ANA UNHOLD |
|
Argentina |
FRÍO, TIBIO, CALIENTE
Ana
UNHOLD
Extiendo mis manos muy frías
y te regalo un poema.
Con gotas de lluvia
del invierno pasado
y copos de nieve traídos del Himalaya.
Caen como cuentas de vidrio
los fríos
adioses, los mudos desprecios.
Poema tan frío como las húmedas sábanas
de quien duerme solo.
Abro mis manos muy tibias
y te regalo un
poema.
Como el primer rayo
de sol en la mañana.
Como las crujientes hojas del otoño.
Tibio como el dorado y fragante pan del
desayuno
que mi madre con sus manos amorosas me brindaba.
Tibio como rodar de a dos en los trigales maduros,
como morder los duraznos de sol y de miel.
Tibio como los amables recuerdos,
como el primer beso, la primera lágrima.
La dulce nostalgia que anida en el pecho
por las cosas bellas que ya no tendremos.
Abro mis manos calientes
Y de doy un poema.
Con el ardor de los amores nuevos,
de las
terrazas al sol en los veranos.
Con el calor y sudor en la pelea
como las arenas que te queman y te abrasan.
En fin, mi poema como el arco iris,
es
de todos los colores,
y es frío, tibio o caliente
según lo precises.
DETERMINACIÓN
Ana Unhold
Estuve atrapada en un dilema.
Fatigadas noches
Silencio de infructuosas lágrimas.
Mis instintos aletargados,
al igual que las flores
seguían la dirección de cualquier sol
que se ofreciera.
Debía abrir la puerta vedada.
Algo había en su interior.
Amarga cárcel guardando represiones.
¿Una tumba tal vez?
Tienen
los mausoleos
más puertas que las casas.
Mejor de piedra.
Encontraría la llave.
Debía
conocer los simados enigmas de mi mente.
Practiqué el conjuro
de mi naturaleza combativa.
Feroz torbellino
generó mi determinación.
Innata curiosidad que parió mil preguntas.
¿Qué hay
detrás de lo visible?
Agucé los sentidos
hasta descubrir la esencia.
Chirridos, rayos de luz
horadando ventanas;
gritos y llantos aturdiendo la noche.
Osada, traspasé la puerta.
Libre al fin, germinó la conciencia.