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Gaviota Esta
noche me quedaré escuchando el roce de tus alas al viento, en el silencio de la luna ataré
mis recuerdos y dejaré que tu desesperado vuelo te eleve a las estrellas por si el eco de mi adiós
te alcanza. Regálame una tarde Para mirar tu rostro sobre el brillo del ocaso Regálame tu afán, para llegar
a tiempo al filo de tus besos Regálame los cristales de tus lágrimas Para hacerte un collar de certezas
amorosas. Regálame el vacio de tus manos, Para llenarlos de caricias disimuladas. Regálame el
hastío de tus días, para doblarlos en dulces amaneceres. Regálame la nada para convencerme
de llenar tu vida. Regálame un poco de atención para que leas esta carta que con amor hoy te
regalo. Ave de paso Imagino tus manos galopando sobre mi ardiente pecho, cruzando valles de nostalgias llegas
hasta mi boca, un hato de recuerdos se dispersa como las mieses y yo, vestido de pájaro contemplo
en la inmensidad tu fugaz domingo. Paseo vespertino Huellas sobre la arena recorren tu ayer y el mío. Sombras pájaras hacen cosquillitas a la playa en espera de tus pasos y los míos. En la mansedumbre del ocaso naufragan
tus penas y las mías.
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PESCADOR
Años y días de sol heredaron tu camisa gastada abres
tus ojos con el canto de los gallos y te levantas a inaugurar madrugadas.
Pescador de sueños Pescador de soledades, la arena vocifera en las mañanas que
vas descalzo a tu canoa, con alegría invocas a los santos a que diluyan tu infortunio con la única
ofrenda de tu semblante de ayuno. Diriges tus remos hacia
el festín de las gaviotas hablas con olas preguntando la estrategia de los peces. Pescador de sueños Pescador de soledades, tu faena alimenta un progreso ajeno obrero incansable de mil edades. En tu playa remiendas los
huecos que te dejó la contaminación, hoy atrapaste solo hambre y dos peces seguramente otro decreto
te jodió. Mientras tejes Un rollo de piola blanca dos agujas de madera y tres horas de historias cotidianas. Vences
la tarde renovando tus redes y tu espíritu, preparas el atrezo para un nuevo acto, incansable jinete
de la mar vas bordando a cada palmo un calendario lleno de paz. Acaricias
longitudes a veces blancas a veces verdes a veces negras, pescador de la orilla pescador de lo profundo, con cabos viejos atas la esperanza para llenar los canastos del mundo, amigo leal del viento prócer
de mis latitudes.
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La estela del bien viaja por el mundo, dejando su voz en la conciencia de la gente,
para decirnos que aún hay esperanza.Si de la basura hace proezas, cuanto más hará con la entereza de
seres mas humanos.
Tardes de buena pesca El viento arrastra el almizque de la bonanza sobre la costa una lluvia de pájaros arma su propia danza. El alma de las casas hoy palpita en sus fogones las rendijas transpiran el olor
de las recetas y alegran las cometas en sus nubes de cartones. Rosita
amasa el maíz y su promesa en la humildad de su buena mesa. Tarde de algarabía gozo de sal complacencia de un solo día pureza de los pobres. El
plato fraterno toca las puertas del vecino, un sinfín de gracias retumba en los barrios emulando
el legado del pan y el vino. En las pupilas de los niños veo el colorido atardecer ¡pues hubo buena pesca! y unas monedas más con que comer.
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Saber que nos mueven los mismos propósitos, saber
que nos unen, que vamos con la voz en alto, tan alto que se escuche el rugir de los pueblos con hambre de justicia y de paz...
Desde
la orilla del Pacífico, os dedico esta misiva, para reencontrarme con ustedes, ciudadanos del mundo, labradores de
esperanza, amigos de la paz.Escribo a ustedes con el ánimo de seguir sus pasos en el camino de las letras, y sospecho que
en sus cuadernos anidan gritos de justicia para los pueblos, la oportuna denuncia para los perversos que lanzan niños a las
calles. Tambien sueño con sus paginas florales, que avivan los latidos universales del amor. Ahora preciso decirles
la imperiosa necesidad, de aunar esfuerzos por mantener la paz entre los pueblos de América, la nuestra, la Morena,
la de hombres y mujeres de piel curtida. Nos asomamos dia a dia a enfrentar la violencia, no podemos quedarnos quietos ante
esta maloliente situación. No podemos dejar el camino libre a quienes usurpan la mejestad de la democracia. Ser poeta
nos conmina a luchar por cambiar este estado de cosas, preparar la tierra para que sean otros los árboles que nos den
sombra, otros frutos, otros amaneceres. Pedro Muñoz López.
Construyendo
Paz Me duele tu verano extinto, Noviembre. Los
impíos han colmado mi frenesí en sílabas que apuntan al cielo donde se cruza la soberbia
de los misiles. ¿Olvidáis que la Divina Providencia deambula en el corazón de los afligidos? Creen ustedes
impíos opacar la bondad que se derrama en los campos? Dejad pues a los humildes escuchar el aleteo de las
mariposas, ellas vuelan en la coronilla de las flores, aún el viento agita una fiesta de fragancias. Pretenden los
poderosos sacar ventaja del negocio de la guerra usurpando el sosiego de los pueblos. ¡No! ¡Mil veces no! En la penumbra
de los días los andamios de la paz elevan el coraje de los hombres multiplican los caminos por donde llega
la esperanza, avivan la sentencia del bien siempre victorioso sobre el mal. Juventud! Tomad la bandera blanca pintemos el horizonte palmo a palmo hasta borrar el gris de las guerras que no nos pertenecen, que no las hemos
inventado. Guerras que nos llaman sin ser invitados a la indiferencia y el silencio cómplice. Si las
fronteras albergan estallidos de cañones y si el horror es la canción del día, dibujemos un
infinito pentagrama y que la nota más noble opaque y desvanezca la estupidez de los malignos. Que la virtud
de la palabra sea la pólvora que estalle en el alma de los sensatos, que nos conmine el deber, a formar las
filas de la libertad. Minemos la tierra con cada anhelo de paz cerremos el paso a la barbarie y que el punto neutral
sea la reconciliación sincera de los hombres. Omnipotencia, Omnipresencia, sean las ramas del
árbol que cobija la angustia de los sedientos de justicia--- - dejad caer sus hojas únicamente
para mirar un cielo renovado. Me despertaron las guerras, una madrugada de Noviembre...y aun duele.
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