¡Como llueve Amor ¡Como llueve!
copyright,isbn 1988 Colombia
Amantes de la Lluvia. .
. Es la lluvia... Solamente la lluvia- está lloviendo, llueve... sigue lloviendo... mi vida... tu vida es otra con la
lluvia... nos apretujamos aún más en las mañanas... entre luna y sol la
tentadora piel se estira y gime, no queremos saber de la calle ni del tráfico, ni de la congestión de las gentes esclavas y apuradas. Tintinean levemente las gotas de la lluvia acariciando los cristales fríos- como un niño,
yo me acuno entre tu sueño y mi deseo. ¡Nada como dormir despiertos, burlar el
tedio de amanecer al vulgar trabajo diario gravitando somnolientos entre el sexo alborotado
y el deber! ...mientras
afuera llueve, aprieto mi cuerpo a tu hermosura, derrochando alboradas de ternura. Finges dormitar
en quieta espera, presientes mi caudal de besos, te deslizas, puro instinto, a la llama de mi
regio despertar... tus muslos relajados, abierta a mi esperanza, audaz, felina en tu selva de sábanas sedosas... ¡corre el néctar de los dioses sobre
la tibia camada de tu piel!
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Cómo es de hermoso ver caer la lluvia mientras resbalan
las sedas de la entrega- llenos de espasmos infinitos... asediados por el profundo deseo de querer, se abren las ventanas de todas nuestras venas para ver llover desde
nuestra única e íntima confianza. Así quiero la lluvia, cuando pueda beberla de tu piel. Así quiero la lluvia... cuando
amanezca y llenos de retozos dormidos, apretemos el cerco del deseo.. y...mientras llueve- ¡Que llueva
siempre! -cerrados los balcones de tus
ojos, te dobles de ternura y te me entregues, mientras llueve, mientras llueve.
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Nuestro
ayer de lluvia La lluvia... Mientras cae, pienso
en cabelleras mojadas, en ayeres contra el viento, en ti esperando mi
llegada furtiva cuando éramos esquinas y rincones- te recuerdo
poblada de frío, flotabas al viento, eras el viento... te llamaba la lluvia su novia. Llorabas en aquellos días y llovía y tenías las largas pestañas dormidas... me amabas y te desleías en el ensueño gris de la llovizna. ¿Qué será de nosotros? ¿A dónde iremos? Una cierta pena te agotaba... Te cubría bajo la lluvia con mis brazos mojados y caminabamos
enamorados bajo la lluvia bajo la lluvia bajo
la lluvia ¡Nosotros siempre caminamos bajo la lluvia!
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TE AMARÉ MIENTRAS
LLUEVA Que no deje de llover... no hasta que no
te encuentre para poderte querer. Que no deje de llover... y mientras llueve correr
la suerte de adorarte- apuraremos el mejor
licor, la ciudad se apagará bajo la
lluvia, correrán nuestros ardores por el interior de la ventana de la alcoba... al fondo nuestro mejor bolero hará eco en los poros de tu piel, vibrarás jadeando de la espera, secaré tu cabellera desteñida, te sacaré tu traje mojado y tu sostén apretado y convertiré la lluvia, el huracán, la tempestad en suave brisa, como la lluvia, como
la lluvia... ...nuestra lluvia- y no pensarás en nada, nada más allá de nuestra entrega; vibrarás bacante, asombrada de besos y
tumulto y llamarada... mientras llueve, amor, mientras llueve, mientras llueve...
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LLUVIA EN CAMPO SANTO He visto tantas
lluvias; los
cuchillos de lluvia de
la mar, hojas
afiladas de ventisca taladrando
las sombras al
tenebroso ulular de las mareas... allí las rocas se aman con la lluvia dibujando besos de algarena con los altos pinceles de las nobles palmeras caribeñas.
También
he visto llorar, sí, llorar la lluvia sobre las fosas... No. Tú no lo sabes. No has visto llorar la lluvia en los
cementerios... ¡Cómo lloraba la lluvia aquella funeral en los esteros de los resecos llanos cavando
la fosa de la abuela!
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V LLOVÍA
BAJO OTROS CIELOS Tú y yo...hemos visto llover en Manhattan... esa lluvia ácida que cruje
en los elevados, que
se aplasta en las aceras, contra el rostro helado, que corroe, que calcina, se pierde bajo las alcantarillas, turbia, melaza de letrina hacia los negros socavones de la ciudad de piedra... y nosotros queriendo huir buscando nuestra propia estancia, la del sur andina amarilla, azul
y roja, la
de rústicas aldeas campesinas.
¡Cómo es de triste ver llover en New York! Huíamos...
hacia Queens, hacia Flushing, hacia
nuestra madre buena cuidadora de sueños esperando aferrada a los cristales... huíamos por entre los tristes elevados, hacia otras sendas, hacia otras lluvias, hacia otras lluvias, hacia otras lluvias. ¡Oh! la bestia enorme, el acero, las cavernas, la soledad de la manada.
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IX EL HURACÁN Andrew, 8/25/1992
Amor...Como llueve Amor..Tú sabes cómo llueve aquí, cómo nos llena de terror la noche, de un sentirse lejos, demasiado lejos de todo lo querido... ¿Recuerdas, amor? Fue hace tiempo, pero fue ayer... y es hoy y lo será mañana- la tromba aquella, la noche larga, la tempestuosa noche larga. ¡Oh!, la huella amarga de los míseros contornos andreanos. Bajo la noche rueda la triste humanidad hacia el turbio azul del golfo
marinero. Testigos el mustio muñón de las palmeras, la piel salada, la
siniestra orfandad de los refugios... (Aún dialogan los húmedos ojos de la noche aquella turbulenta con los ojos cavernales de los perros) Corre en su rodar gitano una larga caravana de emigrantes sin hogar, sin prenda
ni recuerdos; cubierta el alma de marejada y llanto, arrastran sus miserias discordantes hacia el refugio breve
y sin recato ni alborada de las toldas militares. Hemos visto el huracán, amada, las furias
desatadas llegar del mar... Entre la noche negra nuestra vida danzaba con la lluvia. Silencio y
paz, doliente paz sobre las ruinas; donde tembló de amor enamorada la existencia, tiemblan de hambre y frío
las causas peregrinas. La lluvia sigue, ruge el viento, el huracán persiste... y este verso huracanado. y mi poemapreñadp
de todo lo que existe. *****
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Mensajes al poeta de la lluvia.
LLOVÍA
EN AQUEL ADIÓS La
lluvia. Es la misma en toda latitud del alma. Siempre la misma que vuelve para otro olvido en otro tiempo de cadencia
nueva, turbia y sola. La lluvia... Pero si cabe toda en la
palma de la mano- toda la lluvia del mundo es una sola gota que corre y se pierde en la mar... ¡Oh! la lluvia de mi huída, la de aquel camino de viajes extranjero, el apurar de la sangre, el peso de
las horas, el llanto aquel de fugitivo, el último viento sabanero, la fiebre del viaje peregrino... ¡Oh! la lluvia pertinaz de aquel ocaso
... caminando, volando, soñando por la orilla de un río de encuentros con el ancho arcano.... mientras llovía y llovía, y llovía... Talvez quiera ver llover de
nuevo sentado a sus orillas, sin
recuerdos de exilio, sin ausencias... tal vez quiera escuchar la campanada desa hora caminante que me llevó tan lejos ¡tan lejos! de mi patria colombiana.
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¿Recuerdas la lluvia en Santafé de Bogotá? Allí llueve por llover, es parte de ser- llovía más cuando
era niño, cuando
aún no habías nacido... contigo llegó algo de sol, me lo contaron... fue más tibia la aurora desde el día en que naciste. Allí sigue lloviendo, y aquí, y en todas partes nunca deja de
llover. Por
ello no recuerdo sino adioses y ventanas con marco de neblinas y un aletear de despedidas sobre panoramas de pañuelos y de chalinas negras y paraguas como cuervos, ¡grandes cuervos siniestros
poenianos!
Allí llueve aún...¡cómo llueve allí! talvez llueve como acá, pero es diferente- allí llueve con
amor, llueve con un calor sensual de
ruana y pañolón... es la lluvia tibia y sola de
nuestra tierra buena. Ver llover allí es querer copular al ritmo del viento y de la lluvia, es querer escapar tras las cortinas bajo una suerte de tibiezas y de almohadas mirando las cimas encrespadas
de neblina dibujadas sobre el cielo gris de la sabana. Cuando regreso de mi viajero mundo llevo el sol para el instante del encuentro... ¡pero siempre llueve cuando me voy...! ¡Cómo es de triste la lluvia en tierra ajena...! Algún día veré llover de nuevo el cielo de mi tierra adormecida escampando bajo un alero
en alguna esquina antigua de alguna calle señorial de nuestro viejo Santafé de Bogotá.
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DE
ISLAS Y ORILLAS DE LLUVIA***** He
visto llover sobre las islas, Islas
verdes, Islas rojas, Islas cárcelIslas roca, solo viento, solo espacio... (pero si la tierra toda es Isla) Llueve igual en todas las islas, llueve con ritmo de tamboras, quejidos de palmeras vencidas y un apurarse alborotado de húmedas isleñas cimbreantes. Ellas van de lluvia y ansias llenas meneando sus glorias tropicales panal de prodigiosas mieles, retozan
gravitantes a la sombra verde y rosa de los grandes flamboyanes. Bajo la seca palmacaña de los
tristes rancheríos abanican las dulces isleñas su sexo de mar y de oleaje. Islas, lluvia y viento, olor salino de buganvilla, danzón de peces azorados, vibración de playas, retozar aletargado, vaivén de cumbias, rasgar doliente de viejas tonadas sanjuaneras.

Allí
la lluvia viaja en marejadas blancas besando con lujuria la silueta
temblorosa de pálidos amantes abrazados en la arena bajo la frondosa mata de sus negras
cabelleras despeinadas. ¡Oh las Islas! balcones verdes al silencio nocturnal de las marinas, sensuales, misteriosas, vudú,
santería, talladas van por el ósculo lunar de las mareas.
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CUANDO ME VAYA, LA LLUVIA... Un día cualquiera moriré, talvez en tierra ajena ... y estará lloviendo, estoy seguro, porque no me iré mientras no esté lloviendo... moriré cuando revienten truenos y estallen rayos, y llueva como llueve ahora... será de repente, talvez esté profundamente triste, talvez me hayas dejado de querer... y lloverá terriblemente, con un caudal enorme haciendo hueco y río y catarata en mis ojeras- ¡Será un profundo abismo el día en que me muera! Quizá no te hayas ido y podamos amarnos una vez más, una vez más bajo la lluvia...
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Y NO DEJARÁ DE LLOVER Será nuestra heredad la lluvia, la semblanza de
auroras migrantes, el recuerdo de este viaje largo por las rutas del
sueño caminante, el rictus del éxtasis de todas las entregas... ...y será siempre la lluvia, la húmeda huella, lluvia
ajena, lluvia del destierro- será la tempestad, el viento hostil, la lengua extraña, mis hermanos de
todos los exilios... y Tú, y Yo, los que añorando patria surquemos de regreso este largo trecho amargo de playas casquivanas. Un día lloverá de nuevo y estaremos
bajo nuestro propio cielo, (Dios lo quiera)- escampando bajo un alero noble en alguna esquina
antigua de alguna calle señorial de nuestro
viejo Santafé de Bogotá. Y será por fin nuestra
lluvia, nuestra propia lluvia. ¡Algún día lloverá
en mi última mañana... ¿O, será en un atardecer?
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