las tardes son para gozar.
 Devenires son los suyos, cada cual a su manera,
callados y rebeldes-y que nadie se inmiscuya... todos van vienen por esos cuartos habitados de recuerdos...
 En ellos se vivieron incontables agonías en tiempos de amarguras y desvelos.
( El silencio habita algunos menesteres, y la sombra del olvido, amaga la luz de los quereres).
Allí se cuecen mil leyendas y se plasman otras y artes bellas
que se lanzan a la suerte del alma de las causas.
 
 ¿Las horas van pasando por esta noble haciendaaún se asoman las costumbres viejas
a la casa austera, los viejos solo añoran el ayer de empeños fieros,
piensan mocedades y querencias.
 En un decir de todo a todo del todo de las cosas, entre todos se rumora
que las cosas siguen siendo buenas.
De los tantos hijos que tuvieron que lo fueron sin tregua y sin malicia, otros tantos frutos hay de la delicia.
El abuelo sigue enmarcado por la puertatodo sigue igual en esta Casa Vieja.
¡Grande! porque en ella tienen que caber mil años de quehaceres...
( Las paredes pocas son para colgar tamaños duendes ).
 
 IV
 
Solo fue ayer cuando del Dane el censo me vino a conmover
y quise recoger las muchas cosas que hay que componer,
llamar a todos a jugar con las palabras,
a entregar papeles, demostrar registros
y contar lo que jamás a nadie se ha contado.
 Solo fue ayer cuando uno a uno a cada cuarto fui a golpear con suave tino a la puerta de aquel y la del otro, hasta a los cinco baños fui,
al cuarto del embrujo, de peldaños atrapados y de huesos escondidos,
rincón de todos los remiendos, a ver planchar diez mil retazos
que colgando siempre están...
y a ver bajar a los valientes la escalera, vacilante, sin barandas,
mal parada en el solar de atrás.
 Solo fue ayer cuando quise con el hombre que el censo vino a hacer,
recorrer la Casa Vieja.
 Entonces supe que no era Ayer sino que era hoy... que el ruido que escuchaba era el de un silencio enorme que por todas partes resonaba.
Supe entonces al abrir de par en par la puerta de la entrada, que la casa, ya nadie la habitaba...
 
 V

¡Desperté! Fue un sueño, solo eso, un sueño.
 
El hombre del Censo se marchaba, contento, alborozado.
Nunca en su jornada por toda la ciudad había tropezado con una Casa Vieja, tan llena de tanta gente alegre, tan de tanta gente unida,
de tantos nietos y biznietos,
de tanto amigo y tanto riego
y tanto abono en los cultivos, y tanto anhelo
y tanto amor bajo el mismo techo, bajo la misma sombra, del mismo Viejo
y de la misma Vieja,
ni con tanta historia vieja, ni con tanta historia nueva.
 
 
Joseph Berolo Emero 1o.  2000
 


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Resistencia al cambio en el que lo vivido es presente y nada ha cambiado habiendo cambiado todo, se hace de cuenta que lo que fue es y lo que no, no sucedió. Este ejercicio es imposible en la práctica, pero es posible porque Rosalba no permite que su vida sea diferente a la que fue cuando todos eran y todo era. Trazos y Retazos de una Vida, es el pasado, el presente y el futuro de todo lo vivido, con la misma causa de cuando fue una causa. Joseph  Berolo. 

 

 

ROSALBA,  18 MESES DE SIN TI...MADRE ADORADA AQUI  ESTAMOS  VELANDO TUS TEJIDOS.  

 

TU ÚLTIMA CARTA DESDE LA ETERNIDAD DE TU DESCANSO QUE LEEREMOS AL AMANECER DE ESTE AÑO NUEVO 2018

Hijos míos: " Vivo todavía velando desde la Paz eterna que Dios me concedió, su existencia que es la prolongación de la mía. Tal y como me ven desenredando la madeja aquella que nunca terminé, ahora tejo trenzas con las nubes y me ocupo en sonreírles para que también sonrían y se alegren de saber que ya nada me acongoja ni nada tengo que temer. Es cierto que al igual que ustedes, lloro sin consuelo porque no pude llegar como quería, a cumplir los cien que pocos cumplen, pero supe aquí, y deben alegrarse, que en la morada eterna cumpliré milenios. Más no quiero verme nunca atormentada porque ustedes no hilan alegres y optimistas las horas de sus vidas y se confunden sin saber qué hacer, y lloran y sufren sin medida porque creen que yo no escucho sus tristezas. Que mi Paz no se turbe y que pueda yo gozar la dicha que bien me merecí, sabiendo que mis hijos viven, si, sin olvidarme, y a veces lloriqueando, pero alegres porque les dejé mis mañas y costumbres y quehaceres muchos de esos que a mí me trasnochaban, y muchas diligencias y carreras cumpliendo las tareas de conservar las creaciones que dejé que solo valen para ustedes, que lo demás se va gastando. Ya se va este año, pero llega el otro que celebro como siempre,  rogando cerca del Creador que da y quita la existencia, porque todo allá en la tierra sea como quiero, y me regalen sus sonrisas y se den abrazos y sean más hermanos y hagan de mi viaje el más largo de todos los que hice allá en la tierra. Viajando soy feliz. Que brille para mí la luz eterna que es la luz que yo les doy a cada instante Y que jamás se apaga."   Rosalba 

 

FINCA CAFETERA  LAS CAMELIAS . RECREACIÓN ARTESANAL DE  LOS AÑOS 30.

ARTISTA,  ROSALBA MUÑOZ MONTOYA (DE HERRERA )   ORIUNDA DE PEREIRA.,  1923-2016 

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CUENTA LA LEYENDA

Cuando Alba quiso cambiar de lugar la finca donde nació, llamada por ella LA FONDA DE LAS CAMELIAS, no pudo hacerlo como quería, en su viejo Renault 6, que había hecho reparar y que quedó como nuevo, pintado por fuera de zanahoria original y por dentro de negro brillante como las partes que le pusieron de Megane para que corriera como nuevo.

Pese a todo lo hecho, su casa no cupo ni a lo largo ni a la ancho del renovado vehículo, por lo que decidió a pedirle a sus tres hijos, los menores de diez que había tenido, que aún vivían con ella, que se la pusieran en hombros y la llevaran a Dos Quebradas, de donde era oriundo Don Miguel Antonio Herrera Arias, su difunto esposo, que por allí pasaba más gente, que ella necesitaba que le compraran el café que cultivaba y todo lo que lo que tenía para vender, de su cosecha artesanal de 94 años de vida, que era la que había hecho fuera de ser madre abuela, bisabuela, darle la vuelta al mundo un par de veces y ser motor de la vida que otros cuentan y se puede leer en los libros que se escribieron de ella, uno de ellos, Matías , el engendro literario de la imaginación de su marido-,

Ya Alba había hecho un inventario, siempre incompleto de sus posesiones artesanales, hechas de barro, migajón, piedra, yeso, mármol, madera, café molido, raíces y troncos de árboles, papel periódico, hasta de pétalos de flores secas, y plumas de aves estiradas y chamizos secos y hojas grandes de siete cueros , lacado todo y pintado con diminutos paisajes de su tierra. Tanto hacía, guardaba y regalaba que no había vecino alguno ni pariente suyo que no tuviera algo hecho por ella, ni casa vecina y hasta en el pueblo, amigos y tiendas donde no hubiera algo de lo que Alba producía, tanto que la llamaban, la Abuela de las Manos Creativas.

De lo que le quedaba, que era, aunque raramente sucedía, para vender, Alba decidió y por ello, el traslado de la Fonda, ya que ameritaba que estuviera en un lugar de mayor paso de gente, y su contenido expuesto y apreciado así no se lo compraran.

De lo que se podía vender, que había contado y regado por todas partes dentro y fuera de la Fonda, aparecían una docena vacas pintadas de la testa hasta las pezuñas, todas con las tetas llenas, otra de toros a cual más de vistozos,con capas bordadas doradas y negras y rojas, con cuernos enormes y filudos, varios caballos, un centenar, de zapatos de fiesta, carteras de cuero, estatuas de santos, y tallas de todos los tamaños de viejos y viejas de ojos grandes, asustados, asomados a la ventana de sus propias casitas, todas copiadas de la casa grande, o sea La Fonda de las Camelias. Y montadas en pedazos de mármol y troncos y maderas de toda clase, tallas extrañas formadas como en cuero, o hierro, o cerámica, o algo parecido, de cuerpos largos, flacuchentos, esqueléticos, desnudos o cubiertos de harapos, y rostros sin cuello ensartados en tubos negros, y manos como de muerto asomadas sobre tumbas, crispadas, descarnadas, arañando el aire, y pies y hasta troncos y muslos y pechos sueltos también clavados en puntillones de hierro, ahumados, de tal forma y hechura, como s sacados de alguna conflagración pírica, o del mismísimo cerebro del tallador de la Puerta del Infierno, o el pintor de El Grito, o el creador de Franqueasteis, contorsionados, desfigurados, de pesadilla.

Fuera de tanto arte, porque lo era, y no se parecía en nada a lo de otros, porque todos en Pereira son artesanos aunque todos imitan a todos, los tesoros de Alba llenaban la Fonda de tal modo que se necesitaba salir de todos los muebles, que llenaban las veintisiete habitaciones que la componían. Por ello, hizo igual inventario del contenido de cada una de ellas, empezando por las tres salas, una de ellas con una chimenea monumental con marco de mármol y hueco profundo destapado, y entre todas, tres juegos de sala, mesas y mesitas, alfombras, lámparas de todos los tamaños, y más de treinta cuadros, imitaciones de obras de famosos pintores, excepto por lo que ella misma pintaba, enmarcaba y colgaba.

A las salas, siguió el inventarios del resto de la Fonda: dieciséis alcobas, con cama doble y closets enormes de pared a pared y de piso a techo, , tres comedores, dos de ocho puestos y uno de doce , con alacenas, manteles, cubiertos, y muchísimos individuales, y cuatro baños, sin contar los corredores, el cuarto de ropas, el del servicio, la cocina de diez metros cuadrados, los mesones de mármol negro en cuadrado en el centro mismo, y los estantes repletos de vajillas, ollas y cachivaches y la despensa, donde se guardaban por arrobas y bultos los granos y las frutas y las verduras y las cantinas rebosantes de leche y las ollas de barro para el masato, y en una mesa también de centro, instalada la máquina de moler maíz y recientemente, un horno microondas, un horno eléctrico, y contra una pared, dos enormes neveras y un congelados. Todo eso sin contar los doscientos cuadros pintados por ella, de escenas cafeteras y otras típicas, muchos bordados, un reloj de cien años de antigüedad que daba las horas como si tuviera por dentro la Sinfónica Nacional.

Como si fuera poco, Alba tuvo que pensar que hacer con la biblioteca de su marido para esta época del traslado de su casa, ahora de la sucesión, pero de ella toda mientras viviera o le diera por venderla, lo que nunca se le había ocurrido-que contenía quien sabe cuántas Enciclopedias, libros, revistas y papeles sueltos, la mayoría porque nadie los había contado y su dueño era el único que los había leído, y una Remington de escribir aún funcionado y hasta una calculadora de tira de papel y un numerador Bates y un gramófono de la RCA Víctor con acetatos y agujas funcionado, y un par de sillones de cueros, reclinables, enormes y cueros de res tendidos por el piso, todo muy ordenado y cuidado porque allí nadie había en la familia que quisiera estar.  

II


 

Por último, y eso si le costaba trabajo decidir qué hacer con ella, era la mesa de billar, con sus tacos, y las tiras de contar carambolas aún con la cuenta de la última ronda jugada por su marido y sus amigotes, y el bar repleto de licores de toda marca y calidad, y unas cuantas canastas de botellas de cerveza vacías acumuladas al fondo de la enramada que el billarista construyó para divertirse y divertir a sus amigos y mantener en casa, a sus hijos varones, los doce que eran y a sus tres hermanas, ocupadas en cocinarles hasta la madrugada de esas noches que ella recordaba como funestas para su tranquilidad.

Fue así como llegó el día cuando la Fonda fue definitivamente trasladada de lugar. El día que sucedió, todos en l dosquebradenzes vieron a Antonio, Luis y Miguel, sus tres hijos, cruzar la quebrada Dosquebradas que nadie sabe si es la Aguazul o la Chillona, que separaba la vereda de Las Camelias, así se llamaba la de Alba, y llegar hasta la plaza de Pereira en donde los esperaba en el andén frente a un lote de no más de cinco por ocho metros de fondo, al otro lado del templo Nuestra Señora de la Pobreza, con su atrio que era de casi cuatrocientos metros de largo.

Lo curioso del caso, se dijeron los vecinos que los vieron llegar, La Fonda Las Camelias, no medía más de dos metros de largo por uno de ancho y todo en ella se había convertido en cosas diminutas incluyendo las cuatrocientas matas de café caturro, los cien arrieros que lo cosechaban, las despulpadoras, las recuas y los bultos de café que cargaban las mulas, envueltos en la bandera nacional, convertida en costal. Y el  enorme árbol  que se desgonzaba sobre el techo de la casa, a duras penas si sobrepasaba los de plátano que había cercanos....  De la quebrada que traía el agua del regadío solo quedaba un hilillo ceniciento de agua estancada, y los pailones para recogerla, secos. Fue pccolo que alcanzaron a ver del interior... aunque el techo de la casa se había corrido y ladeaba, apenas si se veía lo que contenía.

Tan extraño hecho, hizo pensar a la gente que vio pasar el trasteo de Alba, que ella había dejado todo atrás la Casa Grande, tal y como había sido siempre,  y que se las había ideado para reproducir su heredad, hasta los más pequeños detalles, y que no eran visiones lo que vieronn cuando se  acercaron y rodearon la maravilla obra  que la orgullosa mujer les mostraba, cubierta de un gran domo de vidrio o algo parecido, y colocada sobre un marco de hierro con seis patas pintadas de guaduas, con nudos y todo-  Entonces leyeron el pendón de tela de costal pintada con ríos y cordilleras y muchas nubes blanca que ella les desplegaba:" LA FONDA DE LAS CAMELIAS, una reproducción exacta de mi casa allá por los años 30"

 

 


Orgullosa de su obra, de pie ante ella, comenzó a leerles  de un libro enorme y grueso que sostenía con ambas manos, de carátula hecha de palitos de guadua, en la que aparecía el título hecho como con trenzas de lana color café:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
                                                           
"Trazos y Retazos de una Vida". Si me tienen paciencia, les voy a contar mi vida o si no, también.
 
Autor Joseph Berolo
 
 Navidad del 2015.
 
 
 

 

 

 

Huellas
 
"Al filo de la montaña y a esconderse debajo de los cafetales mientras pasan los machos" Hermilda Montoya y Luis Ángel Muñoz Giraldo levantaron su hogar  pereirano  y en ese hogar nació Rosalba Muñoz Giraldo el 16 de diciembre de 1924.
Y por esos lados, muy cercanos, Doña Genoveva Arias y Juan Evangelista Herrera, alzaron el suyo, y en ese hogar nació Miguel Antonio Herrera Arias, que en esta historia como en la de Rosalba, tiene hermanos y hermanas y una prole enorme que aún transita por el mundo de su nacencia y sus quehaceres.
 
 
 
Épocas fueron esas de gestación permanente de lo gestado desde el comienzo de la historia de los Paisas, que es lo mismo que decir Antioqueños, Caldenses, Risaraldenses, Quindianos, hasta tolimenses y vallecaucanos, por no incluir a toda Colombia y llamarla Antioquia la Grande. 
 
 
Alguien dijo los Paisas no son una raza sino una identificación de costumbres, idiosincrasia y comportamiento folclórico: "El paisa es muuuy echao... pa'lante"... hasta se dice que los antropólogos comenzaron a sospechar de que esta raza tiene que venir de otro planeta". 
 
 
Trazos y Retazos de una Vida

Más cerca de la realidad, Rosalba sabe muy bien que los "paisas" nada tienen de extraterrestres. Ella sabe que son de carne y hueso y muy humanos, que son "arrieros de alta montaña, y calzan alpargatas, zapatos y cotizas, y se cubren con ruana montañera, sombrero blanco Aguadeño, poncho blanco a rayas, camisa gris, o caqui o blanca, pantalón cogido con correa o cabuya, y portan carriel Jericoano de piel de nutria, y machete en cubierta, con ramales, y que son más cristianos que el ´Papa´, y son comermorcilla, bandejeros y parranderos"
 
  
Aún recuerda Rosalba la figura paterna de Don Luis, su padre, un paisa con temple de acero que  se podía moldear pero no partir; sin compasión por sus deslices de niña, veía que nada le faltara,  ni a ella, ni a Ligia, ni a Nenfer, ni a Omar, sus hermanos, ni a Doña Hermilda. De Ella y por orden de Él, provenia qué hacer de sus vidas, de sol a sombra; fuera de ir a la escuela y cursar la primaria,  (Rosalba se quedó en 5to de primaria) , que  la secundaria la aprendería en casa, con énfasis en las Bellas Artes, la cultura de Carreño y el Catecismo de Astete.
 
 
Culta, muy sociable, aunque hosca y malgeniada cuando de regañar se trata, Rosalba  admira lo que hacen otros, sin adularlos, y es cristiana de veras, pero no práctica rito alguno   ni cumpe penitencias;  los curas, para ella,  ya no son curas sino gente como toda la gente, que  no le dicen nada, que bastante buena que es y muy creyente sin prédicas,  como lo fue cuando oficiaba de  María Magdalena en Semanas Santa.
 
 
Y como hija, pues  resignada para ser casera, cocinera, pastelera, molinera, y de quedarle tiempo,  pintar sobre tela y cartón y madera, y tejer en crochet y hacer apliques, y  perfeccionarse en modistería y otros menesteres
desde concebir atuendos de fiesta  hasta hacerse sus "cucos", y tejer colchas y tendidos de cama, y bordar cortinas, y colgarlas y bajarlas, y por modestia y por costumbre, ver que los "chiros" se lavaran en casa.
 
 
Bien recuerda Rosalba la dicha de lucir sus faldas con encajes  y sus blusas con botones de nácar,  y sus  zapatos de charol y sus carteras de mano con diminutas perlas,  y desfilar y andar por ahí de fiesta, en el Parque Bolívar, en la Plazoleta de la Villa Pereira, o en los carnavales de  Calarcá, donde domina la luz del diablo y se hablaba de vetas de oro sin explotar.
 
 
 
Por fortuna, con tanto aprendizaje merecedor de un doctorado, se cumplió el designio familiar: "Algún provecho sacará de todo lo que sabe"...Y lo hizo.. de muestra están los muebles que talló, y los escaparates donde puso a exhibir  las   artesanías que se imaginaba,  y los baúles que armaba de maletas viejas y de cajas de metal y de madera, que pintaba de muchos colores y tachonaba  y decoraba  y llenaba de zapatitos de cerámica que parecía que  anfaban buscando quien los calzara. Y qué no decir de  sus casitas campesinas, recreaciones exactas de las fincas cafeteras de Risaralda. desde las tejas de barro cocido que colocaba una por una hasta los corredores de balaustradas  y las bancas y asientos de cuero y  las mesitas de madera pintada de blanco y de verde  y los detalles  que decían  que estaban habitadas... aún causa curiosidad el misterio de que se esconde detrás de las rejas de las ventanas, en el interior,  donde se las arreglaba para  colocar  mesas y  armarios  y sillas y sofás donde sentaba sus arlequines de exquisita hechura, payasitos de rostros tristes,   que ella sabia  de tristezas de circo . Ella fue entonces, capaz de reir llorando,  y entre risas y lágrimna,  trabajó  en carpintería, albañilería, plomería, marroqueria, migajoneria, maché (ria), y arte ruso de la época zarista, y fue la mejor compradora de ´Colbón´ que convirtió en industria. 

Anécdotas bajo techo

Rosalba recuerda y comparte así, algunas de sus incontables vivencias de hogar, que guarda, unas en su memoria, otras en su corazón, y otras más intensas, en su alma.

La primera casa

Su primera casa de casada fue e la finca de don Juan el papá de Miguel. Allí llegó, que siendo reina que bordaba y leía libros y aprendía las bellas artes junto a sus hermanas, su papá las cuidaba mucho, por amor  le toco llegar dedicarse a los quehaceres de la casa y de la finca incluyendo hacer almuerzo para 50 obreros, moler el maíz para las arepas bien de madrugada, recoger los plátanos para después pelarlos para el sancocho del almuerzo, y los frijoles, que nunca faltaban, ir a lavar en el río con las otras lavanderas de las otras fincas, hasta tener los dolores de parto en esos menesteres. Y así, otros oficios como ayudar a desyerbar y en sus ratos libres, coser y hacer cuadritos con recortes de revistas que Miguel le conseguía.

Peor aún que tuvo que defenderse sola en medio de la noche escondida en un closet con Hugo y Orlando ya que Miguel, como buen paisa, se iba los viernes y regresaba los lunes— el machismo de los paisas no le permitía que su familia la visitara, don Juan era el mensajero entre sus padres y ella, pues a escondidas iban y venían las cartas. Su familia política tampoco era asidua a visitarla, sobretodo doña Genoveva que más bien le daba quehacer, pues ella con sus tradiciones pensaba que las mujeres eran para cuidar al marido y tener todos los hijos que mi Dios les enviara. El amor por Miguel y que le tenía a sus dos primogénitos la llevó a aguantar todo lo que le ocurriera. Aun así, también había ratos agradables inolvidables cuando bajo las estrellas los peones de la finca se sentaban alrededor de la hoguera a charlar, tomar aguardiente, tocar guitarra y contar cuentos como los de la patasola.

El Ranchito. 

Su viaje a Bogotá en busca de una mejor vida los llevó al barrio Laurel, al occidente de la capital por esos tiempos, solo potreros y dehesas y caminos de herradura. Allí Miguel construye un cuartico hecho en esterilla y boñiga de vaca en el que todos cabían, Hugo, Orlando, Jairo y Gloria, debajo de la cama. La cocina afuera y el baño pues también. Rosalba recuerda como le tocaba enviar a sus hijos a la escuela descalzos que hasta los llamaban los patisucios; ella les hacia su ropita como podía y los alimentaba con mucha, mucha agua de panela ya que la leche y la carne se hacían notar por su ausencia diaria.

Rosalba recuerda los días que estando de dieta de uno de sus hijos… ya estaba Mery, y amaneció en su cama de esterilla– la casita se había inundado y el agua le llegaba hasta el borde de la cama. Aun así, Rosalba siempre mantenía su casa bien arregladita con cuadros de papel, ventanas de plástico, pero eso sí, ¡Con cortinas!

El trabajo de Miguel, que fue un verraco y se le media a todo, y la herencia que le tocó a Rosalba cuando murió don Luis, y Doña Hermilda vendió la casa de Pereira, compraron un lote en el mismo Laurel, para hacer una casa de ladrillo cerca de la casa de sus nuevas amigas, la Sra. Matilde y Doña Blanca. Allí, la vida mejoró un poco, ya Miguel tenía mejor trabajo, los muchachos, iban todos a la escuela, y aunque bien pesada la jornada diaria, entre comidas y aseo de la casa, y mil cosas más que hacer, Rosalba sacaba el tiempo para coser “lo ajeno” como se decía en ese entonces.

 

La Estrada

Una casa más grande y confortable para tantos hijos pues ya eran siete, más los familiares que no faltaban; Ángel y Delio los hermanos de Miguel, y Edilma la esposa de Delio, Luis el hijo de Ligia. Ya Miguel trabajaba en empleo más estable, de mensajero, en Granitos y Mármoles – Así todo y todos creciendo, los muchachos gritando, educándose en escuelas colegios, universidades, y divirtiéndose como todo los jóvenes, en parrandas, celebrando navidades en grande y para todos, ya que Miguel siempre fue muy generoso y siempre les enviaba y hasta les llevaba a todos donde estuviesen sus regalos. Rosalba compraba con gusto y mucho trabajo los regalos para los de Pereira, para los hermanos de Miguel y para todos en casa sin descuidar sus oficios domésticos.

Muchas alegrías y tristezas se vivieron en aquella casa, pero ella siempre estaba ahí para guiar a todos los muchachos en sus tareas como por ejemplo las tablas de multiplicar que para Geney eran una tortura 1X 1 = 1, 2X 2= 2, y para Mery igual, las clases de religión de los israelitas… eran cosas de nunca acabar. Y ella sin descuidar su máquina Singer cosiendo ajeno y para los suyos, y escuchando el programa radial: Doctora Corazón, a las 2 de la tarde, diciendo al tiempo: ¡Mery! …repita: “los Israelitas eran…”. Y luego con Sonia era otro el cuento, pues por una extraña razón siempre tenía que ir a la escuela, pues, o no hacia la tarea, o no contestaba en clase, por lo que siempre la castigaban, casi todos los días; Rosalba tenía que dejar sus quehaceres. Y el almuerzo, “Que es lo que más ira me da, para tener que ir a perder el tiempo”. Gloria con su mal de San Vito, siempre se salía con la suyas, pues cada vez que le tocaba hacer oficio, pagaba para que Jairo o cualquier otro, le lavaran la loza o hicieran sus quehacer, además que le encantaba desaparecerse para irse a la tienda de la esquina a charlar con los policías que cuidaban el parque. 

 

Miguel, amante de los animales, siempre le llevaba lo que se encontrara en el camino, o lo que su jefe Carbonari le regalaba en Granitos y Mármoles. Así llegaron los perros Rune, Tony, y otros siete que no recuerdo si tenían nombre, pero eran de raza chau chau traídos de Europa, que para Rosalba solo le hacían la vida más difícil, hasta los mandaba a lavarse los dientes. Así, entre Miguel, la prole, la otra familia, el loro, el mico, los palomos, los patos, y otros animales, la vida fue plena de anécdotas buenas y no tan buenas.

Normandía* 

¡Es que ustedes los Herrera  son mala clase... porque yo soy Muñoz Montoya!

 

 

Deleite sin par en charlar con Rosalba "Giraldo" porque ella siempre tiene a flor de labio la "salida perfecta" contundente y "aguda" para dejar sorprendida a su audiencia. Debemos decir, esto sí, que Rosalba no es de mucho hablar, y a veces, tan callada que uno sabe si es que está brava o pensando en lo que siempre piensa: Inventarse algo que hacer, porque " a mi no me gusta estar por ahí maqueteando"... Ahora si se trata de charlar charlar a gusto -- aunque no siempre con cualquiera, charla de verdad, se yergue como una reina y pone la cara de artista en escena si se trata de una entrevista de las que le gusta conceder sobre su arte.

 

De saber hacerlo, como lo hicieron alguna vez Johanna Herrera o Yolanda Ruiz o Melissa Ruiz Herrera y los tantos otros no parientes, pretendientes de periodismo casero, pidiéndole que les describiera LA FINCA DE LAS CAMELAS, (Tema para Cronos que tiene la eternidad para escuchar) , el Grito, o el Flaco Caminante, o la grotesca mueca de algún rostro de los tantos que ella apuesta a ver cuál es más dramático que el otro, o la semblanza de alguna hoja disecada convertida en un paisaje, y les cuente qué clase de materiales utiliza, un tema en la que es sabia, ella es la mejor "conversadora" que un entrevistrador pueda tener.

 

Sin embargo, no vamos hoy a conversar sobre Arte ni parte alguna de estos Trazos y Retazos, ni siquiera a entablar una charla sobre ningún asunto en particular. Vamos solamente a soltar una hoja al viento de lo cotidiano de su vida de hogar que es el ambiente donde suena y muy bien y muy alerta, su gracejo, su gracia, donaire, salero, ingenio, y simpatía  de pereirana legítima, para agotar sinónimos.

 

 

Le hizo un daño ese tamal a Hugo... ¡si viera...!

¡Si su papá lo viera!

¡Cómo me crece ese pelo y las uñas!

¡Me metieron la sudadera   a la lavadora y se la tiraron!

¡Sonia!... no me deja ese ruido en el oído

¡Sonia!... ¿usted tiene la fórmula?

¡Qué reguero!

¡Por qué no matas una rilosa!

¡Te quedó bueno el arroz!

¡Usted sabe que no me gusta la carne!

¡Y cómo pinta de bonito Gloria esos ojos..!

¡Alba, ¿cuando haces frisoles?

¡Qué resisterio!

¡Que porquería, échele azúcar a ese tinto!

¡Cómo esta de quemada Mery Negra esta!

¡Es que ustedes los Herrera si son mala clase, porque yo soy Muñoz Montoya Giraldo!

¡Mono! Hágame un favorcito y me parte la pasta

¡Mono ¡ Dónde está la pasta?

¡Ojalá le dure el puesto al negro!

¡Maldita máquina que no cose!

¡Mi puesto es atrás!

¿Quién me comprará la maqueta?

¡Ese Jairo hace como un mes que no viene!

¡Mery....! Me corta este pelo... es que yo no se por qué me crece tanto

¡Ese mono come como echándole a un costal!

¡Yo no me tomo eso... quien sabe que tenga!

(Capitulo  de  dichos  inconcluso... para otro tomo de Trazos y Retazos)

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Una guitarra con eco campesino suena en algún lugar de la comarca. Quiero creer que la rasga la nostalgia, y con sus cuerdas, construir un puente y cruzar el mar de olvido que me separa de mi patria, y llegar a la puerta de la casa de mi abuelo y allí, al pie de la ventana de su ausencia, entonar mi canto de amor  debida a la eternidad de los viejos robles y al futuro de los nuevos.
 
HOY. 22 DE JUNIO DEL 2017.  VISITANDO DE NUEVO A LOS ABUELOS..  MIGUEL  Y  ROSALBA ,A  SU LADO  VIVIREMOS PARA JAMAS VOLVER A  TIERRAS EXTRANJERAS. JOSEPH Y SONIA

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LA LEYENDA DEL ABUELO PORTAL DEDICADO A DON MIGUEL ANTONIO HERRERA ARIAS,


Normandía, Bogotá, Colombia, donde nació  de los recuerdos de Rosalba (Alba) la FONDA DE LAS CAMELIAS,
hoy en espera de volver a Risaralda,  Pereira y Dos Quebradas. 
 

Normandia, Calle 48 67-41 -La casa de la Odisea de un constructor de maravillas, Miguel Antonio Hererera Arias, quien sin título de arquitecto ni de ingeniero, fueero capaz de construir de nuevo las Pirámides, esta, la suya de Faraón nacido en Dos Quebradas., "Si quieren sus alcobas cómodas, aquí hay puntilla, tablas, pintura, etc., etc.", les decía Miguel a sus hijos y familiares que quisieran ayudarlo.

 

Así se levantó la Casa Grande, llena de cuartos, escaleras, baños y espacios suficientes para albergar a todos. La casa de Normandía fue el escenario de desarrollo de la vida de muchos, muchísimos seres, hijos, hermanos, yernos, nueras, nietos, y amigos de "juerga" billaristas de paso y bebedores de oficio, acogidos todos bajo el amable gesto protector de sus dueños, que les dieron tantas cosas buenas de qué hablar y recordar.

 

Aunque en su lugar se levanta hoy por hoy un monumento al olvido que seremos, aún vemos, hasta oímos y recreamos las bodas, como la de Orlando, los grados de la prole, de bachiller y de profesionales, los cumpleaños de los padres, de la tía, del tío, del primo y de la prima, hasta los de los amigos de los hijos. Allí las Navidades y los Años Nuevos fueron celebraciones de leyenda, y los Reyes Magos no dejaron de llevar incienso y regalos principescos: William y Henry, para darse a conocer como enviados del fabuloso Oriente. Hasta Rolando se acunó en Normandía para darle su estrella de ciudadano nativo de la Casa Grande. Las esperanzas de promesas renovadas y de nuevas conjeturas de progreso que se hacían, se charlaban y luego se llevaban al taller del artesano  Miguel  y la artesana Rosalba,   maestros de maestros, cada cual con su saber de todo, a su manera, que harían que todo se cumpliera. Brotaba entonces de la tibia chimenea el humo blanco del mandato y se llenaba el "rancho" de regalos y promesas de mejores días, y todos componían el amoroso enjambre rendido ante los Amos de todo lo que había en el entorno de sus sueños.

 

Allí siempre hubo mucho ruido, y muchas quejas y reclamos, y tacadas resonantes y carambolas asombrosas, aun de los que ni sabían contar los encontrones en el chorizo de las cuentas, solo hacerlas de "chiripa"- Allí, abundaron las carreras hacia arriba y hacia abajo, y hacia afuera, hacia el mundo de los hijos que se iban, en espera que volvieran y trajeran a sus hijos, esos nietos a cual más herederos de lo bueno de los viejos, a verlos discurrir por todos los rincones, a querer que se quedaran, a enseñarles que nunca se olvidarán que allí estaban los abuelos esperando.

 

Destino fue el suyo verlos crecer y ser su rumbo otro diferente al que soñaron, de tenerlos siempre cerca, siempre pequeñitos. Dicha es saberlos buenos y en su mundo, que aunque no es el mundo de los viejos, es el mundo en el que crecen y trabajan y se hacen dignos de llevar el apellido y la bandera de su estirpe.

 

Normandía, no el barrio, sino la Casa Grande, la Vieja, la que "ya fue censada", es aún la casa donde, en desorden de recuerdos, Gloria llevaba la batuta de su propia orquesta con elegancia y buen saber; Orlando la suya de gran Señor, culto y bien hablado; de Geney, inventor de genialidades; de Sonia, la que solo saber ser feliz y hacer feliz a los demás; del "negro y del mono " a cual más de "parces" amigos de la "manada" del barrio, rumberos aprendices de todo lo que llegara por hacer; de Rolando y sus inquietudes cibernéticas y sus propias rumbas, y su propia andanza por rutas extranjeras. ¡Ah! Y la de Hugo, con su chascarrillo y sus raras ocurrencias de primogénito que se hacía respetar; De Jairo con su estoica figura de paciente hermano, callado, como ausente, y, de Mery la que inventaba inventos para celebrar sus fiestas porque acababa parciales o para empezar de nuevo, y concursos de disfraces que fueron memorables, y hasta pasarela para desfilar con Sonia de modelo, y ella de jurado o al revés, para mostrar sus coquetas intenciones de modelos.

 

Rosalba recuerda uno en especial donde todos los participantes llegaron con disfraces alquilados y muy bien puestos ya que la bolsa era de cien mil pesos; unos llegaron a caballo, otros vestidos de Gacha, el Mexicano, otras de damas antiguas, otros de adivinos.; al ver que todos estaban tan coloridos pero tan poco creativos, se vistió de viejita con la ropa que encontró en el cuarto de la plancha, quedando tan bien que se ganó el concurso, no porque era la dueña de la casa, sino por se destacó por su creatividad e ingenio.

 

Cómo no reconocer que lo tenía para hacer malabares con las horas, que nadie sabe cómo las alargaba para atender a tiempo las mil y unas cuantas más estaciones, donde su tren de ama y señora del hogar paraba, echando humo, con la caldera a todo fuego, para dejar el desayuno, las medias nueves, el almuerzo, las onces, la comida y hasta la merienda, y entre una y otra comilona, hacerle de profesora, engranar tareas y correr a ver qué era lo que hacían en la escuela que tanto la llamaban para combinar las disciplinas.

 

¡Carreras! Solo carreras a la carrera; a la tienda de la esquina, a Sears, recién abierto, al Tía, al Ley, a la Plaza de las Ferias, a Chía por la carne, y de vez en cuando al Nilo en el Tolima, en paseo de olla con toda la "carramenta" y todos los enredos del regreso a tientas por el trago que tomaba el conductor sin saber si llegarían vivos y coleando al hogar de tierra fría. Aun así, le quedaba tiempo para ir a su rincón, su paraíso, la Isla del Escape, el cuarto de las muñecas, el rincón donde nacían sus creaciones, no locuras como decían que eran, sus queridos familiares, sino talentos tantos que le servían de recuperación de su cordura.

 

Así, entre carreras de locura y derroche de talento verdadero, su alivio fueron, aun lo son con más tiempo y más paciencia, sus maniquíes, pinturas, pinceles, cerámicas, hilos, botones, retazos, cintas y papeles, migajas de pan y galones de colbón, y montañas chamizos y cosas descartadas por no servir de nada a otros. Sus herramientas de trabajo son de marca. Y su máquina Singer es historia viva, y sus creaciones van montadas en los muebles de la casa, en las paredes y rincones de la casa, y en muchas cajas y envoltorios bien guardados. Y los diplomas colgados en lugar preferencial, que siempre tuvo tiempo para obtenerlos. Y como lo merecía, su primera finca artesanal fue comprada por Don Guillermo Cano para su famosa galería. No contenta con eso de ser local, se fue de visitante a darse a conocer y aprender de los nicas en Managua, y de los gringos de Pensilvania, los Yanquees de New York, y los cubanos agringados de la Florida. Allí se quedaron los baúles importados de la fábrica normanda, y las máscaras y las casitas hijas de las Camelias, y los chamizos nacionales, convertidos en arbolitos de Navidad, que recogió en South Miami, despojos de Andrew, el huracán del siglo.

 

Su cuarto de muñecas de Colombia, también fue extranjero y tuvo "utilería americana", y fue ventana a los halagos de los admiradores y compradores "rubios". Ese cuarto, , como lo fue en Normandía, hoy lo es en Chía, en el Cedro, su nueva Casa Grande, el espacio donde se siente a sus anchas, donde nada sobra, donde todo lo que contiene es útil, donde todo, literalmente todo lo que caiga en sus manos creativas, se convierte en nueva afirmación de su cordura.

 

   

NORMANDIA, jamás dejó de ser y aún se alza en el lote que ocupa en la memoria de todos los que habitaron tan señorial estancia. Sobre sus cimientos hechos para sostener el mundo de piedra y de metal que allí se construyó, aún crujen los peldaños de la escalera aquella mal trazada, y aún se siente el eco de sus dueños.

Mayo 2013. Para esta fecha de Trazos y Retazos, las Camelias de Normandía, rebautizada la Casa de Rosalba, retornó a su estado original. Ahora se alza en la campiña sabanera del legendario Chía, la Luna en la tierra, en un cráter urbano lloamndo  El Cedro, o la Balsa, en donde las fincas son “inteligentes”, todo en ellas es “automático”, las alarmas suenan cuando pasan “las alarmas”, se puede pasear por Centro Chía que es el modernismo del comercio campesino, Home Center que se volvió la fuente de todos los asombros de la nueva arquitectura, y hasta un Castillo medieval vigila con sus torres la ronda del Río Bogotá, que parece estar creciendo nuevamente entre los sauces,  limpio y transparente.
 
Allí se llega por  un “ladito” del Puente del Común por donde solo cruza el fantasma del Coronel Juan Sámano, el “duro” del ultimo Virrey de la Colonia, con sus 30 soldados pardos de caballería, sin saber que un día sería piedra y musgo y olvido.
Ver para creerlo. La Fonda de las Camelias, la nueva casa de Rosalba es propia, con carro nuevo en el garaje, desde los cimientos hasta el “cucurucho”, ese de nombre discutido, dado por quien nada sabe de castillos, que es almena fuerte y bien pensada desde Rosalba contempla el panorama de la “hacienda” que ya desborda sus medidas con tanta nueva artesanía y con tanto y tanto qué hacer como si fuera ayer, en Normandía.
 

Nota.  Normandía ha sido recreada en Chía, en el Cedro, su nueva Casa Grande, el espacio donde se siente a sus anchas, donde nada sobra, donde todo lo que contiene es útil, donde todo, literalmente todo lo que caiga en sus Manos Creativas, se convierte en nueva afirmación de su cordura. Persistencia ¡Bendita y eterna persistencia! 

Joseph  Berolo  2012 


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