|
Navidad... momento
en nuestras vidas en que predisponemos el corazón y la mente para reflexionar, para expresarnos, para encontrarnos,
para festejar o tal vez... tal vez algunos aprovechen para refugiarse en su interior, solos con su tristeza. Pensaba
en el verdadero sentido de la Navidad, en su simbolismo. Esta fiesta es una oportunidad que tenemos para renovarnos, para
salir de nosotros mismos e ir al encuentro con el otro. Compartir de manera diferente e intensa con quienes convivimos a diario,
buscar a quien dejamos en el camino por la distancia o por la vorágine de la vida, perdonar con el corazón a
quien nos ofendiera, dejar ir a aquellas personas o situaciones que no nos hacen bien, aprender de nuestros fracasos, transformar
nuestros dolores en algo necesario para crecer espiritualmente y aceptarlos como parte de la vida humana, no sentándonos
en ellos para mirar la vida desde allí... Navidad. Un niño nace. Un hombre nuevo. Alegría. Se trata
de vivir una Navidad recuperando la alegría. No la alegría del desborde ni del despilfarro. Es volver a ser
niños, con lo que ello conlleva: alegría a flor de piel, inocencia, asombro, corazón sano y noble. Ojalá
recuperemos la alegría de estar acá, con las personas que queremos, hacer lo cotidiano con pasión, trabajar
para cumplir nuestros sueños, soltar los malos recuerdos, los resentimientos y fracasos para que formen parte del pasado,
desprender de nuestro corazón todo aquello que nos intoxica interiormente y que, a veces, nos arrastra a contaminar
nuestro propio entorno. Ojalá recuperemos la alegría de compartir frente a frente y desde el diálogo
con nuestra familia, la próxima y la lejana... hojas y raíces unidas. Ojalá recuperemos la paz de la
reconciliación con el otro y con nosotros mismos (a veces, la más costosa reconciliación). Ojalá
recuperemos la capacidad de ver más allá de nosotros mismos, hacia otros horizontes, ver otras luces y otras
sombras y allí, descubrir a quienes sufren, gozan, viven, mueren, crecen, se entumecen, y entonces, desde esa nueva
forma de mirar, salir al encuentro generoso del otro. Pensemos en el pesebre, en el despojo... y veamos la necesidad de despojarnos
nosotros de nuestras miserias para nacer otra vez, para renovar nuestro espíritu. Ojalá recuperemos el espíritu
navideño por nuestra salud interior, por nuestros hijos y nietos, para que inundemos de esperanza este mundo que tanto
necesita de la paz, la fe y la alegría. FELIZ NAVIDAD para cada ti, Joseph, para Sonia y para cada uno de los
miembros de Uniletras! Los abrazo con el alma.
Como Miembro Fundador
de Naciones Unidas de la Letras, quiero manifestarme en estas páginas con mensajes tendientes a lograr la tan ansiada
utopía del ser humano: la PAZ universal. ¿Qué es la Paz sino ese deseo del ser humano, siempre
presente, desde los siglos de los siglos? Y mientras muchos anhelan conquistarla, otros tantos anhelan combatirla de mil formas.
Por un lado, almas dignas la reclaman, la sueñan, la construyen poco a poco, en un intento por instalarla
en lo más profundo del hombre, se hacen carne en ella y hasta dan sus vidas por tenerla. Por otro lado,
existen hombres que cometen la ignominia de imponer usos y costumbres que permanentemente sepultan todo intento por alcanzar
la Paz. Son los aliados al poder soberbio, abusivo, al inescrupuloso afán de conseguir sus fatídicos planes,
ya sea por ansias de poder y conveniencias personales o por demenciales propósitos. Me
uno en esta red global, a todas las voces que la claman, que la construyen, que la veneran. Una de las más
comprometidas labores de nosotros, los escritores, es crear conciencia en cada uno de los hombres que escuchan nuestras voces.
No tendremos armas de combate sino que seremos pacifistas que difundimos pensamientos vertidos
en palabras que conmuevan, que alivien, que cimienten un mundo caminando permanentemente hacia la perfecciòn. Marzo
2012 Carlos Paz, Argentina.
|
POETAS POR
LA PAZ
Marta
Golubenko Ferreyra
sin entrañas ni visiones, que exhale rimas que bramen Pide coplas hechas carne, por la voz del niño hambriento,
por la tierra confiscada. Pide gritos de impotencia por el voto que no elige. Pide llantos por el hombre por quien se ha muerto en vida deambulando sin derechos, por el pan que nunca llega, por el remedio retaceado. canto y acto en sinfonía,
la
que virtuosas leyes pida, la que despierte conciencias La que instale sobre el plato Suenen voces que su hundan y conciencias doblegadas. por la sinrazón ni el olvido,
Déjala flamear en sueños, en insondables corazones, transformando toda guerra Villa Carlos Paz - Pcia. de Córdoba_
Argentina
MIRANDO, AL SOL (de Marta Golubenko Ferreyra) Me
gusta estar al sol. Siento los rayitos
tibios que me dan en el cuello, las manos y las piernas. Son rayitos que no pinchan, sino que me acarician. Creo que así
son las caricias. No conozco muchas. Sólo algunas en la cabeza la vez que me siento en la puerta de la iglesia cuando
la gente sale de ahí. Y bueno... por supuesto las mías. Porque yo me acaricio cada tanto. Quién si no.
Me paso las manos por las piernas, acá, al sol, cuando me las miro y me quiero sacar las cascaritas. Porque si me rasco,
es peor cómo me pican. Tengo las piernas flacas, largas y sucias también. Bah... me dice mi hermana mayor, la
Magda, que las tengo mugrientas. Pero ella no sabe que el agua del canal está re fría y por eso mañereo.
Claro. Como ella se baña en otro lado con agua calentita, no se entera. Ya la quisiera ver yo metiéndose por
la bajadita del patio hasta el agua fría y hedionda, esquivando las bolsas que ya ni siquiera nadan sino que se estancan
y amontonan en el fondo. Nada pasa. Ya la quisiera ver! Acá al sol, veo todo. Me siento sobre el carro desensillado
y para no aburrirme, me pongo a contar las bolsas de basura nuevas que hemos tirado en el patio, o veo cómo los chanchos
se pelean por una. Habiendo tantas, cómo se les ocurre pelearse por la misma. Para mí que lo hacen de puro malos
que son o de desesperados. Tal vez será que no ven más allá de sus narices. Yo no me meto a separarlos
porque el barro se me pega todo en los pies y después me tendría que lavar. Con los pies con barro mi mamá
no me deja que me acueste. Dice que le ensucio la colcha grande. Y claro. Si se moja ésa, nadie más se tapa.
Pero no sé por qué me dice eso si las más de las veces está re mojada y con un olor que ni se
aguanta. Claro, a la Soraya no le dice nada que la mee porque es chiquita y como mi mamá no tiene ganas de levantarse
a cambiarle el pañal, la deja. El papi, a veces, cuando llega a la mañana y se quiere dormir, insulta porque
le mojaron la cama. Y la ligamos todos... como si yo tuviera la culpa. De todos modos, yo corro al patio y me hago que lo
voy a buscar al padrino para salir en el carro. Cómo me gusta salir y andar por ahí! Me encanta andar libre
por afuera, por la calle, sin nadie que me diga "qué hacés, estúpido", "salí de
ahí, tonto". Siempre el comentario acompañado de algunos coscorrones en la cabeza porque me empaco. Aunque
pensándolo bien, allá afuera, aunque parece que meto miedo, también me tengo que cuidar. En ningún
lado me dejan en paz. Siempre, siempre se la agarran conmigo... porque hice o porque no hice, porque traje o por lo que no
traje, por lo que digo o porque no hablé... Cuándo será el día en que me avive y sepa lo que debo
hacer. Así me dicen. Que no sirvo para nada. Muchas veces, cuando se agarran entre ellos, ahí en mi casa, yo
me vengo acá, al patio. Ya ni los escucho. Porque después me pongo peor. Y sí... cuando me pongo a pensar
en los otros chicos, la mayoría de las veces me digo: "Jonathan, no hablés! Vas a terminar mal!" Y
para no pensar, cuando todos se van, me meto a la casa, prendo la tele fuerte y me pongo a ver el partido. Eso me distrae
un poco. Al menos, dice mi mamá, si me quedo adentro, evito las malas juntas. Las que no se me distraen viendo la tele
son las tripas. Si a veces suenan más que el gol. Trato de pensar en otra cosa... pero, en qué? Y espero a que
alguno traiga algo para comer. Más de una vez se me dio la loca de querer abrir alguna bolsa del fondo. Ya veo que
si encuentro algo, me lo manotean para la Soraya que es la más chica! Ésa algo come. Pero es cierto que si a
ella no le dan, el doctor la reta a mi mamá y es para peor porque nunca más le van a dar nada de nada. Por eso
la cuida. Yo soy más grande y me la rebusco. Perdé cuidado que me la sé rebuscar. Para eso no soy estúpido.
Salgo de día y miro. Miro todo. Aunque no parezca, conozco más del mundo que muchos otros que se pasean por
ahí. Bueno... del mundo... de mi mundo, que es el único que conozco. Pero de eso, no quiero hablar mucho.
Siempre me dijeron que es preferible callarse y dejar que hablen los otros. Los otros... ¿quiénes serán
los otros? Porque acá en la villa no entran los otros, salvo alguno cada tantos años. Visitas faltan. Lo que
sobran, y vaya cómo sobran, somos los chicos, que no hablamos, sólo miramos y hacemos lo que podemos. Acá,
sentado al sol, espero a que los otros hablen...
|
|
Hemos sido capaces de saber
transitar desde los mares del lecho rosa hasta el nido vacío y hemos salido airosas. Y todo eso porque estamos llenas
de dones, de talentos que nos han sido confiados y que muchas veces han tenido un alto precio. Hemos pagado precios como el
sacrificio, la incomprensión, la renuncia a nosotras mismas y muchos otros. Incluso la vida y la muerte a veces han
sido el precio de ciertos dones muy estimados. Tenemos todo eso en nuestras manos junto a la mejor medicina, el amor que todo
lo alcanza, todo lo abraza y contiene. Permítete hacer un viaje interior llevando contigo la maleta colmada de recuerdos
y emociones. Haz de vez en cuando un peregrinaje por tus sentimientos. Realiza periódicamente una travesía por
tu alma. Date permisos para recordar y soñar, para reír y llorar. Permite que, de vez en cuando, te inunde la
nostalgia pero acompañada de la esperanza. Conócete, elige lo mejor para tu vida y permítete ser feliz.
Recuerda siempre lo mucho que vales y que ser mujer, es una bendición."
Hoy abrí
las ventanas de mi casa
Hoy abrí las ventanas de mi
casa para dejar salir la tristeza. Una ráfaga de aire casto, diáfano, amoroso, se llevó
consigo tiempo de dolores, horas de angustias, negros fantasmas. Un rayo de sol me empujó hacia
afuera y en mi vestido quedaron prendidos los afectos. Como flautista de Hamelin, la caravana de risas
saludables por noches contenidas purgó los malos recuerdos, y las manos se alzaron como pájaros
libres en el festejo de la vida. Confieso que he muerto y que he vivido a través de las palabras. La ternura se hizo palabra. El tiempo se
hizo palabra. La angustia se hizo palabra. La sabiduría se hizo palabra. Las lágrimas se hicieron
palabras. Hasta el Supremo derramó su Palabra sobre mí. Y las vuelco en este canto por la
vida, que escapó al mundo cuando hoy, abrí las ventanas de mi casa.
|
," llevamos en el
presente lo que traemos del pasado. Tenemos el poder de transformar, de elegir, de rescatar. De nosotros depende ser una ciudad
sitiada o una tierra sin fronteras, habitada por el verdadero "patrimonio" del alma, es decir, por los vínculos
y afectos"
Somos origen, identidad
y memoria, cuna, hogar, refugio. Somos humus, estrellas y brújulas a pesar de los sacrificios y de las pruebas que
pueda ponernos la vida. Derramamos luminosidad aunque la vida nos despeine y con el alma sin maquillaje. Quedarnos quietas
o arrojarnos fuera del mundo como si fuésemos un deshecho no nos está permitido porque conocemos que de nosotros
depende que no existan las barreras, ni obstáculos, ni umbrales, ni fronteras para crear un presente lo suficientemente
satisfactorio que haga que el pasado pierda importancia.
HAGO EXTENSIVO ESTE MENSAJE A TODOS LOS
POETAS Y ESCRITORES ARGENTINOS A CUYA CAUSA VIVO UNIDO Y DE CUYA OBRA HE APRENDIDO A CRECER EN EL MUNDO DE LAS
LETRAS. VOSOTROS HABEIS SIDO PARTE DE MI EDUCACION CULTURAL DESDE CUANDO DABA LOS PRIMEROS PASOS POR
EL "CAMPO BLANCO DE UN PAPEL", ¡SALVE ESCRITORES ARGENTINOS PLEYADE INMORTAL DE RUISEÑORES CON
ENVERGADURA DE CONDORES. FELIZ DIA DEL ESCRITOR, Joseph Berolo ESCRIBE JOSE LUIS CELLI: ILUSTRACION DE MARTA INES GOLUBENKO FERREYRA. En mi país
hoy se celebra el día del Escritor en conmemoración de la muerte del gran Leopoldo Lugones; es por ello que
a través de UNILETRAs hemos saludado a todos los que con su pluma y su inspiración pueden desarrollar y
expresar en el campo blanco de una hoja de papel sus sentimientos, sus vivencias, sus sueños, sus ilusiones y
sus pasiones. Como para nosotros sos uno de los nuestros, quiero expresarte
mis deseos que estés gozando de un inigualable día en el que la inspiración aflore con más ímpetu
que lo habitual y sigas regalándole al mundo tu incomparable talento de escritor y tu magnífica condición
de hombre. Un enorme abrazo.
"LAS LETRAS SON AVECILLAS QUE CON SU VUELO INVISIBLE HACEN DE LA NADA TODO Y FÁCIL DE LO
IMPOSIBLE. SIRVEN PARA EDIFICAR, PARA ACORTAR LAS DISTANCIAS, PARA LIMAR ASPEREZAS, PARA ABRIGAR ILUSIONES, Y PARA HACER DE LA VIDA EL VIAJE MÁS INCREIBLE" José Luis Celli
REDENCIONES Marta Golubenko Ferreyra Abrí la
puerta de la clínica y desde ese momento preciso en
que entré, me invadió un vaho penetrante e incomprensible que me persiguió hasta la habitación.
Imbuida en penumbras, como perdida en la profundidad recóndita de una noche oscura, estaba la cama.Cubierta con sólo
una sábana blanca que contorneaba el cuerpo inerte, estaba ella. Más de cuatro dolores clavados en su piel y
una cascada de cabellos, negros como su mal, le tapaban el rostro. No pude ver su mirada perdida hasta muy pasada la tarde.
No sé si era por el sueño profundo que la aquietaba o su intención de que yo la creyera dormida. Me limité
a sentir los pasos lejanos de los otros huéspedes y sus visitas, que deambulaban los pasillos del hospital al compás
de una llovizna persistente que se desvanecía por los vidrios de la ventana, como lágrimas.----Seguramente traspasaban
su cabeza las imágenes fantasmales, turbadoras, pavorosas de esa locura incansable. Cuántos dolores! Cuántas
ausencias y soledades! Si hasta los pisos se teñían del color del desamparo. Al mirarla, no dejé de pensar
en un animalito agazapado, semiinconsciente y en profundo letargo.----Deseaba yo escuchar sonidos de encuentro, pero no. Un
silencio impenetrable sofocaba la pieza. Mi mente repasaba imágenes del espanto reciente. La sangre era de ella; el
dolor era mío. Allí, ante mi vista, me castigaba las entrañas. ¿Tanta enajenación puede
caber en un ser? ¿Tanto desamor al parir puede expulsar a un niño y condenarlo desde siempre a semejante locura?
¿No basta tanto amor florecido en otro hogar para impedir la pena del abandono? ¿Puede más la locura
que el amor?---Allí estaba, con su alma vagabunda, extraviada en alcohol y noches blancas y la mirada perdida en algún
pasadizo remoto del que quería yo que regresara. Por momentos, abrió los ojos. Instaló en mí su
mirada. Percibí que su corazón se detenía al bordecito del abismo de su piel, y agonizante me pedía
que la ayudara a redimirse. Parecía que sus penas iniciaban el éxodo y se apresuraban a escaparse al olvido.
Pero luego, gestos de desidia me señalaron que esa vez no sería.---Y así me quedé. Otro día
más con la impotencia de no poder rescatarla de su angustia y entregándole mi oración, como único
gesto de amor que pudiera liberarla. Y seguirán mis días, uno a uno, suplicándole una tregua al envejecido
corazón de esa joven muchacha que no le perdona a su madre, a su padre, a vos y a mí el abandono ni el olvido.
21/10/2012 Un año ha pasado desde aquel día
en que se reunieron los poetas que creyeron en Joseph Berolo y su epopeya. Porque la creación de Naciones Unidas de
las Letras – Uniletras – constituye una epopeya en todo el sentido de la palabra. Reúne en sí misma
muchas acciones de sus miembros dispersos por el mundo que son dignos de ser “cantados” en poemas gloriosos. Porque
entre todos sus integrantes dejarán impresa en la historia de las letras la tradición de cada pueblo, de cada
hombre, de cada sentir y hacer universal para futuras generaciones y para regocijo de quienes hoy formamos parte de un sentimiento
en común que nos hermana, de un ideal compartido. Ese ideal es que no muera la poesía, que la palabra se recupere,
que el sentir de los pueblos se dé a conocer a través de la palabra y desde allí lograr que la lucha
por la unidad de los pueblos y la armonía de la humanidad sea una causa universal. Un mismo ideal hizo salir de su
tierra hace un año atrás a cada poeta que llegó a Colombia para sumarse en la búsqueda de un espacio,
de una agrupación en donde trabajar aunados por la palabra, por esos sueños, por los proyectos, por sumarse
en la búsqueda de esos ideales propuestos. Otros, quedamos en nuestro lugar pero con el espíritu en vuelo con
ellos, con el mismo regocijo y emoción. Hoy, la siembra se ha multiplicado. Los miembros de Uniletras se van
sumando a diario. Somos coro de poesía que emigra al mundo, aves en vuelo, latidos de ideales en un mismo pulso. Eso
somos los Miembros de Uniletras. A Joseph Berolo, Presidente Fundador; Ernesto Kahan, Presidente Honorario; Ady Yagur, Vicepresidente
Ejecutivo y todos y cada uno de quienes trabajan denodadamente por Uniletras, mi eterno agradecimiento por permitirme ser
parte de esta gesta. Celebro que la aventura de las Naciones Unidas de las Letras esté en marcha. Numerosas han sido
y seguirán siendo las acciones en distintos países del mundo que, aunadas en el libro de la historia de la literatura
universal, constituirían una magnífica epopeya. Mi especial gratitud a Joseph Berolo, por ser ese héroe
visionario que supo advertir, convocar, congregar, conciliar, esperar, respetar, perseverar y compartir con cada uno de nosotros
las alegrías y tristezas que semejante hazaña ha significado. En su figura se encarnan los valores de muchas
naciones que él ha convocado. El mundo de las letras, agradecido y la cultura universal se encargará de darle
el lugar que se merece. FELIZ PRIMER ANIVERSARIO, UNILETRAS! MARTA INES GOLUBENKO FERREYA
|
|
PERRO MUERTO Desde la cama, sus ojos se hundieron en la espesura de la
verde hojarasca del parque. Una esquelética cortina de agua se contornea y se desgrana, en dúctiles acordes,
acomodándose entre las hojas y en las canaletas del tinglado. Se amontona
en la esquina de la columna y entonces, se desploma con ímpetu, buscando la tierra sedienta que abre sus entrañas
macabras, para respirar con gozosa saciedad.---Sale al parque una vez que la lluvia cesa por completo. Baja los escalones
que lo separan del galpón en donde guarda las herramientas y hacia allí se dirige. Busca la pala porque aprovechará
de cavar un pozo para plantar un laurel próximo al yuchán, que despunta, centinela, en una esquina. Zigzaguea
el sector de los canteros con tomates, rúcula, zanahoria, orégano, perejil y romero, y va arrancando uno a uno
los asomos de hojitas invasoras, aprovechando la tierra blanda. Faena ancestral. Vuelven a la memoria los recuerdos de la
niñez, en el viñedo de su abuelo, cuando solía acompañar a su hermano mayor a hacer el recorrido
por la plantación en búsqueda de los mismos adversarios. Pala en mano, rumbea hacia la esquina, dispuesto a
proceder con el ceremonial recurrente de esa mañana. Busca la incipiente planta que había preparado y se detiene
en el lugar exactamente estudiado para el enterramiento. Clava la pala una y otra vez. Sosegado, pero con la determinación
que lo caracteriza, continúa con el protocolo. Como siempre, comienzan a irrumpirlo los recuerdos. En sus ojos melancólicos,
aparecen las imágenes. Su hermano, los viñedos, las sandías sembradas con su mujer cada primavera, los
pimientos rojos, verdes y amarillos que, en fila, hacían de centinelas, y contribuían con su colorido al verde
disímil de la huerta. También los libros, enterrados precisamente allí, sobre cuyos lomos tuvo que sembrar
la lechuga cómplice. La pucha... casi que lo había olvidado. La pala canora se detiene en seco. Quizás
haya allí algún pedrusco como los que aparecen en todo el patio, considerando la proximidad del cerro. Pero
no. Algo se quiebra. Pronto aparece la osamenta de un perro, sepultada en la parcela. También lo había olvidado.
En su evocación, comienzan a agolparse los recuerdos presurosos, como imágenes de una película. Su corazón
se aligera, sus piernas se inmovilizan, cierra fuertemente los ojos. Ya no es la quinta su continente. Escucha el primer compás que detona
en la ciudad. Corre su hermana con él en alza. Sus bracitos en el cuello se aferran a la vida. El miedo y el vértigo
le desdibujan el paisaje de las primeras casas. Cierra los ojos borrosos. Ya no ve. Estruja el pecho y con sus piernas cierra
el lazo en la cintura de su hermana hasta sentir los calambres. Confía en la niña mujer. Corren hacia el refugio,
allí donde se "es nadie"."Basta". "Basta"... grita, suplica en el oído de su hermana.
"Diles que paren" entre sollozos le implora. Sólo quince segundos necesitan para llegar al refugio. Quince
segundos son una eternidad en la guerra; efímeros para una canción.
|
|